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martes, 23 de febrero de 2021

Las arpías en la escultura románica. Otra criatura femenina.

 

“La arpía es un animal fantástico con cabeza femenina, y a veces masculina, cuerpo y patas de ave y cola de escorpión o en forma de serpiente. Con ella se representa a los vicios y a las bajas pasiones, así como los tormentos a los que son sometidos los pecadores”. (Jesús Herrero Marcos, Arquitectura y Simbolismo del Románico.)

 

Ars poetica de Horacio. Alemania c 1175-1200 - Royal MS 15 BVII, f 3v

         
Según Hesíodo, las harpías -de ambos modos se puede escribir, con H o sin ella- eran en principio dos: Aelo (“viento tempestuoso”) y Ocípete (“vuelo rápido”). Homero nombra en la Ilíada a una tercera, Podarge (“pies veloces”) y, posteriormente, los romanos añadieron a Celeno (“la oscura”), la más malvada de todas.

"La etimología de los nombres de las harpías nos muestra sus actos en los mitos, representan el viento, los huracanes, las tempestades, y también la obscuridad y la velocidad; se las culpa de las desapariciones de los marineros y viajeros marítimos, advirtiéndonos así de los peligros del mar."  El imaginario de la ambigüedad. Monstruos femeninos en el mundo antiguo. VVAA. Universitat de Barcelona, 2010

           

Los Argonautas, en las islas Estrófades, expulsando a las arpías.


" ...como un torbellino o un relámpago las Harpías cayeron de las nubes tan velozmente que sobrepasaron a los ciclones del Oeste..." 

Apolonio de Rodas. 

"El hado de las Harpías era morir a manos de los hijos de Bóreas, y el de los hijos de Bóreas morir si persiguiéndolas no las atrapaban."

Apolodoro. Biblioteca Mitológica.

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Las arpías son quizás las criaturas más representadas en la escultura románica.

No puedo evitarlo. Cada vez que veo una me vienen a la imaginación todas mis cuñadas. Son cosas del subconsciente. O quizás, cosas del inconsciente que soy sabiendo que van a leer esta entrada.

“¿Qué excusa puede haber para estas ridículas monstruosidades de los claustros en los que los monjes hacen sus lecturas, cosas extraordinarias a la vez hermosas y feas? Aquí encontramos sucios monos y feroces leones, horribles centauros, arpías y tigres... Aquí hay una cabeza con varios cuerpos, un cuerpo con varias cabezas. Allá, una bestia con una serpiente como rabo, un pez con cabeza de animal, y una criatura que es caballo por delante y cabra por detrás, y una segunda bestia con cuernos y los cuartos traseros de un caballo.” San Bernardo de Claraval.

Duratón,  Segovia. 
Capitel en la galería porticada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

 


Familiarmente, después de decenas de visitas, las titulo "arpías tomando el sol" porque es un verdadero espectáculo contemplar este capitel de la galería porticada cuando recibe los últimos rayos de sol de la tarde. Quien pueda, que no se prive de semejante espectáculo.
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Hay un gran muestrario de arpías en capiteles, metopas, canecillos y portadas, son tantas y tan variadas que es difícil hacer una selección de fotografías. No obstante, he tratado de traer un grupo muy representativo que va desde las más modestas hasta las más elaboradas.

Como dijo un filósofo, o tal vez fue un torero, no estoy muy seguro, para hablar de ellas comencemos por el principio, cosa que, aunque parezca redundante no lo es, también podríamos comenzar por el final.

Las arpías son definidas por el Diccionario de la RAE, en su acepción primera, como unasaves fabulosas con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña.

Colegiata de Santa Cruz. Socobio, perteneciente a Castañeda, Cantabria


            No nos sirve tan académica definición. Criaturas fabulosas (me gusta más decir “criaturas” que “aves” por razones obvias), con rostro de mujer y cuerpo de ave, también son nuestras conocidas las sirenas de las que hablábamos hace unos días. Alguna diferencia más tiene que haber.

Tendremos que acotar un poco más, ¿y dónde mejor que en el origen, o sea, en la mitología griega?

Empezamos a hurgar, pero nos encontramos también con algún problema. Hesíodo nos cuenta en la Teogonía (origen de los dioses), que eran hijas de la ninfa Electra y del dios marino Taumante y que eran “de adorables cabellos”.

“En la mitología griega, las Harpías o Arpías (en griego antiguo “que vuela y saquea”) eran inicialmente seres con apariencia de hermosas mujeres aladas, cuyo cometido principal era hacer cumplir el castigo impuesto por Zeus a Fineo: valiéndose de su capacidad de volar, robaban continuamente la comida de aquél antes de que pudiera tomarla. Esto las llevó a pelear contra los Argonautas. En tradiciones posteriores fueron transformadas en genios maléficos con cuerpo de ave de rapiña, horrendo rostro de mujer, orejas de oso y afiladas garras, que llevaban consigo tempestades, pestes e infortunio. Esta es la forma que acabó por imponerse y que ha pervivido hasta la actualidad.” 

(...) 

“En su forma de humanoides aladas, las Harpías no eran diferentes de un gran número de divinidades griegas, y como tales no necesitarían una explicación especial sobre su origen. La forma posterior de ave de rapiña con cabeza de mujer es considerada por la mayoría de los autores como una confusión con la representación primitiva de las sirenas como mujeres-pájaro.” Bestiario de la Mitología Griega. E. J. Ríos. Semper Eadem Ediciones®. 
Ermita de Santa Eulalia, en Barrio de Santa María, Palencia
Arpía varón con gorro frigio.

Ermita de Santa Eulalia, en Barrio de Santa María, Palencia


 

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Humilde arpía en la portada de la Iglesia de Santiago. Torrecilla del Monte, Burgos.

            Homero, en la Odisea, se refiere a ellas como a seres crueles y furiosos. 

“…Mas ahora las Harpías se lo han llevado (a Ulises) sin gloria: ha muerto ignorado, desconocido, dejándome penas y gemidos.” Odisea, Canto I

“… las Harpías le arrebataron las hijas (a Pandáreo de Mileto) y se las dieron a las odiosas Furias como esclavas.” Odisea, Canto XX. Traducción de Luis Segalá y Estalella.

        En la leyenda de los Argonautas tienen forma híbrida de doncella y ave de rapiña, 

“… supieron entonces con sorpresa que tres endiabladas criaturas, arpías, según él dijo, seres con rostro de mujer, y alas, cuerpos y garras de buitres, venían cada día a quitarle la comida y a mortificarlo de mil modos diferentes”.

Bien, ya sabemos su forma, ¿pero no nos siguen recordando a las sirenas, criaturas mitad mujer y mitad ave? Pues sí, las descripciones parecen coincidir… de momento.

Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, Caballar (Segovia) Una arpía y un león muy toscamente tallados. 

Con el poeta romano Virgilio en el siglo I ya queda la cosa un poco más clara:

“No hay monstruo más aciago que ellas, ni peste alguna más cruel, o castigo de los dioses nacido de las aguas estigias. Rostros de doncella en cuerpos de ave, nauseabundo el excremento de su vientre, manos que se hacen garras y rasgos siempre pálidos de hambre.”  Virgilio. La Eneida, libro III.
Capitel en el claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos.
Silos, Burgos 



Capitel en el claustro del Monastrio de Santo Domingo de Silos.
Silos, Burgos

A partir de este momento, a la versión básica de este mito se le fueron añadiendo nuevos detalles poco a poco: las Harpías ya no solo robaban la comida al rey Fineo, sino que la corrompían para todos los humanos con sus malolientes excrementos y empezaron a ser vistas como difusoras de suciedad y enfermedades, además de criaturas despiadadas, crueles y violentas, siendo al mismo tiempo agentes de castigo y venganza al servicio de los dioses. 

"En su función pedagógica de la sociedad según la mentalidad sexista de esa época, como mujeres que son, las harpías deben obedecer las órdenes de un hombre, en este caso Zeus, imponiendo un castigo al rey Fineo por no cumplir las normas de los oráculos; pero a la vez, al no estar supervisadas constantemente por un hombre, se descontrolan, volviéndose crueles, sucias y violentas."  El imaginario de la ambigüedad. Monstruos femeninos en el mundo antiguo. VVAA. Universitat de Barcelona, 2010

Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora. Sotillo, Segovia. Capitel del arco triunfal.


Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora. Sotillo, Segovia. Canecillo.






 

 


















Esta es la versión que más se empleó en la Edad Media. Las arpías simbolizan “las bajas pasiones provocadoras de tormentos, así como también el remordimiento y el sentimiento de culpa que sigue a la satisfacción de los vicios”, y eran muy tenaces, pues no cesaban nunca en la persecución de sus atormentadas víctimas. Se han convertido en unas alegorías de las pasiones viciosas, de la disponibilidad del ser humano para los vicios, la maldad y el correspondiente castigo, que a veces es la muerte prematura: codicia, fraude, falsedad, avaricia y provocaciones depravadas. Solo traen desgracias, son portadoras de maldad, lo cual estaba íntimamente ligado a sus repugnantes facciones y hediondo olor. 

No aparecen en los bestiarios medievales más conocidos, pero se alude a ellas en el Liber monstruorum de diversis generibus, un catálogo de criaturas fantásticas escrito en latín muy a princioios del siglo VIII, en el que se da una nota muy curiosa y sorprendente por su "rigor científico": 

"Las arpías eran políglotas, rasgo asociado al hambre y la avidez desenfrenada".

Iglesia de San Pedro. Caracena, Soria. 
Capitel de la galería porticada con arpías subidas en el lomo de unos leones.


Llegados a este punto, los artistas medievales se dieron cuenta de que había que representarlas con alguna característica diferenciadora con respecto a las sirenas, motivo por el cual se las procuró dar una apariencia repulsiva y feroz, pues eran criaturas crueles.

¿Cómo diferenciarlas, pues, de las sirenas?

Iglesia de S. Andrés, Soto de Bureba, Burgos. Dovela de la portada con una arpía con atributos de gorro frigio y pezuñas, en este caso hendidas. 
Muchos autores consideran que se trata de una sirena por la cola de ave. En la confianza que da conocerla desde hace años, yo la llamo "la gallinita".


            Las referencias que tenían de ellas, aparte de su cuerpo de ave de rapiña y cabeza de mujer, aunque hubo quien afirmaba que tenían cuerpo de caballo, eran solamente que se trataba de criaturas hambrientas y crueles, y eso, la verdad, no parece que fuera una gran ayuda.
 

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa en Rebolledo de la Torre, Burgos. Capitel de la galería.

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa en Rebolledo de la Torre, Burgos. Canecillo.

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa en Rebolledo de la Torre, Burgos. Canecillo con arpía varón.





























Dado que conocían bien la diferencia entre arpías y sirenas, se pusieron manos a la obra buscando nuevas características diferenciadoras y poco a poco crearon una simbología propia y exclusiva para ellas. Empezaron a representarlas de dos en dos donde el espacio lo permitía, con apariencia desagradable y mirada desafiante, frente a la tranquilidad de las sirenas. 

Iglesia de San Miguel Arcángel. Sotosalbos, Segovia. Canecillo







Iglesia de San Miguel Arcángel. Sotosalbos, Segovia. Metopa

Iglesia de San Miguel Arcángel. Sotosalbos, Segovia. Capitel


A esto fueron añadidos una serie de adornos o añadidos: gorro frigio, lenguas bífidas, colas de serpiente o escorpión, pezuñas de cuadrúpedo, ya sea cabra, ya sea caballo. Estas son las señas de identidad que idearon en la época para las arpías y que hoy en día nos ayudan a identificarlas.

Iglesia de San Pedro y San Pablo. Gredilla de Sedano, Burgos.


Iglesia de San Pedro y San Pablo. Gredilla de Sedano, Burgos.
La reina de las arpías
, según la guardesa del templo.


En la actualidad, es mucha la confusión entre autores a la hora de distinguir entre nereidas y sirenas y entre sirenas y arpías (o harpías), y no es por culpa del artista de hace novecientos años, sino que más bien es por culpa de la observación hecha a la ligera o sin suficiente información ni interés, pues cuando se enfrentan a seres mitológicos con alguna connotación femenina y pagana ya los encasillan como una misma cosa, y nunca buena, por cierto, copiando lo que otros escribieron anteriormente y sin dignarse visitar el monumento en el que las representaciones se encuentran. Quizás por ser cierto aquello de que 

Cuanto mayor es la ignorancia, mayor es el dogmatismo (William Osler).
Iglesia de San Cipriano. Oquillas, Burgos.

Iglesia de San Cipriano. Oquillas, Burgos.

         Creo que queda definida la naturaleza y simbología medieval de las arpías. Las sirenas pueden engañar con falsas apariencias, pero las arpías siempre tienen apariencia terrible.

 En la vida moderna, la palabra arpía se utiliza como adjetivo aplicable a personas que gozan haciendo el mal, también para personas codiciosas que consiguen lo que quieren por cualquier medio, sin pararse a pensar en los demás ni en el daño que les pueden ocasionar y, en último extremo, para definir a mujeres muy malvadas. Este es el poso que ha quedado al cabo de los siglos.

Concatedral de San Pedro. Soria.

Para acabar con lo expuesto en esta entrada, me gustaría hacer notar la variedad de representaciones que se han expuesto, pasando desde la humilde arpía de Torrecilla del Monte, Burgos, hasta llegar a las elaboradas y elegantes de la concatedral de San Pedro de Soria. De una a otra han pasado diferentes talleres y muchos años, pero el concepto arpía ha perdurado, haya sido tratado por artistas o por artesanos que trataban de imitar lo que veían en otros sitios.

Concatedral de San Pedro, Soria. Arpías en capiteles del claustro.
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Concatedral de San Pedro, Soria. Arpías en capiteles del claustro.

Como si fuera una frivolidad, no quiero dejar pasar la ocasión de comentar una pieza singular dando mi interpretación de lo representado.


Iturmendi, Navarra. 

Se trata de la pila bautismal que se encuentra en la iglesia de San Miguel Arcángel de Iturmendi, Navarra, procedente de la ermita de la Asunción, de Aritzaga, hoy en día un despoblado cercano.

Es muy rica en iconografía, pero a nuestros efectos solo nos interesa la escena que reproduzco: dos arpías afrontadas bajo una piña están siendo disparadas por un sagitario, nombre que recibe el centauro disparando flechas.

Está plenamente establecido a estas alturas lo que significan las arpías. La piña, por su parte, es el símbolo de la regeneración y de la vida espiritual eterna. El hecho de estar juntas en una pila bautismal es un claro mensaje: por las aguas del sacramento, el bautizado accede a una vida espiritual que le llevará al Reino de Dios, pero cuidado, ahí están las arpías, claro aviso de que en su camino va a encontrar obstáculos en forma de pecado, vicio, malas costumbres, que van a intentar por todos los medios apartarle de su senda. 

Iglesia de San Miguel Arcángel, Iturmendi, Navarra. 
Arpías afrontadas en la pila bautismal bajo el símbolo de la piña.

¿Y el sagitario? Pues es un símbolo negativo que desde la mitología griega representa la lucha de la civilización contra la barbarie. Ya en el cristianismo pasó a simbolizar las tentaciones, la lujuria y la soberbia, siempre acosando almas, representadas a su vez por ciervos o pájaros.

Iglesia de San Miguel Arcángel, Iturmendi, Navarra. 
Sagitario disparando flechas a as arpías.


Pero, por otro lado, es frecuente verlos disparando flechas contra arpías y sirenas. Ha quedado establecido, tanto en esta entrada como en la anterior dedicada a las sirenas, que unas y otras son símbolo de perversión, está claro, Si el sagitario dispara sus flechas contra ellas cambia el contexto totalmente.  Las flechas simbolizan el rayo divino, espiritual, que neutralizará las acciones de las criaturas perversas. En estos casos, el centauro se convierte en un símbolo doble, pues adquiere el valor positivo de representar a un salvador que no puede ser otro sino Cristo. El sagitario es la ayuda que el alma va a encontrar en la Fe en Dios, que está ahí para velar e impedir que se pueda apartar de la senda deseada.

Iglesia de San Pedro. Olite, Navarra.
El sagitario disparando a la arpía.

Esta teoría se ve reforzada por la simbología presente en la pila bautismal de la iglesia parroquial de San Pedro, en Lerma, Burgos, S. XIII, donde la piña, símbolo de la vida eterna a la que se llega mediante el Bautismo, ha sido sustituida por una exuberante vegetación cargada de frutos, que representa el Paraíso donde se encuentra el reino de Dios. Pero entre las ramas de esa vegetación tenemos los mismos peligros que en la pila anterior: sirenas, arpías, grifos y otros monstruos representando a los pecados que acechan en el camino. Incluso hay una centauresa sagitaria de larga melena -¡y con gorro frigio!- que dispara su flecha, esta vez no hacia las arpías, sino hacia una figura que parece una cervatilla, símbolo de inocencia. Si fuera así, aquí sí obedecería al símbolo negativo puro en el que el pecado acosa al alma cándida. Pero por el gran deterioro que presenta, bien pudiera ser que la flecha vaya dirigida a un ser negativo, pues por detrás del cuerpo de la cierva parece salir una cola de   arpía. 

Iglesia Colegial de San Pedro Apóstol. Lerma, Burgos.
Pila bautismal románica, S. XIII

Detalle de la pila bautismal.
Una arpía rodeada de vegetación con frutos, símbolo de vida espiritual eterna.

        De todos modos, queda patente el aviso que se recibe desde la pila bautismal y que ha de estar presente durante toda la vida del que en ella adquiere la condición de cristiano: el camino a la vida eterna está lleno de peligros.
Detalle de la pila bautismal: arpía y centauresa.

Detalle de la pila bautismal: centauresa disparando a la cervatilla,
símbolo de las acechanzas de la vida a las almas inocentes.


Como dice Pedro Lozano Huerta, en la escutura románica el bien y el mal siempre van de la mano. Y ya que le menciono, es de bien nacidos ser agradecidos, vaya desde aquí mi agradecimiento por la cantidad de fotografías que me ha prestado, una vez más,  para poder llevar a cabo estos trabajos. 

Antonio García Francisco.

Madrid, febrero 2021

 

Fotografías propias y de Pedro Lozano Huerta.

Bibliografía consultada:

Bovey, Alixe. Monstruos y grutescos en los manuscritos medievales.

E. J. Ríos. Bestiario de la Mitología Griega.

E.R, Raimundo. SIRENAS Y ARPIAS. UNA APROXIMACIÓN DIFERENCIAL A SU REPRESENTACION ESCULTÓRICA. UNED

Herrero Marcos, Jesús. Bestiario románico en España

Herrero Marcos Jesús. Arquitectura y Simbolismo del Románico en Valladolid.

OLIVARES MARTÍNEZ, Diana. Universidad Complutense de Madrid Dpto. Historia del Arte I (Medieval) RD de Iconografía Medieval, vol. VI, nº 11, 2014, pp. 1-12. e-ISSN: 2254-853X

VVAA: Maria Jordana Marín, Alícia Martínez Bonfill, Aroa Santiago, Cristina Yúfera. El imaginario de la ambigüedad. Monstruos femeninos en el mundo antiguo





martes, 16 de febrero de 2021

SIRENAS Y NEREIDAS ROMÁNICAS, ¿SABEMOS DISTINGUIRLAS?

 

Es de sabiduría popular que una sirena es una criatura marina cuya mitad superior corresponde a un cuerpo de mujer, y cuya mitad inferior es la de un pez. Así lo hemos visto siempre y esta es la imagen que se nos aparece cada vez que pensamos en una sirena.

¿Pero estamos seguros de que es así?

En la mitología griega, donde por primera vez tuve noticia de su existencia siendo un niño, y fue viendo una película de Ulises, se las define de una manera muy diferente.

Las sirenas acosando a la tripulación de Ulises.


Se dice que eran unas hermanas y que sus padres fueron Aqueloo, el dios del río del mismo nombre, y Calíope, la musa de la elocuencia, y que se llamaban Parténope, Leucosia y Ligea, pero hay otras versiones tradiciones que aseguran que eran cuatro, otras que cinco y alguna relaciona hasta ocho.

También dice de ellas la mitología que la diosa Ceres las convirtió en aves porque se negaron a socorrer a Proserpina cuando fue secuestrada por Plutón para arrastrarla a los infiernos, aunque la versión de Ovidio asegura que fueron ellas las que pidieron a los dioses alas para poder volar en su busca por toda la tierra.

El primer testimonio que tenemos sobre las sirenas aparece en la Odisea de Homero, cuando Circe le dice a Ulises

primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa”.

 Y aquí tenemos a nuestras sirenas de la Odisea:

Plato griego representando a Ulises escuchando el canto de las sirenas

Una de sus principales características era su voz, ya que poseía una inmensa dulzura y musicalidad. Gracias a su don, atraían a los marineros de los barcos; éstos quedaban tan embelesados con tan bella música que saltaban del barco para poder escuchar mejor, pereciendo ahogados en las aguas. Las sirenas tenían una obligación, y era que, si algún hombre era capaz de oírlas, pero no se sentía atraído por ellas, debían morir. Odiseo (Ulises), al regreso de la guerra de Troya, tuvo que atravesar el mar de las sirenas y, siguiendo el consejo de Circe, ordenó que toda la tripulación de la nave se tapase los oídos con cera para no escuchar el canto. Mientras tanto, él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos para escucharlas, ordenando que viesen lo que viesen no le desataran. Así logró escuchar a las sirenas, las cuales, cumpliendo con su obligación, decidieron que debían morir.

Duratón, Segovia. Canecillo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción


 Parténope se lanzó al mar. Su cuerpo fue arrastrado hasta la costa, donde fue enterrada con grandes honores, construyéndose también un pequeño templo en su honor, alrededor del cual se fundó un pueblo, Parténope, que tiempo después cambió el nombre por Neápolis, la actual Nápoles.

Leucosia fue arrastrada hasta una isla del mar Tirreno, a la cual dio su nombre, y Ligea fue arrastrada hasta Terina, hoy la ciudad italiana de Nocera.

En otra leyenda, los Argonautas escaparon de las sirenas porque Orfeo, que estaba a bordo de la nave Argo, cantó tan dulcemente que consiguió anular el efecto de la canción de la perdición. El resultado fue el mismo, las sirenas, tan avergonzadas por la victoria de Orfeo como por la huida de Odiseo, se arrojaron al mar y perecieron.


 

San Isidoro dijo de ellas en sus Etimologías (XI, 3, 30-31): “En realidad eran unas meretrices, las cuales arruinaban a quienes se acercaban, y estos, se veían luego en la necesidad de simular el naufragio. Tenían alas y uñas porque el amor vuela y hiere. Se dice que vivían en las olas porque las olas crearon a Venus”.




En el arte románico son representadas tal cual son descritas en la antigüedad. Su primer historiador, Homero en el duodécimo libro de la Odisea, no nos describe cómo son. Pero para Ovidio, son aves de plumaje rojizo y cara de virgen; para Apolonio de Rodas, de medio cuerpo arriba son mujeres, y abajo, aves marinas.

Labros, Guadalajara. Iglesia de Santiago Apóstol

            Hecha esta larguísima introducción, llegamos a la escultura románica. Está claro lo que dice El Fisiólogo, el gran bestiario medieval: 

“El Fisiólogo dijo acerca de las sirenas: […] hay animales en el mar llamados sirenas y como Musas cantan armoniosamente con sus voces, y los navegantes que pasan cerca de ellas, si oyen su canto, se arrojan al mar y perecen. Y tienen la siguiente forma: la mitad hasta el ombligo de mujer y la otra mitad hasta abajo de oca”.
Zamora. Iglesia de Santa María Magdalena 


             Queda, pues, establecido, que su origen es grecorromano y parece ser que en un principio representaban los peligros de la navegación, nada más que eso, aunque partiendo de esta base fue fácil llegar a deducir que se dedicaban a seducir con sus cantos a los navegantes para arrastrarlos a la muerte y después devorarlos.

 

Requijada, Segovia. Iglesia de Nuestra Señora de Las Vegas



En el románico, los navegantes son los creyentes que, en su travesía por la vida, escuchan el peligroso canto, símbolo del pecado, y unas veces se dejan arrastrar y otras no.

Iglesia de Ntra. Sra. del Valle. Monasterio de Rodilla, Burgos (Fotografías de Pedro Lozano Huerta)

Pero por influencia de la cultura egipcia, que nos llegó a través de la árabe, según el contexto en el que estén esculpidas, también pueden simbolizar el alma de los difuntos que se perdieron por el camino del más allá. Por tanto, esta criatura puede tener diferente significado según donde se encuentre.

Llegados a este punto, inevitablemente surge una cuestión: 

entonces, ¿qué son esos seres mitad mujer y mitad pez que también vemos en los capiteles y canecillos de las iglesias medievales?

Ntra. Sra. de la Asunción, Duratón - Ntra. Sra. de la Natividad, El Olmo (Segovia)

Pues son nereidas, aunque poco a poco en el imaginario popular fueron asimiladas a sirenas. Esto se debió a que en algún momento la sirena comenzó a representar la voluptuosidad, y su canto fue el símbolo de lo que la Iglesia consideraba las falsas doctrinas. ¿Y qué mejor símbolo que una mujer nadando impulsándose con una cola de plata ondulante y lasciva? Ahí comenzó a confundirse sirena con nereida.

Una arpía y una nereida juntas en la portada de la iglesia de Sn Andrés en Soto de Bureba, Burgos


Las nereidas eran las cincuenta hijas de Nereo, dios de las olas del mar, y Doris, diosa de la generosidad del mar. Se las consideraba ninfas del mar Mediterráneo y como tales vivían en las profundidades; no obstante, emergían a la superficie para ayudar a marineros en peligro, siendo los argonautas los más famosos de entre los que socorrieron mientras viajaban en búsqueda del vellocino de oro.

Posteriormente, varía la leyenda y se dice que han sido vistas nereidas, llamadas náyades, que viven en aguas dulces de manantiales y arroyos.

Fuente de la Nereida. Jardines de Aranjuez, Madrid.


Eran representadas en  un principio con piernas, pero como montaban en delfines,  en el siglo VII se llegó a fusionar ambas imágenes, apareciendo tapada la cabeza del delfín con el cuerpo de mujer. A ello contribuyó la observación de pinturas antiguas semiborradas descritas en el Liber monstrorum de diversis generibus (VII-VIII), donde por primera vez la sirena pasa a tener cola de pez 

Las sirenas son doncellas marinas, que seducen a los navegantes con su espléndida figura y con la dulzura de su canto. Desde la cabeza hasta el ombligo tienen cuerpo femenino, y son idénticas al género humano; pero tienen las colas escamosas de los peces, con las que siempre se mueven en las profundidades”.
Ventana ermita de San Salvador. Santibáñez de Esgueva, Burgos. Fotografía Pedro Lozano Huerta 

Ermita S. Salvador. Santibáñez de Esgueva. Nereida bicaudal y músicos. Pedro Lozano Huerta
Ermita S. Salvador, Santibáñez de Esgueva, Burgos. Capitel exterior. Foto Pedro Lozano Huerta

Las nereidas, como queda dicho, eran unas divinidades de las aguas, manantiales y arroyos, quedan establecidas a partir del siglo VII como seres fantásticos con cabeza y tronco humanos, normalmente mujer, aunque también puede ser un hombre barbudo. La parte inferior de su cuerpo es una cola de pez, aunque, por influencia de la Leyenda de Tritón, pues las leyendas se van acumulando formando un sedimento cada vez más fuerte, también pueden ser dos colas, llamándose en este caso bicaudales

Iglesia de San Esteban Protomártir.Pineda de la Sierra, Burgos.


Iglesia de San Esteban Protomártir.Pineda de la Sierra, Burgos.
Un sagitario dispara una flecha a la nereida


Como ya dijimos, vivían en el fondo del mar, pero acostumbraban a subir a la superficie para ayudar a los marineros en peligro, pero luego el cristianismo se ocupó de decir que en realidad subían para engañarles y llevarlos a la perdición. Pasaron de salvar del peligro a crearlo.

Monasterio de San Pedro el Viejo, Huesca. El mismo motivo que en Pineda de la Sierra, Burgos, el sagitario dispara una flecha a la nereida. Los peces que porta la nereida en las manos representa a las víctima que han sido atrapada con su música  engañosa.

Monasterio de San Pedro el Viejo, Huesca.
Nereida que ha atrapado a unas víctimas.



Nereida que ha atrapado una víctima.  Iglesia de Nuestra Señora del Valle, Monasterio de Rodilla, Burgos.
 
Fotografía de Pedro Lozano Huerta.

Sigue trabajando la leyenda y se empieza a decir que solían aparecer a mediodía, por lo que normalmente en las iglesias se las representa por lo general en puertas, ventanas y fachadas que dan al Sur, aunque esto no excluye su ubicación en otros puntos.

Santa Marta del Cerro, Segovia. Iglesia de Santa Marta.
Una nereida en la ventana del ábside orientada al Este


Como vimos, eran seres amables que ayudaban a los navegantes, no como las sirenas, que la imaginación las convirtió en monstruos que trataban de atraerlos para devorarlos. Pero sigue creciendo la leyenda cuando se descubre que había un grave peligro para los mortales: si las descubrían se volvían locos. Esto no las convierte en seres malignos, pero la semilla está sembrada, pues como cantan y tocan instrumentos musicales, rápidamente se convierten en un símbolo de los vicios y tentaciones con que los humanos pierden la razón el día que los descubren, atraídos por los cantos y músicas perversas que los placeres mundanos incluyen.

Iglesia de San Juan Bautista, en Cerezo de Arriba, Segovia.
Ventana del ábside con nereidas a la izquierda y sirenas a la derecha.

Ya está servida la interpretación. Por diferentes caminos, sirenas y nereidas han llegado a ser unos seres negativos que representan los peligros del amor y la seducción en que un humano se deja envolver sin control; son también las tentaciones, llegando en algunos extremos a relacionarse con el pecado de la lujuria. La diferencia es que las sirenas utilizan sus cantos engañosos para atraer a los hombres mientras que las nereidas utilizan su belleza femenina, incluso algunas veces aparecen representadas con un peine y un espejo en las manos.

Nereida con peine y espejo como armas de seducción. Basílica de la Asunción de Ntra. Señora en Colmenar Viejo, Madrid. Siglo XV. 
La cifra 1953 que aparece corresponde al año de una restauración del templo.

San Pedro de Teverga, Asturias. Nereidas y sirenas conviviendo en un capitel


Todos los bestiarios acaban con un colofón moralizante para sus víctimas, los incautos que:

“… se deleitan con los placeres concupiscentes y lujuriosos del mundo, y quienes se dejan seducir por los actores, comediantes y músicos. Se van sumiendo en un profundo sueño en el que pierden toda su energía y se convierten en víctima de sus enemigos.”

Pero que nos quede muy claro: la criatura que todos conocemos como sirena, ser híbrido de cabeza y torso de mujer y cola de pez, es en realidad una nereida. No seamos vagos, por favor, y llamemos a cada cosa por su nombre. 

Arpías en la galería porticada de Ntra. Sra. de la Asunción en Duratón, Segovia.


Y no confundamos a las sirenas con las arpías, criaturas de las que hablaremos otro día.  No tienen nada que ver unas con otras, salvo la apariencia a primera vista por su cuerpo de ave. ¿Os habéis fijado en la cola de serpiente que presentan las arpías?

Post scríptum.

También existe para nuestro asombro y admiración, la imagen de la Virgen María representada como una nereida. Tiene su templo y culto en la isla de Lesbos, en el puerto de Skala. En esta imagen, la Virgen María aparece en forma humana en su parte superior, mientras que en la inferior tiene el cuerpo de un pez. Nadie sabe qué fue lo que llevó al desconocido artista popular a retratar a la Virgen María de esta manera.

Panagia Gorgona, Virgen María. Lesbos.



"… Frente al puerto pesquero se levanta sobre un mar magnífico la capilla de Panagia Gorgona”

“… Subsiste todavía, si bien medio borrada por el viento y la sal del mar, una imagen de la Virgen de lo más extraño que pueda concebirse en toda Grecia y en la entera cristiandad. La cabeza es similar a la de los frescos en que se representa a la Virgen con el Niño […]  Pero los ojos son verdes y extraordinariamente grandes y, a partir de la cintura, el cuerpo es el de un pez de escamas azuladas. La imagen sujeta un barco con una mano y con la otra un tridente parecido al que lleva Poseidón, según los grabados y libros escolares.” Stratis Myribilis, La Virgen Sirena.

Una explicación lógica es que, en un pueblo de pescadores, los habitantes que se identifican con el mar y sus tradiciones, quisieron "casar"(una vez más, y van…) la fe cristiana con las leyendas locales. Algunos pueden pensar que el enfoque del artista ha superado los límites. Pero el icono de la Virgen Sirena, desconocido para muchos incluso hoy, es ahora parte de la tradición popular griega.

Antonio García Francisco.

Madrid, Febrero de 2021

Fotografías propias y de Pedro Lozano Huerta.

Bibliografía consultada:

Anónimo, EL FISIÓLOGO, Bestiario Medieval. Ediciones Obelisco, S.L. 2000

Pseudo Aristóteles. Fisiognomía. Anónimo Fisiólogo. Editorial Gredos, 1999

HERRERO MARCOS, JESÚS. Arquitectura y Simbolismo del Románico en Valladolid. Ars Magna Ediciones, 1997

HERRERO MARCOS, JESÚS. Bestiario Románico en España. Edic. Cálamo 2010