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La psicología podríamos decir que es una de las ramas de la ciencia más desconocidas. El mero hecho de ser la que estudia el cerebro y el comportamiento humano la hace tan escurridiza ante nuestra percepción, que para muchos de nosotros es  abstracta y etérea…quizás el problema sea más sencillo y necesitamos  hacernos la siguiente pregunta, ¿no será que no la entendemos?

 No hace muchos días tuve una conversación parecida sobre filosofía con una gran amiga. Durante ella y después de muchas reflexiones ante sus pros y mis contras, mi contertulia amiga me dejó caer que realmente me gustaba la filosofía, lo que pasa es que no lo sabía. Filosófica reflexión ¿verdad? 

Quien nos dice a nosotros que algo parecido  nos ocurre con el tema que trataremos hoy. La psicología realmente puede llegar a planteársenos como un enorme y alto muro lleno de trampas que nosotros mismos nos ponemos, simplemente porque no lo entendemos. Ciertamente la historia no se ha portado muy bien ya que fue vilipendiada y apartada hasta no hace mucho, quizás por unos prejuicios que sólo el desconocimiento trae.

 Para este que os habla, el contacto con esta ciencia es tan superficial a nivel académico que no puedo tener ni siquiera una opìnión al respecto pero, ¿y si no era el método de estudio el correcto para un perfecto aprendizaje?

Creo sinceramente que, para cualquier rama de la ciencia, lo primero es entenderla para poder opinar sobre ella. Para que a nuestros oyentes y a nosotros mismos no nos pase, tenemos a toda una profesional que nos abrirá los ojos.