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miércoles, 10 de febrero de 2021

Los mensarios medievales.


A finales de diciembre todos tenemos ya un calendario en casa. Para conseguirlo, estuvimos atentos para que nos lo regalasen en el banco, en la tintorería o en la tienda que visitamos durante todo el año, que tienen ese detalle con nosotros. Total, una fotografía con las faldillas de los doce meses y la numeración de los días ordenados por semanas, colgando para que las vayamos cortando cuando llega el último día de cada mes, eso es lo que entendemos hoy por calendario.

Sin embargo, en la antigua Roma, de donde procede el concepto, el calendarium era una referencia a las calendae, las calendas, el primer día de cada mes romano en el cual debían pagarse los alquileres y/o los intereses de los préstamos. Era un lío el que se traían los romanos con su calendario lunar con meses de 29 ó 30 días. El primer día de mes eran las calendas, que coincidían con la luna nueva; el día de la luna llena, o sea, el 15 ó el 17, según la duración del mes, eran los idus. Entre medias estaban las nonas. La calendación por este sistema es algo complicada de explicar y no merece la pena hacerlo en este momento, aunque es útil conocerlo para datar documentos.

Durante la Edad Media, en el siglo XII, apareció un nuevo tipo de calendario. No era precisamente un calendario de bolsillo, no. Eran los mensarios, calendarios en los que no se marcan los días uno a uno, sino que en ellos se simbolizan, esculpidos en piedra, los trabajos y los descansos agrícolas, que corresponden a cada mes. Existe un repertorio común que, en líneas generales, se repite en la mayor parte de los mensarios, como las escenas de vendimia en otoño, la matanza en invierno o actividades lúdicas en primavera, con ciertas peculiaridades dependiendo del clima de cada zona, las cuales determinan que en unos sitios la siega sea en junio y en otros en julio, o que la matanza del cerdo caiga en noviembre o en enero, aunque hay escenas comunes como el mes de mayo, que por lo general se reserva para la representación de la caza de cetrería o para la guerra.


Son varios los que podemos disfrutar en España. Los tenemos en pintura, el más famoso en el Panteón Real de San Isidoro de León, los tenemos bordados, como el Tapiz de la Creación de la catedral de Gerona, y los tenemos esculpidos, como en la iglesia de Beleña de Sorbe, Guadalajara, del que va a tratar esta entrada; el de la iglesia de San Claudio en Zamora; el de la iglesia de San Esteban Protomártir en Hormaza, Burgos; San Bartolomé de Campisábalos, Guadalajara; Santa María la Real de Nieva, Segovia; el disperso de Nuestra Señora de la Asunción de Duratón, Segovia… que yo conozca, porque hay más.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              Lo que vamos a hacer es describir la iconografía de los mensarios guiándonos principalmente por el de la portada románica, siglo XII ,de la iglesia de San Miguel, en Beleña de Sorbe, Guadalajara, con algunas comparaciones con otros, principalmente el de Hormaza, Burgos, o el del monasterio de Nuestra Señora de la Soterraña, en Santa María la Real de Nieva, Segovia, ya en un estilo románico tardío del siglo XIV a XV.

Solo para hacernos una idea, pues Google nos envía por autovías modernas.

Tanto los de Beleña de Sorbe como el de Hormaza, están esculpidos en la arquivolta de la portada, ocupando todas las dovelas, mientras que el segoviano se encuentra en capiteles del claustro.




Evidentemente, un mensario como sucesión de meses, tiene que comenzar por Enero, pero en Beleña tenemos antes que nada un ángel sonriente, y final de todo la cabeza de un negroide de ojos saltones y cabellos rizados, entre medias están las representaciones de los meses. Autores hay que afirman que esto significa que el año va a transcurrir entre el bien (el ángel) y el mal (el negro).

Me sumaría a esta interpretación si no fuera porque me da la impresión de que el ángel está hablando y es San Miguel recordando a los hombres la sentencia divina dictada en Gn 3,19:

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas al suelo”.

 Lo que a continuación viene sería la evocación del trabajo como castigo por el mismísimo Dios a Adán y sus descendientes, pero, y esta es la diferencia con otros mensarios, la sucesión de trabajos no se limita a una simple descripción, sino que se integran en una misma y sola historia, que es la de pecado y salvación. 

¿Y el negroide? Pues está ahí representando, efectivamente, al demonio, ya lo hemos visto en más iglesias, como en San Pedro de Caracena, Soria. El ángel enseña a los hombres los trabajos y descansos; el demonio espera al final del ciclo a los incumplidores. El año transcurre entre el bien y el mal. O también, el ángel enseña que el trabajo es la penitencia del pecado original, necesaria para llegar a la salvación, pues, de lo contrario, nos espera el Malo, el negro.


Una tercera interpretación alude a que, tanto el ángel como el negroide, son figuras apotropaicas para proteger al año. El ángel invocaría protección cristiana y el negroide invocaría la protección pagana.


En Hormaza, al principio del mensario hay un becerro y al final nos encontramos un lobo. Creo que tiene el mismo sentido. El año transcurre entre el bien y el mal, o son símbolos apotropaicos para que el año traiga lo bueno y aleje lo malo.


Sea como sea, el protagonista es, sin lugar a dudas, el campesino. 

Y pasamos a la descripción.

Comienzan los mensarios con el mes de enero.

Enero.

Enero frío y sereno inaugura un año bueno.

En enero el agua se hiela en el puchero.

 En el de Beleña se representa este mes con la matanza del cerdo. Un poco tardía pudiera parecer, suele hacerse en noviembre (a cada cerdo le llega su San Martín, reza el refrán), pero no en todos los sitios hace el mismo frío para luego conservar la matanza. En otros mensarios, como el de San Isidoro de León, enero, Januarius, el mes que los romanos dedicaban al dios Jano, en el que se hacían regalos y se deseaban felicidad y fortuna, comienza precisamente con con a representación del dios Jano, el dios de las puertas (puerta en latín es janua; porta se destina a otros menesteres), Jano Bifronte que con sus dos caras mira al pasado con una y al futuro con otra. En otros mensarios, como Santa María la Real de Nieva, aparece la escena de un anciano calentándose al fuego y, junto al anciano (pasivo) que se calienta, un joven (activo) acerca un largo espetón para calentar una vianda en el fuego. El anciano representa el año viejo y el joven simboliza el año nuevo. 

Enero. San Isidoro de León. Representado por el dios romano Jano, el dios de las puertas,
Santa María la Real de Nieva. El viejo con los pies cansados y el joven hambriento
Beleña de Sorbe. Representación de la matanza del cerdo

Hormaza. Calentando el caldero.

Febrero.

 En febrero, un rato al sol y otro al humero.

Febrero loco, que sacó a su padre al sol y le apedreó.

Recibe su nombre del mes romano Februarius dedicado a Februo, después Plutón, dios de la purificación. Es un mes muy frío e inestable, en nuestro mensario se representa en Beleña de Sorbe por un campesino que se calienta en una hoguera, para lo cual se levanta la saya y se le ven los genitales. Esta escena aparece en muchos sitios. Como en este mes no se pueden hacer trabajos exteriores, en S.M.L.R. de Nieva el mes de Febrero es el de los trabajos artesanales. En este caso se ambienta en un taller de zapatería en el que se aprecia una repisa con varios pares de zapatos al fondo, unas tijeras y al propio zapatero trabajando con un objeto en sus manos, probablemente en el momento de coser un zapato. En Hormaza, no sé por qué, se representa a un hombre cazando pájaros y cogiendo nidos con un perro, quizás porque no tiene otra cosa que hacer por estar el campo dormido. De todos modos, no es época de nidos. En Duratón, Segovia, se representa por un hombre trabajando el cuero, como el zapatero de Nieva.

Duratón (Segovia) El mes de febrero aprovechado para trabajar cuero.
Beleña de Sorbe y Santa María la Real de Nieva
Aldeano calentándose al fuego y otro haciendo o reparando calzado.
Iconografía de Febrero y Marzo en Hormaza



Marzo.

El que poda en marzo, vendimia en el regazo.

Dedicado por los romanos al dios Marte, inicia la primavera. Ya hace buen tiempo y el campesino de Beleña sale al campo a podar y calzar las vides, para que se puedan recoger al final del verano los frutos de este cultivo tan importante que aportaba calorías a un campesinado que comía poca carne.


Izquierda, Beleña de Sorbe. Derecha, Duratón. Ambos viñadores usan una hachuela similar.

Capitel de Santa María la Real de Nieva en que se representan Marzo y Abril.

Abril.

En Abril, cortas un cardo y te crecen mil

Dedicado por los romanos a la diosa etrusca Apru, probablemente relacionada con Afrodita griega. Otros dicen que a la diosa Flora. Es el mes de la regeneración de la naturaleza. 

En la antigua Roma, Robigus, el espíritu que hacía surgir la vegetación, era homenajeado el 25 de abril mediante ofrendas florales con el fin de propiciar buenas cosechas. En este mes nacen las flores y se representa con una joven con ramos, aunque en S.M.L.R. de Nieva es un hombre montado a caballo. 

Mes de abril, Duratón, Segovia.
Mes de Abril, Beleña de Sorbe, Guadalajara.


Mayo.

Norabuena venga mayo, el mejor mes de todo el año.

 Era el mes de la diosa Maia, madre de Mercurio y diosa de la fertilidad, es el mes primaveral por excelencia, el más largo. En los calendarios medievales uno de los distintivos sociales del caballero era la práctica de la cetrería, que se practicaba en este mes, lo cual le convierte en el mes de los caballeros por excelencia. Los primeros testimonios de esta iconografía se encuentran en Beleña de Sorbe y en San Esteban de Hormaza, mientras que en S.M.L.R. de Nieva un caballero porta una rama florida sobre su hombro mientras sostiene un halcón con la mano izquierda.

Noble cazando con halcón. Beleña de Sorbe

                                                                    Noble cazando con halcón. Duratón

Capitel que representa a Marzo y Junio en Santa María la Real de Nieva.


Junio.

En junio, la hoz en el puño.

Consagrado a la diosa Juno esposa oficial de Júpiter y, por asociación, reina de los dioses, es, en la zona que estamos tratando, el mes de las labores agrícolas de limpieza de sembrados para que en la próxima siega no se mezclen plantas nocivas. En los tres mensarios que estamos comparando se representan escenas de escarda, en Burgos y Segovia con azada, en Guadalajara con hoz.

Junio. Hormaza, Burgos.

Beleña de Sorbe, Guadalajara

Julio.

En julio, se coge el trigo maduro.

Dedicado en otros tiempos a Julio César, es el mes de la siega en Castilla. Un campesino encorvado se protege del sol estival mediante un sombrero de paja. Se halla en plena faena, sujetando un haz de espigas con una mano al tiempo que, con la hoz que porta en la otra, se dispone a cortarlo por la mitad. Se constatan ciertas peculiaridades que se hallan en consonancia con las características locales. Así, en el calendario de Beleña, se ha incluido un motivo habitual en las escenas estivales de los calendarios hispanos, es el botijo, en alusión a la sed estival y a la fatiga en los trabajos agrícolas, derivada del calor propio del mes.

Beleña de Sorbe. Véase el detalle del botijo.


Santa María la Real de Nieva. Julio y Agosto

Detalle del mensario de Hormaza. Julio y otros meses.

Agosto.

Quien no trilla en agosto, trilla de mal rostro.

Dedicado en otros tiempos a Augusto, es el mes de la trilla. El primer testimonio que conservamos en España de esta representación es el correspondiente al mensario de Beleña del Sorbe, donde aparece el campesino sentado en un trillo tirado por bueyes, postura en la que favorece la labor gracias a la presión de su propio peso. En cambio, en Nieva y en Hormaza están desgranando las espigas con sendos mallos. 


Beleña de Sorbe.

Septiembre.

En septiembre, el viñador coge los racimos de dos en dos. 

Por septiembre, quien tenga trigo que siembre.

Septiembre, el mensis septembris o séptimo del calendario romano, es el mes de la vendimia y posterior pisado de la uva.Con un carácter enormemente realista, se plasma correctamente la imagen de un solo hombre (lo normal serían dos) cortando los racimos. Tiene un cesto a los pies para colocarlos correctamente sin que se rompan las uvas. Así aparece en Hormaza y en Beleña, mientras que en SMLR de Nieva este mes es representado por un hombre arando con arado romano, escena que en otros sitios se produce en octubre. Cosas de la climatología.

Beleña de Sorbe. Vendimia

Santa María la Real de Nieva. Por la diferente climatología, ya están arando.

Octubre

Por San Simón y San Judas, cogidas son las uvas, tanto las verdes como las maduras.

En octubre, el cerdo bajo el roble para que engorde.

Las faenas relativas a la vendimia culminan en el mes de octubre, cuando el campesino, cargado con un odre a hombros, se dispone a verter el vino en una cuba. Así aparece en los tres mensarios que estamos comentando.

También son octubre y noviembre meses de engorde del cerdo, y así se representa en el mensario de León. Seguimos dependiendo de la climatología de cada zona.



Beleña de Sorbe. Pasando vino del odre al barril.



Santa María la Real de Nieva. Trasegando vino del odre a la cuba.

San Isidoro de León. Mes de octubre. Cebando al cerdo

Noviembre.

A cada puerco le llega su San Martín.

             En noviembre, el labrador que are y siembre.

             Acabando noviembre, quien no sembró que no siembre.

Mensario del Panteón Real de San Isidoro de León

Noviembre era, efectivamente, el noveno mes del año en el calendario original, aunque ya no llegó a reordenarse cuando el año pasó a empezar en enero. Lo mismo pasó con septiembre, octubre y diciembre. 

La representación de noviembre también está muy estandarizada, debido a la celebración de San Martín el día 11 de este mes, fecha en la que se celebra la matanza del cerdo. Hay dos maneras en que aparece representado: sacrificado asestando un golpe en la cabeza o degollándolo. Este animal era un elemento indispensable para la supervivencia de la población, debido a la facilidad y rentabilidad que suponía su crianza. Pero aquí se ve la influencia de la climatología de las zonas. Mientras que en Hormaza se ve al cerdo engordando todavía, en León y en SMLR de Nieva está siendo sacrificado, en Beleña de Sorbe es el momento en que se ara la tierra. En noviembre, con la arada y la siembra acaba el año agrícola propiamente dicho, puesto que ya se acercan los fríos del invierno y solo queda esperar los primeros brotes de la primavera.

Noviembre. El labrador tiene preparadas las semillas y la yunta de bueyes para arar.
Beleña de Sorbe.

Vemos en el calendario de Beleña la escena que más me gusta de los mensarios. El campesino, ya con el manto y la caperuza, prepara la bolsa con las semillas, la cual sujeta con la mano izquierda. En la siguiente dovela, una yunta de bueyes, uncida al yugo, ya está dispuesta para empezar a arar tirando de un arado romano en el que se ven todas las piezas. Entre el hombre y la yunta descansa sobre una piedra la aguijada con punta y gavilán para picar a los bueyes por un lado y limpiar de tierra que se queda entre la reja y la esteva por el otro.

Santa María la Real de Nieva.
 Capitel que representa conjuntamente a Noviembre y Diciembre.

Diciembre.

En diciembre, ten leña y duerme

En diciembre, hielos y nieves; lebrillos de matanza y roscos de aguardiente.

Se acabó el año. El campesino se ha merecido el descanso de un año de trabajos y lo celebra con el banquete de Navidad. La mesa repleta de viandas contrarresta la impresión de hambre habitual entre esta gente acostumbrada a trabajar mucho y a alimentarse mal. Era realmente la única fiesta alimenticia en todo el año del campesino. Es tiempo de ocio, de vida social, de alegría, de reuniones familiares y de disfrute de los frutos obtenidos a lo largo del año.

Diciembre. Cena de Navidad, justo premio a un año de esfuerzos y sacrificios.
Beleña de Sorbe

Dato único: en el mensario de Hormaza, Burgos, la cena de fin de año es ni más ni menos que la Última Cena de Nuestro Señor… con once discípulos, o sea, que Judas ya se ha ido a hacer la tarea que tenía encomendada. 

Después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto. (Jn 13,27)

No es un olvido del magister, pues hay sitio de sobra para uno más, ya que la escena se cierra con un músico y una bailarina, que nos vienen a decir que el año ha sido bueno y estamos feices, como no podía ser de otro modo después de tanto y tan duro trabajo que hemos padecido. No cabe duda de que nos hemos ganado la bendición de Dios por cumplir la dura penitencia.


Hormaza. ¿Falta un comensal?

En Beleña de Sorbe se cierra el ciclo que inició el ángel con el negroide. Como dijimos al principio, una vela a Dios y otra a los ritos ancestrales. En hormaza, como dijimos, lo cirra el lobo.

Conclusión.

Durante la Edad Media, el calendario y la agricultura formaron una unidad que tenía como objetivo recordar que el trabajo del año y el tiempo a él dedicado están consagrados a Dios. Los detalles anecdóticos de muchas de las escenas, y su correspondencia con las faenas agrícolas propias del lugar, llevaron a presentar sus imágenes como un reflejo de la vida real de la época.



Relación Iglesia-Agricultura. La vida del campesino se regía por un ciclo religioso-laboral invariable.

En definitiva, los mensarios parecen querer mostrar una sencilla lección, en la cual se unen el pecado original de Adán y la penitencia del mismo, que es la condena al trabajo. Se nos representa con imágenes a veces muy duras, pero como recompensa a ese trabajo bien hecho, alcanzaremos la redención y la conquista del Reino de Dios.

“Ya de una manera más terrenal, Castiñeiras relaciona los mensarios con los procesos históricos del momento. Es un tiempo en que avanza la Reconquista y la repoblación, y los colonos estaban obligados a contribuir al sustento de la Iglesia mediante el diezmo. Por tanto, una segunda lectura de este programa se podría entender en los términos de que el trabajo sirve para la redención, pero también para el mantenimiento de la Iglesia”.

El trabajo es una vía para alcanzar la redención al pecado de Adán; la condena fue clara: ganarás el pan con el sudor de tu rostro. Si el hombre es de condición humilde, logrará llegar al festín de la mesa celestial porque ha cumplido la penitencia y su pecado heredado ha sido redimido. Todo esto sin dejar de lado, porque no se puede ni se debe olvidar, la carga humana de las escenas, reflejo todas ellas de la dura vida del campesino, vinculado a la tierra desde su nacimiento hasta su muerte.

Antonio García Francisco.

Madrid, febrero 2021

Datos sacados de visitas a los monumentos y conocimiento directo de las obras citadas, con fotografías propias del autor y de Pedro Lozano Huerta, que con su extenso archivo es de obligada referencia. 

 

Bibliografía consultada:

Caballero Escamilla, Sonia. El Claustro de Santa María la Real de Nieva. Junio 2011. Departamento de Historia del Arte. Universidad de Granada.

Enciclopedia del Románico. Fundación Santa María la Real.

Lucía Gómez-Chacón, Diana. Tesis doctoral “El monasterio de Santa María la Real de Nieva. Arte y reforma dominicana en Castilla en tiempos de Catalina de Lancaster y María de Aragón, (1392-1445)” Universidad Complutense de Madrid, 2015

Poza Yagüe, Marta. Las labores de los meses en el Románico. Revista de Iconografía Medieval, vol. I, nº 1, 2009, pp. 31-42. e-ISSN: 2254-853X

Ruiz Montejo, Inés. El Calendario de Beleña de Sorbe. Universidad Complutense de Madrid.

San José Pérez, Rocío. La Medida del Tiempo. Calendarios y Zodiacos Medievales en la Península Ibérica. Trabajo máster Europa y el Mundo Atlántico: poder, cultura y sociedad. Universidad de Valladolid - Instituto Universitario de Historia Simancas, 2015/2016












3 comentarios:

  1. ¡Qué recuerdos me trae esta entrada de los mensarios! Guardo en la memoria el mensario del panteón de los reyes de San Isidoro de León que conocí en una vista que hice con mis compañeras en los años del instituto. Me impactó vivamente; y disfruté tanto descifrándolo que me entraron unas ganas enormes de más románico.
    Y aquí sigo... ¡Muy bien Antonio, muy bien Manuel!

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  2. Pues muy buen Geli¡¡¡
    Muchas gracias por tu comentario y muy alegre de que te hubiera traído recuerdos. Lo cierto es que de los mensarios hablamos poco, pero somos así, no tenemos remedio.

    Un abrazo y muchas gracias

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  3. En el panteón de los reyes de San Isidoro de León me ocurrió una anécdota graciosa. En 1982, ya ha llovido desde entonces, entramos mi mujer y yo con un grupo guiado. Estábamos entusiasmados contemplando las pinturas y preguntándolo todo. Llegó el momento de salir y estábamos muy rezagados. Entonces, el guía nos dijo que si queríamos podíamos quedarnos ahí hasta que volviera con otro grupo al cabo de media hora y dijimos que sí. Allí nos quedamos solos, viendo las pinturas y escuchando a una coral que estaba cantando gregoriano arriba. Volvió el guarda, hicimos la visita otra vez y acabada, subimos a la iglesia a seguir escuchando el gregoriano, pero allí no había nadie cantando, estaban ensayando en otra habitación y se escuchaba perfectamente desde la cripta.

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