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domingo, 18 de abril de 2021

ARTE ROMÁNICO. ACERCA DE LA LUJURIA.

 "El imaginario de los castigos y tormentos a los pecadores es probablemente una de las creaciones más originales y persuasivas de la iconografía medieval. Tan seductoras como repulsivas, la capacidad de comunicación de estas imágenes es infalible, ya que se convierten en agentes activos que interactúan directamente con el público al que van dirigidas. Entre todas ellas hay una que destaca por su rotundidad y por su impacto visual y que la historiografía francesa ha denominado como femme-aux-serpents, iconografía perfecta para ilustrar el castigo a la lujuria. " MARTÍNEZ DE LAGOS, Miren Eukene. LA MUJER COMO TENTACIÓN MALIGNA. Revista Ars bilduma, año 2017. 

 

Monasterio de San Pedro el Viejo, Huesca.

        Si en la iconografía medieval existe una representación que ilustra de manera clara la asociación entre mujer, tentación, sexo y pecado esa es sin lugar a dudas la mujer de las serpientes, la cual, a su vez, es la imagen predilecta para ilustrar el pecado de la lujuria y que se va a utilizar además como ejemplo para dejar muy clara la naturaleza pecadora de la mujer.

        Es muy fácil de describir: una mujer desnuda, muy raramente un hombre, rodeada o acosada por serpientes de las que vanamente trata de librarse, que muerden sus pechos, a veces con la compañía de sapos que también muerden sus órganos sexuales.

Es obra del siglo XVI, pero es la primera representación de la Lujuria que conocí. A la derecha, la Lujuria y su virtud contrapuesta, la Castidad o Pureza de la Virgen María. Portada de la S.I.C. de la Transfiguración del Señor, Huesca.

        La primera vez que la contemplé fue en la portada gótica de la catedral de Huesca y no pude evitar sentir un escalofrío al contemplar un tormento que me pareció intensamente doloroso y repugnante.

Iglesia de San Nicolás. Teza de Losa, Burgos

Al descubrir esta escena se activan inmediatamente, querámoslo o no, los sentidos de quien la contempla, al menos la primera vez, y eso es lo que se pretendía.

Miranda de Ebro. Iglesia de San Nicolás

El de las serpientes y los sapos no siempre fue castigo de la lujuria, San Alberico de Montecasino escribía en el año 1123 que esta era la condena destinada en el infierno a las mujeres adúlteras, lujuriosas, madres solteras y las que rechazaban amamantar a sus hijos. Un completo, que diríamos. Es muy importante conocer que este mismo castigo es el que reservaba Pedro de Poitiers en 1115 para el mismísimo Satanás: “El rey del infierno será mordido por siete serpientes…” La mujer, comparada con el rey del Infierno. Por favor, no hagamos chistes facilones, ¿eh? Sean comprensivos y piensen que esto también lo va a leer mi esposa.

Iglesia de San Bartolomé. Domaikia, Álava

Iglesia de San Bartolomé. Domaikia, Álava

Quede clara mi extrañeza a que se suela representar la Lujuria como una figura femenina. San Pablo escribió en 1 Cor 6,18 “Huid de la lujuria”. Eso se entiende, pero en 2 Cor 11,14 dice que a los pecadores les espera un final acorde a sus obras. ¿Entonces? ¿Los hombres nada de nada?

Iglesia de San Martín de Matalbaniega, Palencia.

Pero no siempre fue la lujuria un pecado femenino o que obtuviera el dudoso honor de ser identificado con las mujeres, pues ya en el siglo X, Odón, segundo abad de Cluny (927-942), arremetía contra las costumbres licenciosas de los obispos de su tiempo –a los que describe sometidos a los pecados más abominables y a los placeres de la carne–, refiriéndose a ellos en los siguientes términos:

“(...) los ministros de la Iglesia se hartan de carne, están ebrios de orgullo, resecos de avaricia, debilitados por la voluptuosidad, atormentados por la maldad, abrasados de ira, divididos por la discordia, muertos de envidia y aplastados por la lujuria.”
Ventosilla y Tejadilla, Segovia. Iglesia de Nuestra Señora de Tejadilla. Capitel de hombre lujurioso rodeado de mujeres desnudas
Pila bautismal. Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Osorno la Mayor, Palencia

         Parece como si de sus palabras se pudiera deducir que tales vicios sólo afectasen al orden episcopal y al clero seglar, estando libres de toda sospecha, por tanto, los monjes. Nada más alejado de la realidad.

        

Iglesia de San Miguel, en San Miguel de Cornezuelo, Burgos.

                Una llamada al orden y centrémonos en la figura de la iconografía.

Monasterio deSan Quirce de los Ausines, Burgos.

              Es fácil de entender que la mujer es la descendiente de Eva, causante de la caída del hombre en el Paraíso, y por lo tanto inductora del pecado a lo largo de toda la historia de la Humanidad. Para algunos autores, es la mujer propiamente la imagen del Mal, así, con mayúsculas. Nuevamente recurrimos a Odón, abad de Cluny en el siglo X y leemos sus argumentos para apartar a los monjes del contacto con mujeres:

Iglesia de San Lorenzo, Vallejo de Mena, Burgos
       

“La belleza del cuerpo está sólo en la piel. Pues si los hombres viesen lo que hay debajo de la piel, así como se dice que el lince de Beocia puede ver el interior, sentirían asco a la vista de las mujeres. Su lindeza consiste en mucosidad y sangre, en humedad y bilis”

 

Iglesia de la Inmaculada Concepción. Crespos, Burgos.
        

        En pleno siglo XII, Etienne Langton, maestro de teología en París, afirmaba:

“...que dos son las cosas que conducen al hombre hacia el infierno: avaricia y lujuria. Avaricia consiste en la usura, fraude, simonía, robo y similares. Lujuria consiste en el comer, en el vestir, en la unión de hombre y mujer. Esto se debe a que codicia y lujuria son causa de todos los males”.

Iglesia de San Nicolás. Miranda de Ebro, Burgos. A laizquierda, el hombre avaro; a la izquierda, la mujer lujuriosa.

        Está claro que avaricia y lujuria han caminado cogidas de la mano a lo largo de los siglos. Ya hablamos de la avaricia en otra entrada de este mes de abril, y comentamos que dinero y sexo mueven el mundo, cosa que parece ser que viene de lejos. Para no repetirnos, nos remitimos a ella.

Iglesia de Santa María la Mayor. Uncastillo, Zaragoza

Iglesia de Santa María la Mayor, de Uncastillo, Zaragzoza 

Iglesia de Santa María la Maypr. Uncastillo, Zaragoza

        Dijimos que la mujer de las serpientes es la representación más conocida, o más directa, de la Lujuria, pero también hay criaturas mitológicas y animales que la simbolizan. Y luego están las esculturas eróticas en canecillos, metopas, capiteles, incluso portadas y plas bautismales, de las cuales hablaremos otro día.

Hombre itifálico en la iglesia de Santa María Magdalena. Tinieblas de la Sierra, Burgos.

        Entre las primeras, las criaturas mitológicas, destacan las sirenas, y concretamente las sirenas-pez (las renereidas, recuerden) bicaudales, las de dos colas que descaradamente muestran su sexo femenino. Ya lo explicamos en la entrada dedicada a ellas en este mismo blog en febrero de 2018, las sirenas atraen a los hombres con sus cantos seductores. De ahí a la lujuria solamente hay que dejar a la imaginación dar un salto de menos de veinte centímetros.

Ermita de San Salvador. Santibáñez de Esgueva, Burgos. Una nereida con músicos.

        
Los segundos, los animales, son los que se mueven con soltura por la noche, las horas de oscuridad son propicias para pecar. Es el caso genérico de los gatos, las aves nocturnas como las lechuzas o búhos y, sobre todo, los conejos y liebres, que además tienen cumplida fama de ser muy fértiles, tanto por la cantidad anual de camadas como por el número de crías que nacen en cada una de ellas. Nadie tuvo en cuenta lo que hoy todos conocemos: la inmunidad de rebaño. Son muchos los que caen presa de sus depredadores, por lo tanto, para que continúe la especie, son muchos los que tienen que nacer.
Distintos canecillos con liebres en la iglesia de San Andrés, Gama, Palencia.

        Realmente son muy abundantes por todas las iglesias, a veces en el exterior, a veces en el interior.
Iglesia de San Esteban Protomártir. Baños de Rudrón, Burgos.

        Como el caso del propio llamamiento que se hace a procrear desde los canecillos de las iglesias. Cuantos más niños nazcan, más gente habrá para trabajar la tierra, defenderla y pagar los diezmos y primicias. Aunque esto es un poco más complicado de lo que parece y merece un desarrollo aparte.

Ventana en el ábside de la Colegiata de San Pedro, en Cervatos, Cantabria. Su carga erótica salta a la vista sin necesidad de explicación.


    
    “Sed fecundos y multiplicaos” dice Dios en el Génesis, algo que, como sabemos, implica la unión carnal, pues no se hacen hijos dibujando monigotes en un papel.

Entonces ¿por qué esa aversión hacia el cuerpo y el sexo? 

Un sapo. Iglesia de La Expectación de Nuestra Señora. Colina de Losa, Burgos.

        El cristianismo siempre ha mostrado una gran ambivalencia en relación al cuerpo, lo reprime ya que es despreciado, condenado y humillado, es considerado “abominable vestimenta del alma” por San Gregorio y la salvación pasa por la penitencia corporal, pero por otro, y con la encarnación de Dios en el cuerpo de Cristo para redimir a la Humanidad, lo glorifica.
Canecillo con una iebre en la enigmática y cargada de mensajes iglesia de San Martín, en San Martín del Rojo, Burgos.

Lo que va a prevalecer es el desprecio hacia el cuerpo, que es considerado la prisión y el veneno del alma y en ese sentido la lujuria es uno de los vicios más perniciosos, ya que es el motor que anima algunas de las actividades más peligrosas e inmundas del cuerpo y del alma.

“Los enemigos del alma son tres: el Mundo, el Demonio y la Carne” (Catecismo de la Iglesia Católica).

Pila románica de la Iglesia de San Miguel Arcángel.Rosales.Burgos. Un símbolo negarivo, el sagitario, dispara una flecha contra otro símbolo negativo, la liebre. En algunos casos, estos centauros sagitarios pasan automáticamente a convertirse en simbolos positivos.

       
Como dijimos, la cosa viene de siglos para la gente de Iglesia y puede que ni ellos mismos se entiendan. Durante la Edad Media, el pecado, tomado como desobediencia voluntaria a Dios, era una preocupación, pero no era pecado lo mismo que es pecado hoy. En nuestros días, es como si se volviera a la mentalidad medieval en lo que a esto respecta, los valores han llevado a cabo un viaje circular durante ochocientos años y parece que vuelven al mismo punto en que se encontraban en la Edad Media, cuando la sexualidad o la tendencia sexual de cada uno se exhibía libremente y a nadie le importaba, lo cual, en una concepción simplista de la situación, parece que coincide con la pérdida de poder de la Iglesia sobre la sociedad civil. Como decían los egipcios en sus jeroglíficos, todo ha cambiado lo suficiente como para que todo siga igual.  La sociedad camina por un lado, la Iglesia va por el suyo y la Lujuria gobierna sobre ambas. La rutina de tantos y tantos siglos, ni más ni menos.

Antonio García Francisco.
Madrid, abril de 2021

Fotografías propias y de Pedro Lozano Huerta.

 


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