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lunes, 8 de agosto de 2022

…Y el símbolo estaba allí.

 

“El universo está determinado por números.   Todo tiene un número y sin número nada puede concebirse.”  Filolao de Crotona, filósofo y matemático griego del siglo V a.C


         Llegó el momento tantas veces procrastinado de enfrentarse a la ventana que podemos disfrutar en el ábside central del monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva. Me lo debo a mí mismo, pero ante todo se lo debo a nuestra amiga Dulce María, intérprete e interpretadora de los símbolos románicos, conocedora de cada piedra y cada marca del edificio y a quien intrigaban las tetrapétalas con botón central que la adornan, cuatro en la rosca monolítica del arco de medio punto y diez en la arquivolta.

Ventana absidial del monasterio de San Pedro de Villanueva

Antes de comenzar hay que decir por si algún despistado lo ha olvidado, que los edificios románicos eran construidos con gruesos muros en los que apenas se abrían vanos para iluminar el interior. La razón no era otra que tenían que soportar pesadas bóvedas de piedra y se necesitaba un muro macizo y compacto que pudiera sostener esta techumbre. No obstante, a veces no queda más remedio y se abren estrechas ventanas enriquecidas enmarcándolas con arquivoltas, columnillas y capiteles. Tal es el caso de la nuestra, la que vamos a intentar interpretar a la vez que la describimos.

Dependiendo del tamaño del ábside o de los ábsides o absidiolos, se suelen abrir ninguna, una o tres ventanas. Ninguna cuando el templo es pequeño y la luz de la puerta o de un óculo o saetera en el hastial opuesto es suficiente, además de cuando el miedo al derrumbe pudiera estar justificado por muchos motivos, entre ellos la intuición o la poca experiencia del maestro. O el exceso de la misma.

Cabecera del templo monástico

¿Y por qué se abrían una o tres ventanas?  

En el constructor medieval pesaba mucho el conocimiento de las ideas del mundo pitagórico, y la numerología es una asignatura muy presente. Las iglesias serán orientadas desde su planteamiento en el eje canónico Este-Oeste, de manera que la cabecera siempre era dirigida hacia el Oriente y los pies hacia el Poniente. Jesús nació en Oriente y de Oriente nos viene cada día el Sol iluminando la tierra, lo cual hay que aprovechar porque ya nos sirve para iluminar el templo por la o las ventanas que pongamos en la cabecera, nos sirve en bandeja el primer símbolo: cuando solo hay una ventana podemos interpretar que el Sol es una clara representación de Jesucristo, Sol de Justicia, que desde el primer momento del día ilumina a su Iglesia con su Luz del mismo modo que la luz del sol (con minúscula) ilumina la iglesia (con minúscula) con la suya a través de la aspillera. 

Orientación en el eje Este-Oeste del templo del monasterio de San Pedro de Villanueva.


Sí,  pero ¿por qué tres?

Bien, en numerología cada cifra tiene sus cualidades. Así, si el UNO lo acabamos de aceptar como una representación de la Divinidad y, por extensión, de Jesús, cabe pensar que el TRES, aunque Dios no tiene número, peso ni medida, esté relacionado con la Santísima Trinidad y el símbolo sea exactamente el mismo puesto que Dios es uno y trino.

Puestos ya en situación, sabiendo por qué la ventana está ahí y no en otro sitio, podemos pasar a hacer una observación más detenida. Técnica y muy correctamente ha sido descrita de esta manera:

Ventana


“… la [ventana] del ábside central es mayor y se ornamenta con cuidados relieves; arranca de una moldura, acotada por las dos columnas, y está recorrida horizontalmente por dos incisiones en su parte superior y un friso de dientes de sierra en la inferior. Se remata con una arquivolta de medio punto, decorada con diez tetrapétalas enfiladas y guardapolvo con sogueado; la rosca arranca de impostas desarrolladas, decoradas con roleos en su mitad inferior y apoya en dos columnillas de fuste liso, monolítico y basas áticas, que soportan capiteles finamente esculpidos con hojas rizadas el derecho, y dos cuadrúpedos con melena el izquierdo”.
Enciclopedia del Románico en Asturias pág. 1.057

            Nada que objetar, pero tampoco nada que nos aclare el porqué de la presencia de esas tetrapétalas enfiladas, la chambrana (me niego a llamar guardapolvo a esa pequeña moldura) sogueada, las frondes de helecho de un capitel y los cuadrúpedos con melena del otro, y aquí empezamos la tarea de tratar de añadir más elementos interpretados al que ya tenemos de la orientación.

En la arquitectura y escultura románica no se daba puntada sin hilo, siempre lo digo, y se aprovechaba cualquier elemento para dejar una lección moral, catequética o popular al observador, valiéndose de símbolos que en aquellos días todos comprendían, pero que hoy nos las vemos y nos las deseamos para percibir medianamente.

Así, independientemente de rosca o arquivolta, nos encontramos con dos filas de flores de cuatro hojas, las tantas veces mencionadas tetrapétalas, las cuales presentan una característica que puede verse en más sitios de Asturias: en el centro tienen un punto o botón. ¿Y por qué? Volvamos a la numerología.


Tetrapétalas con botón central

El punto es el principio, la causa primigenia; el origen de toda creación es el UNO y el uno es la unidad, el Ámbito Divino y en el Uno se manifiesta la actividad creadora de Dios. Y aquí está en el centro de la flor de CUATRO hojas. 

            ¿Y por qué cuatro y no otro número?

Pues porque el CUATRO, el “sagrado cuatro” de los pitagóricos, que lo tomaban por representación de la Justicia, es para nuestros constructores medievales el número de la plenitud y la simetría del Mundo, la obra perfecta y plena de Dios, y se le relaciona con la tierra y lo terrenal, lo material, lo manifestado, el universo físico. Simplificando, el CUATRO es el número del mundo.

Entonces, ¿qué es lo que tenemos en estas flores de cuatro hojas y un punto en el centro? Quien esto escribe se atrevería a afirmar que estamos ante un símbolo inequívoco del mundo (la flor) creado, generado y regido por Dios, el cual es representado por el botón que está en el centro, para manifestar su Creación, señorearla y generar vida.

¿Algo más que añadir?

Pues sí. 

Las hojas aparecen en dos zonas de la ventana, aunque en la descripción formal solo se habla de una, la

“… arquivolta de medio punto, decorada con diez tetrapétalas enfiladas”, 

lo cierto es que debajo, en la piedra que forma la rosca del arco, tenemos otras CUATRO flores con su correspondiente punto central que no podemos dejar pasar por alto, pues son una especie de confirmación del símbolo que nos dice que por esa estrecha aspillera pasa la Luz del Mundo que va a iluminar a la Iglesia. Cuatro flores botonadas de cuatro hojas formando el arco que cobija la luz no puede ser ni una casualidad ni una coincidencia, es una obra que denota una intencionalidad muy bien calculada para elegir el símbolo del mundo regido por Dios. CUATRO veces el número CUATRO. Quien tenga oídos, oiga.


Cuatro tetrapétalas en la rosca del arco


Ahora bien, a poco que prestemos atención, entre estas cuatro flores tetrapétalas veremos insertadas tres hojas en forma de triángulos acorazonados que podrían pasar desapercibidos si miramos apresuradamente (primera norma: al canecillo y al capitel…)


Esto nos remite nuevamente a la numerología.

El TRES es EL TODO. Dijimos que está relacionado con la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), pero va más allá de eso sin salirse de la idea, pues también significa PARA SIEMPRE. También es LA PERFECCIÓN de Dios relacionado a su creación, pasado, presente y futuro; tiempo, espacio y materia; memoria, entendimiento y voluntad 

Es decir, que nuevamente en esta sencilla piedra tenemos una reválida del símbolo: Dios, que está en el centro de su creación perfecta, el mundo, lo estará iluminando para siempre en su Iglesia.

Y al igual que no es coincidencia ni casualidad que aparezca CUATRO veces el número CUATRO, tampoco lo es que aparezca TRES veces el número TRES. La intencionalidad es clara.

Tres hojas acorazonadas de tres puntas cada una entre las cuatro tetrapétalas

No hemos acabado. Las flores están también en la arquivolta del arco, esta vez en número de diez. Es decir, el mensaje de las flores está en DOS sitios.

Diez tetrapétalas botonadas en la arquivolta del arco

La cualidad del número DOS es que para los pitagóricos era la ratificación del UNO. Y si la Unidad es Dios, su ratificación es LA SANTIDAD. ¿Hace falta que expliquemos este extremo? Creemos que no, parece que está claro que Dios manda su Luz al Mundo para que los fieles alcancen la santidad y den alabanza de su gloria. ¿Dónde es el mejor sitio? En el seno de su Iglesia, en el interior del templo, donde entra su Luz cada amanecer por la ventana desde hace casi mil años.

Que no, que no hemos acabado.

¿Por qué hay DIEZ flores? ¿Será porque son las que caben y no nueve ni once? No, a estas alturas ya conocemos la segunda norma: nadie daba puntada sin hilo.

El número DIEZ expresa la totalidad, el orden divino o el conjunto completo de algo y tal vez la máxima expresión de ello sea la tabla conteniendo los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.

¿Es esto convincente? ¿El conjunto completo de Dios Iluminando a la Iglesia puede ser lo que simbolizan estas diez flores? No acaba de encajar, parece que falta algo.

Busquemos. Tenemos los siguientes datos:

El UNO simboliza la DIVINIDAD.

El DOS simboliza la SANTIDAD.

El TRES simboliza la PERFECCIÓN ETERNA

El CUATRO simboliza el MUNDO.

El DIEZ simboliza el ORDEN DIVINO.

Lo mejor que podemos hacer con estas cifras, la operación aritmética más sencilla, es sumarlas. Así tendremos que:

1 + 2 + 3 + 4 = 10

¡Caramba! ¿Va a ser cierto que nadie daba puntada sin hilo? ¿Hay que explicar que la unión en el Mundo de la Divinidad y la Santidad forman una perfección para siempre bajo la protección del Orden Divino y que lo ratifica cual notario la soga de la chambrana?

Ahora sí que cuadran las flores con el botón en el centro, querida Dulce María, ahora sí. El símbolo estaba ahí, siempre estuvo ahí.

Los otros dos elementos que decoran la ventana también son susceptibles de interpretación. En lo que se refiere a los 

“… dos cuadrúpedos con melena el [capitel] izquierdo…”, 

no podemos olvidar que el animal con melena siempre suele ser, y aquí parece que es, el león, símbolo por excelencia de Jesucristo, podríamos dar muchas explicaciones del porqué de esta identificación, pero ¿para qué? Baste con decir que el León de Judá, el descendiente de David y Rey de los Cielos, es representado por el rey de los animales. Más o menos y por abreviar.

Leones compartiendo la cabeza. Capitel izquierdo

Pero ojo, que en nuestro monasterio hay algo más que dos cuadrúpedos con melena, y es que estos dos cuadrúpedos, estos dos leones, comparten una misma cabeza y una vez más podemos apostar por la afirmación de que es una simbología de que el león, Jesucristo, es una sola persona (cabeza) pero con dos naturalezas, la divina y la humana (los dos cuerpos).

Representación de helechos en el capitel derecho

Para terminar, nos quedarían las “hojas rizadas” del capitel derecho, y que todo apunta a que son frondes de helecho, también presentes en la portada del edificio. Para no extendernos demasiado, baste con dar la interpretación que de este vegetal hacía Santa Hildegarda, doctora de la Iglesia, también del siglo XII y por tanto contemporánea del monsterio, quien entre varias obras escribió una titulada Physica, que es un tratado de medicina de la época; en el primer libro titulado “De plantis” se dedica a recoger las propiedades de las plantas y escribe: 

“...el jugo del helecho está destinado a la sabiduría, y por su dignidad natural, o en el ámbito de la rectitud natural, representa o vale para simbolizar el bien y la virtud”.

Con estas palabras podría dar a entender que la sabiduría consiste en la honradez natural como expresión del bien y de la virtud, al mismo tiempo que atribuye al helecho un simbolismo de franqueza y sinceridad.

Entonces, ya tendríamos servida la interpretación completa de la humilde ventana del monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva: "La doble personalidad de Jesús, la divina y la humana, y la honradez del hombre sustentan que Dios Todopoderoso continúe desde el principio de los tiempos iluminando al mundo y a su Iglesia, contra la que no prevalecerán las puertas del infierno". Por encima de todo, la chambrana sogueada. Sabemos que las sogas sirven para atar: esto quedaría atado y escrito en piedra para que la memoria dure por los siglos de los siglos.

La chambrana sogueada ata y cierra la simbología
de la ventana absidial del monasterio de San Pedro de Villanueva

Y como siempre, admitiendo que hay tantas interpretaciones como intérpretes, estamos abiertos a otras opiniones, pero sin abandonar jamás el principio de la parsimonia: si un problema tiene varias soluciones aceptables, la más sencilla suele ser la más probable.

Saludos y feliz verano.


Antonio García Francisco.

Alange, julio de 2022