“El universo está determinado por números. Todo tiene un número y sin número nada puede concebirse.” Filolao de Crotona, filósofo y matemático griego del siglo V a.C
Llegó el momento tantas veces procrastinado de enfrentarse a la ventana que podemos disfrutar en el ábside central del monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva. Me lo debo a mí mismo, pero ante todo se lo debo a nuestra amiga Dulce María, intérprete e interpretadora de los símbolos románicos, conocedora de cada piedra y cada marca del edificio y a quien intrigaban las tetrapétalas con botón central que la adornan, cuatro en la rosca monolítica del arco de medio punto y diez en la arquivolta.
Ventana absidial del monasterio de San Pedro de Villanueva |
Antes de
comenzar hay que decir por si algún despistado lo ha olvidado, que los
edificios románicos eran construidos con gruesos muros en los que apenas se
abrían vanos para iluminar el interior. La razón no era otra que tenían que
soportar pesadas bóvedas de piedra y se necesitaba un muro macizo y compacto
que pudiera sostener esta techumbre. No obstante, a veces no queda más remedio
y se abren estrechas ventanas enriquecidas enmarcándolas con arquivoltas,
columnillas y capiteles. Tal es el caso de la nuestra, la que vamos a intentar
interpretar a la vez que la describimos.
Dependiendo
del tamaño del ábside o de los ábsides o absidiolos, se suelen abrir ninguna,
una o tres ventanas. Ninguna cuando el templo es pequeño y la luz
de la puerta o de un óculo o saetera en el hastial opuesto es suficiente, además
de cuando el miedo al derrumbe pudiera estar justificado por muchos motivos,
entre ellos la intuición o la poca experiencia del maestro. O el exceso de la
misma.
Cabecera del templo monástico |
¿Y por qué se abrían una o tres ventanas?
En el constructor medieval pesaba mucho el conocimiento de las ideas del mundo pitagórico, y la numerología es una asignatura muy presente. Las iglesias serán orientadas desde su planteamiento en el eje canónico Este-Oeste, de manera que la cabecera siempre era dirigida hacia el Oriente y los pies hacia el Poniente. Jesús nació en Oriente y de Oriente nos viene cada día el Sol iluminando la tierra, lo cual hay que aprovechar porque ya nos sirve para iluminar el templo por la o las ventanas que pongamos en la cabecera, nos sirve en bandeja el primer símbolo: cuando solo hay una ventana podemos interpretar que el Sol es una clara representación de Jesucristo, Sol de Justicia, que desde el primer momento del día ilumina a su Iglesia con su Luz del mismo modo que la luz del sol (con minúscula) ilumina la iglesia (con minúscula) con la suya a través de la aspillera.
Orientación en el eje Este-Oeste del templo del monasterio de San Pedro de Villanueva. |
Sí, pero ¿por qué tres?
Bien, en
numerología cada cifra tiene sus cualidades. Así, si el UNO lo acabamos
de aceptar como una representación de la Divinidad y, por extensión, de Jesús,
cabe pensar que el TRES, aunque Dios no tiene número, peso ni medida,
esté relacionado con la Santísima Trinidad y el símbolo sea exactamente el
mismo puesto que Dios es uno y trino.
Puestos ya en
situación, sabiendo por qué la ventana está ahí y no en otro sitio, podemos
pasar a hacer una observación más detenida.
Ventana |
“… la [ventana] del ábside central es mayor y se ornamenta con cuidados relieves; arranca de una moldura, acotada por las dos columnas, y está recorrida horizontalmente por dos incisiones en su parte superior y un friso de dientes de sierra en la inferior. Se remata con una arquivolta de medio punto, decorada con diez tetrapétalas enfiladas y guardapolvo con sogueado; la rosca arranca de impostas desarrolladas, decoradas con roleos en su mitad inferior y apoya en dos columnillas de fuste liso, monolítico y basas áticas, que soportan capiteles finamente esculpidos con hojas rizadas el derecho, y dos cuadrúpedos con melena el izquierdo”.Enciclopedia del Románico en Asturias pág. 1.057
Nada que objetar, pero tampoco nada que nos aclare el porqué de la presencia de esas tetrapétalas enfiladas, la chambrana (me niego a llamar guardapolvo a esa pequeña moldura) sogueada, las frondes de helecho de un capitel y los cuadrúpedos con melena del otro, y aquí empezamos la tarea de tratar de añadir más elementos interpretados al que ya tenemos de la orientación.
En la
arquitectura y escultura románica no se daba puntada sin hilo, siempre lo digo,
y se aprovechaba cualquier elemento para dejar una lección moral, catequética o
popular al observador, valiéndose de símbolos que en aquellos días todos
comprendían, pero que hoy nos las vemos y nos las deseamos para percibir
medianamente.
Así, independientemente de rosca o arquivolta, nos encontramos con dos filas de flores de cuatro hojas, las tantas veces mencionadas tetrapétalas, las cuales presentan una característica que puede verse en más sitios de Asturias: en el centro tienen un punto o botón. ¿Y por qué? Volvamos a la numerología.
Tetrapétalas con botón central |
El punto es el principio, la causa primigenia; el origen de toda creación es el UNO y el uno es la unidad, el Ámbito Divino y en el Uno se manifiesta la actividad creadora de Dios. Y aquí está en el centro de la flor de CUATRO hojas.
¿Y por qué cuatro y no otro número?Pues porque el CUATRO, el “sagrado cuatro” de los pitagóricos,
que lo tomaban por representación de la Justicia, es para nuestros
constructores medievales el número de la plenitud y la simetría del Mundo, la
obra perfecta y plena de Dios, y se le relaciona con la tierra y lo terrenal,
lo material, lo manifestado, el universo físico. Simplificando, el CUATRO es el número del mundo.
Entonces,
¿qué es lo que tenemos en estas flores de cuatro hojas y un punto en el centro?
Quien esto escribe se atrevería a afirmar que estamos ante un símbolo inequívoco del mundo (la
flor) creado, generado y regido por Dios, el cual es representado por el botón que
está en el centro, para manifestar su Creación, señorearla y generar vida.
¿Algo más que
añadir?
Pues sí.
Las hojas aparecen en dos zonas de la ventana, aunque en la descripción formal solo se habla de una, la
“… arquivolta de medio punto, decorada con diez tetrapétalas enfiladas”,
lo cierto es que debajo, en la piedra que forma la
rosca del arco, tenemos otras CUATRO flores con su correspondiente
punto central que no podemos dejar pasar por alto, pues son una especie de confirmación
del símbolo que nos dice que por esa estrecha aspillera pasa la Luz del Mundo
que va a iluminar a la Iglesia. Cuatro flores botonadas de cuatro hojas formando
el arco que cobija la luz no puede ser ni una casualidad ni una coincidencia,
es una obra que denota una intencionalidad muy bien calculada para elegir el
símbolo del mundo regido por Dios. CUATRO veces el número CUATRO.
Quien tenga oídos, oiga.
Cuatro tetrapétalas en la rosca del arco |
Ahora bien, a
poco que prestemos atención, entre estas cuatro flores tetrapétalas veremos
insertadas tres hojas en forma de triángulos acorazonados que podrían pasar
desapercibidos si miramos apresuradamente (primera norma: al canecillo y al
capitel…)
Esto nos
remite nuevamente a la numerología.
El TRES
es EL TODO. Dijimos que está relacionado con la Santísima Trinidad
(Padre, Hijo y Espíritu Santo), pero va más allá de eso sin salirse de la idea,
pues también significa PARA SIEMPRE. También es LA PERFECCIÓN de
Dios relacionado a su creación, pasado, presente y futuro; tiempo, espacio y
materia; memoria, entendimiento y voluntad…
Es decir, que
nuevamente en esta sencilla piedra tenemos una reválida del símbolo: Dios,
que está en el centro de su creación perfecta, el mundo, lo estará iluminando para
siempre en su Iglesia.
Y al igual
que no es coincidencia ni casualidad que aparezca CUATRO veces el número
CUATRO, tampoco lo es que aparezca TRES veces el número TRES.
La intencionalidad es clara.
Tres hojas acorazonadas de tres puntas cada una entre las cuatro tetrapétalas |
No hemos
acabado. Las flores están también en la arquivolta del arco, esta vez en número
de diez. Es decir, el mensaje de las flores está en DOS sitios.
Diez tetrapétalas botonadas en la arquivolta del arco |
La cualidad
del número DOS es que para los pitagóricos era la ratificación del UNO.
Y si la Unidad es Dios, su ratificación es LA SANTIDAD. ¿Hace falta que
expliquemos este extremo? Creemos que no, parece que está claro que Dios manda
su Luz al Mundo para que los fieles alcancen la santidad y den alabanza de su
gloria. ¿Dónde es el mejor sitio? En el seno de su Iglesia, en el interior del
templo, donde entra su Luz cada amanecer por la ventana desde hace casi mil años.
Que no, que
no hemos acabado.
¿Por qué hay DIEZ
flores? ¿Será porque son las que caben y no nueve ni once? No, a estas alturas
ya conocemos la segunda norma: nadie daba puntada sin hilo.
El número
DIEZ expresa la totalidad, el orden divino o el conjunto
completo de algo y tal vez la máxima expresión de ello sea la tabla
conteniendo los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.
¿Es esto
convincente? ¿El conjunto completo de Dios Iluminando a la Iglesia puede ser lo
que simbolizan estas diez flores? No acaba de encajar, parece que falta algo.
Busquemos.
Tenemos los siguientes datos:
El UNO
simboliza la DIVINIDAD.
El DOS
simboliza la SANTIDAD.
El TRES
simboliza la PERFECCIÓN ETERNA
El CUATRO
simboliza el MUNDO.
El DIEZ
simboliza el ORDEN DIVINO.
Lo mejor que
podemos hacer con estas cifras, la operación aritmética más sencilla, es
sumarlas. Así tendremos que:
1 + 2 + 3 + 4
= 10
¡Caramba! ¿Va
a ser cierto que nadie daba puntada sin hilo? ¿Hay que explicar
que la unión en el Mundo de la Divinidad y la Santidad forman una perfección
para siempre bajo la protección del Orden Divino y que lo ratifica cual notario
la soga de la chambrana?
Ahora sí que cuadran las flores con el botón en el centro, querida Dulce María, ahora sí.
El símbolo estaba ahí, siempre estuvo ahí.
Los otros dos elementos que decoran la ventana también son susceptibles de interpretación. En lo que se refiere a los
“… dos cuadrúpedos con melena el [capitel] izquierdo…”,
no podemos olvidar que el animal con melena siempre suele ser, y aquí parece que es, el león, símbolo por
excelencia de Jesucristo, podríamos dar muchas explicaciones del porqué de esta
identificación, pero ¿para qué? Baste con decir que el León de Judá, el
descendiente de David y Rey de los Cielos, es representado por el rey de los
animales. Más o menos y por abreviar.
Leones compartiendo la cabeza. Capitel izquierdo |
Pero ojo, que
en nuestro monasterio hay algo más que dos cuadrúpedos con melena, y es que
estos dos cuadrúpedos, estos dos leones, comparten una misma cabeza y una vez
más podemos apostar por la afirmación de que es una simbología de que el
león, Jesucristo, es una sola persona (cabeza) pero con dos naturalezas, la
divina y la humana (los dos cuerpos).
Representación de helechos en el capitel derecho |
Para
terminar, nos quedarían las “hojas rizadas” del capitel derecho, y que todo
apunta a que son frondes de helecho, también presentes en la portada del
edificio. Para no extendernos demasiado, baste con dar la interpretación que de
este vegetal hacía Santa Hildegarda, doctora de la Iglesia, también del siglo
XII y por tanto contemporánea del monsterio, quien entre varias obras escribió
una titulada Physica, que es un tratado de medicina de la época; en el
primer libro titulado “De plantis” se dedica a recoger las propiedades
de las plantas y escribe:
“...el jugo del helecho está destinado a la sabiduría, y por su dignidad natural, o en el ámbito de la rectitud natural, representa o vale para simbolizar el bien y la virtud”.
Con estas
palabras podría dar a entender que la sabiduría consiste en la honradez natural
como expresión del bien y de la virtud, al mismo tiempo que atribuye al helecho
un simbolismo de franqueza y sinceridad.
Entonces, ya
tendríamos servida la interpretación completa de la humilde ventana del
monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva: "La doble personalidad de
Jesús, la divina y la humana, y la honradez del hombre sustentan que Dios
Todopoderoso continúe desde el principio de los tiempos iluminando al mundo y a su
Iglesia, contra la que no prevalecerán las puertas del infierno". Por encima de
todo, la chambrana sogueada. Sabemos que las sogas sirven para atar: esto
quedaría atado y escrito en piedra para que la memoria dure por los siglos de
los siglos.
La chambrana sogueada ata y cierra la simbología de la ventana absidial del monasterio de San Pedro de Villanueva |
Y como
siempre, admitiendo que hay tantas interpretaciones como intérpretes, estamos
abiertos a otras opiniones, pero sin abandonar jamás el principio de la
parsimonia: si un problema tiene varias soluciones aceptables, la más
sencilla suele ser la más probable.
Saludos y feliz verano.
Antonio
García Francisco.
Alange,
julio de 2022
¡Estupendo como siempre, querido Antonio!
ResponderEliminarMe ha encantado leer esta interpretación y he aprendido mucho. Ya no veré nunca más del mismo modo esa ventanita del ábside.
La espléndida rosca del arco impacta por su belleza y también por su significado. Parece tallada en una única pieza, es una maravilla.
Las siete piezas que componen la arquivolta con sus diez flores tetrapétalas, están colocadas de forma asimétrica. Algunas piezas tienen dos flores y otras una. Llama mucho la atención que haya flores cortadas (una de ellas mucho). Parece que no encajan bien en el arco, que hayan sido aprovechadas o que el arco fue modificado. No me imagino una chapuza semejante (con perdón) de la persona que fue capaz de hacer pensar y hacer ese primor de ventana. ¿Qué te parece a ti? Si fue modificada, cortando piezas de forma tan descuidada ¿queda comprometida la interpretación del símbolo del diez que propones para la arquivolta?
Gracias por enseñarnos tantísimas cosas y por explicárnoslas de una manera tan genial. Ya estoy deseando verte y escucharte de nuevo en la entrañable biblioteca benedictina el Parador Cangas.
Muchas gracias por tus palabras siempre amables, Geli.
ResponderEliminarNo se me había pasado la observación de las diez tetrapétalas contenidas en las siete dovelas de la arquivolta; evidentemente si dividimos diez entre siete alguna flor tiene que ir colocada algo asimétrica o en las juntas, pero lo más llamativo es lo que dices, que una parece cortada, pero no es cosa infrecuente, sobre todo en cornisas donde esas faltas se aprecian menos por la altura.
De todos modos, no era normal "retrazar" las piedras, pues se tallaban sobre plantillas, y aquí no se aprecian muestras de haber sido rehecha la ventana. Tal vez fuera conveniente medir la "flecha" del arco, es decir, su radio desde el punto central de la línea de las impostas a ver si está movida alguna pieza o si todas son equidistantes.
También hay que apreciar que en el monasterio trabajaron varias manos quizás de diferentes talleres, basta con contemplar la finura de los capiteles de las columnas del ábside, de la portada y del interior y lo poco esmeradas que parecen las figuras de algunos canecillos y metopas, perteneciendo aparentemente la ventana a las manos de este segundo grupo de canteros menos expertos. Además, estropear una piedra tenía sanciones económicas muy fuertes, amén de tenerla que repetir gratis y fuera del horario laboral normal, o sea que puede que la metieran a presión negociando alguna rebaja en el precio, pues labrar una dovela lisa lleva una jornada y media y si es esculpida algo más, no pudiéndose retrasar la ventana varios días porque los albañiles no podían parar, tenían que seguir colocando sillares encima para mantener el orden de la hilada.
De todos modos, no quise abundar demasiado en el tema, lo primero porque podría recargar la entrada y lo segundo, porque tal vez sea una casualidad o una necesidad arquitectónica que hubiera siete dovelas y no nueve, por ejemplo, aunque ahora que lo pienso, igual debería de haberlo hecho ya que el siete es un número cargadísimo de simbología.
La cualidad del Siete comunica la idea de "obra acabada", pues fue el séptimo día cuando Dios descansó tras terminar la creación, pero ante todo y sobre todo, es un número particularmente especial que se obtiene sumando tres, cifra impar de la Trinidad divina, y cuatro, cifra par del mundo, lo cual, para mí especialmente (hay tantas interpretaciones como intérpretes) el siete es la esencia del Perdón, así, con mayúsculas, y creo que lo dedujeron hace siglos después de leer que la plenitud del perdón consiste en perdonar 70 veces 7 en el evangelio de san Mateo, capítulo 18, versículos 21 y 22.
Pero claro, como dije, tal vez siete es el número que debían utilizar en la arquivolta y era meter esta apreciación un poco con calzador.
En fin, deseando estoy yo también de volver a vernos y pasar un rato agradable en la biblioteca.
por supuesto la guia tenia razon. es la Santisima Trinidad de Rublev, seguramente. Andrei Rublev, monje e iconografo, uno de los mas importantes de la historia Y uno de sus iconos mas conocido es justamente la Trinidad que esta inspirada el en pasaje biblico donde aparecen los tres arcangeles pero en el icono representan al Padre, al Hijo y al ES
ResponderEliminarno se trata de que cada uno tenga una interpretacion de las cosas como le de la gana, se trata de que seguramente la guia estaba explicando que ese cuadro era el icono de rublev
Efectivamente, estaba contemplando la Santísima Trinidad de Rublev, era el año 1981 y yo no tenía ni idea de nada, lo entendí y comprendí muchos años después, teníamos una barrera idiomática y otra cultural entre la guía y no solo yo, sino los miembros del grupo, todos educados en una fe católica romana que desconocía completamente la católica griega. No le quepa duda de que saqué una magnífica experiencia, pero lamentablemente, muchos años después, ojalá alguien en ese momento me hubiera dicho de otra manera lo que estaba contemplando, entre otras cosas porque lo hubiera disfrutado mucho más. Saludos cordiales.
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio, por su respuesta, y seguro a muchos no hubiera pasado lo mismo
ResponderEliminarde todas formas qué gran experiencia la de ver ese ícono en Rusia en el 81. Muchísimas gracias por compartirlo