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jueves, 7 de enero de 2021

LA HUIDA A EGIPTO EN EL ARTE ROMÁNICO… Y MÁS.

           

Iglesia de Santa María, Tudela (Navarra) 

Hemos querido cerrar con la Huida a Egipto este ciclo de publicaciones navideñas dedicadas al tiempo litúrgico de la Navidad.


Recorrido de la Sagrada Familia en Egipto. El itinerario que se describe viene de la visión del papa Teófilo

El motivo de que esta entrada lleve la coletilla “…y más” obedece a que hubiéramos querido ilustrarlo exclusivamente con obras anteriores al siglo XIV como máximo, pero no ha sido posible y tenemos que conformarnos con incluir alguna (las menos posibles) de otras épocas y estilos porque tratamos escenas que solo se comenzaron a representar a partir del siglo XV. No obstante, prevalece una mayoría de imágenes pertenecientes al período románico.



Icono árabe de la Huida a Egipto.

 
Icono bizantino de la Huida a Egipto

Icono copto de la Huida a Egipto

Frontal altar de Cardet, románico lombardo. S. XII. Museo Nacional de Arte de Cataluña

El tema de la Huida a Egipto fue tratado en el arte a partir de los siglos V o VI. Se puede ver en capiteles románicos, en bajorrelieves y en pinturas. Los personajes suelen ser siempre María, José, Jesús, la borriquilla y un ángel conduciendo al grupo.

Irlanda, siglo X

Museo de Salerno, S. XI

La Huida a Egipto “oficial”, permítase la expresión, es un relato muy sucinto que nos hace el Evangelio de San Mateo. Es breve, pero de gran éxito iconográfico. Lo narra así el evangelista en su cap. 2, vv. 13-15:

Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

 José se levantó, tomó al niño y a su madre y salió de noche con ellos camino de Egipto, donde estuvieron hasta que murió Herodes. Esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. (Está haciendo referencia al profeta Oseas, del siglo VIII antes de Cristo: "Cuando Israel era niño yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo" (Oseas 11:1) 

Tan corta narración parece que no va a dar mucho de sí para un artista, como dijimos, por eso lo más común es representar a la Virgen con el niño sobre una mula y San José delante, guiados por un ángel.


Iglesia de Ntra. Sra. del Rivero, San Esteban de Gormaz, Soria. S. XII



              Iglesia de Santa María. Villanueva de Teverga, Asturias. S. XI-XII

Durante la Edad Media, la escultura románica va retratando, principalmente en capiteles,  escenas de la marcha de la Sagrada Familia que nos resultan muy conocidas, pero que no se ajustan a la histora que podríamos denominar "oficial", la de los Evangelios Canónicos.

Estas escenas, plenamente autorizadas por la Iglesia medieval, son reflejo de tradiciones orales, de leyendas y, en la mayoría de los casos, de las historias que cuentan los Evangelios Apócrifos y las leyendas orales.

Iglesia de Stiepel, Alemania, principios del siglo XI

Estos Evangelios, rechazados por la Iglesia hacía muchos siglos, unas veces por crear controversia, otras por ser “delirantes y extravagantes”, satisfacían las expectativas de artistas y creyentes con unos relatos que, una vez llevados a la escultura o a la pintura, completaban y enriquecían la historia de un viaje que todos intuían que estuvo lleno de vivencias y aventuras.  Y no nos engañemos: al pueblo le gustaba, le siguió gustando y aún hoy en día le gusta que le cuenten bonitas historias.

La Huida a Egipto nos ofrece -al menos- tres tipos de escena principalmente: la huida en sí misma, el descanso o los descansos en el camino, y el regreso de la Sagrada Familia. 

En este punto tenemos que insistir una vez más en que no es posible ceñirnos, como sería nuestra intención, a representaciones de los siglos XI a XIII, pues las escenas del descanso apenas se representaron hasta el siglo XV, pero lo haremos en todo lo que podamos, advirtiendo de que no tendremos más remedio que utilizar imágenes de otras épocas lo más cercanas posible al periodo románico.

Catedral de San Lázaro, Autun, Francia

El primer episodio, la Huida a Egipto en sí misma, “la canónica”, es realmente la más representada. Generalmente se nos presenta a la Virgen María sobre un borrico con el Niño sentado en su regazo y San José tirando del ramal por delante. Así de sencillo.

San Pedro el Viejo, Huesca. S. XII


En la catedral de Salerno se conserva desde el año 1084, una placa de marfil con incrustaciones de perlas negras en los ojos que fue adorno de altar. Está dividida en dos escenas; la superior representa la escena de la Natividad que ya conocemos, con nuestra comadrona Salomé, con su brazo desnudo para “reconocer la naturaleza de María”. Y en la parte de abajo tenemos la escena de la Huida a Egipto que representa la entrada en El Cairo, lo cual sabemos porque el artista representa fielmente la mezquita de Ibn Tulun, edificio terminado en el siglo IX, año 879. 

“…llegaron, cerca de las fronteras de Egipto, a una ciudad que se llama Cairo, y moraron en un gran castillo de la residencia real, edificio cubierto, en un vasto espacio, por palacios y por fortalezas. Era un castillo magnífico, muy elevado, adornado espléndidamente y decorado con gran variedad, que Alejandro de Macedonia había levantado otrora, en los días de su mayor poder. Y allí permanecieron cuatro meses, hasta el momento en que el niño Jesús alcanzó la edad de dos años y cuatro meses.”

(Evangelio Armenio de la Infancia, capítulo XV)

 Marfil con perlas    negras. Museo de Salerno, siglo XI 

    Los personajes que aparecen son la Virgen y el Niño sobre la mula ricamente enjaezada al estilo oriental; abre la marcha el arcángel San Gabriel y la cierra San José. Al fondo, con un copón en las manos, está Salomé, la partera y dicen que también una de las tres Marías o “portadoras de mirra” que se dirigieron al Santo Sepulcro para embalsamar el cuerpo de Cristo. Su presencia en esta escena se debe a su relación con San Rafael, curador de circuncidados, ya que Salomé guardó el prepucio del Niño en un vaso con aceite de nardo y éste fue el perfume con el que treinta y tres años después, María Magdalena ungió al Señor en Betania. 

Esta historia está recogida en los Evangelios árabe y armenio de la infancia y se añade que el Niño, milagrosamente, no sufrió dolor alguno al ser circuncidado.

"...Y, cuando el niño tuvo ocho días de edad, José dijo a María: ¿Cómo obraremos con esta criatura, puesto que la ley ordena hacer la circuncisión a los ocho días del nacimiento? Y María le dijo: Procede como te plazca en este asunto. Y José marchó con sigilo a Jerusalén, y trajo de allí un hombre sabio, misericordioso y temeroso del Señor, que se llamaba Joel, y que conocía a fondo las leyes divinas. Y llegó a la gruta, donde encontró al niño. Y, al aplicarle el cuchillo no resultó de ello ningún corte en el cuerpo de aquél. Ante este prodigio, quedó estupefacto, y exclamó: He aquí que la sangre de este niño ha corrido sin incisión alguna. Y recibió el nombre de Jesús, que le había sido impuesto de antemano por el ángel. "

Evangelio armenio de la Infancia de Jesús, XII,2

 "...Y, cuando fueron cumplidos los días de la circuncisión, es decir, al octavo día, la ley obligaba circuncidar al niño. Se lo circuncidó en la caverna, y la anciana israelita (la partera Salomé, que se autoproclamó nodriza de Jesús) tomó el trozo de piel (otros dicen que tomó el cordón umbilical), y lo puso en una redomita de aceite de nardo viejo. Y tenía un hijo perfumista, a quien se la entregó, diciéndole: Guárdate de vender esta redomita de nardo perfumado, aunque te ofrecieran trescientos denarios por ella. Y aquella redomita fue la que María la pecadora compró y con cuyo nardo espique ungió la cabeza de Nuestro Señor Jesucristo y sus pies, que enjugó en seguida con los cabellos de su propia cabeza."

(Evangelio Árabe de la Infancia, V,1)

 El segundo episodio, “el descanso en el camino”, no figura en la versión canónica, pero afortunadamente aparece narrada en Evangelio del Pseudo Mateo, siglo VIII ó IX, los Evangelios árabe y armenio de la infancia y los Evangelios árabe y copto de José el carpintero, y de ahí lo tomaron.

                En ellos se cuenta que viajaban acompañados por un hijo de José que se llamaba Jacobo, que con el tiempo será el apóstol Santiago el Menor, primer obispo de Jerusalén, llamado también “hermano de Jesús”. También forma parte del cortejo la comadrona Salomé, quien, según estos textos, fue madre de Santiago el Mayor y de San Juan Evangelista. A ver, no hay que creérselo, simplemente lo dice. 

Huida a Egipto, Giotto, principios del siglo XIV. 

                  En este cuadro podemos ver a Jacobo llevando el ramal de la bestia y a la partera Salomé vestida de rojo junto a otros dos hijos de José de su anterior matrimonio. La Virgen lleva al niño sujeto con un arnés y el ángel marca el camino.

Giotto. Sagrada Familia con Jacobo y la partera Salomé. S. XIV

    
            Maestro de Alpuente. Alpuente, Zaragoza, S. XIV. Otra vez la partera Salomé

En realidad, es el propio viaje lo que se narra en los apócrifos con algunos de los milagros contados a modo de novela; como muestra cinco de ellos. Se relatan en la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine y en varios evangelios, pero preferimos el Pseudo-Mateo, donde encontramos cuatro escenas muy queridas por los pintores: Jesús y los dragones, pasaje XVIII; los leones guiando a la caravana, pasaje XIX; el milagro de la palmera, pasajes XX y XXI;  el milagro de los ídolos de Sotina  y conversión de Afrodisio, (Ev. Árabe de la infancia pasaje X y Pseudo-Mateo XXII-XXIV) y una del "Libro sobre la Infancia del Salvador", pasaje IV, el milagro del campo de trigo.

Nunca hay que desfallecer. Dicen los autores que, lamentablemente para nuestros intereses “románicos”, estas escenas del descanso en el camino solamente se empiezan a representar a partir del siglo XV, siguiendo la costumbre durante los  siglos XVI y XVII. Pero lo cierto es que hay escenas de los siglos XI y XII, como veremos, y las tenemos cerca de casa. Solo hay que saber mirar lo que estamos viendo.

Vamos por orden.

En el milagro de Jesús y los dragones, la Virgen María tiene necesidad de descansar y la caravana hace un alto.

“... he aquí que de pronto salió de la gruta una multitud de dragones, y, a su vista, los niños lanzaron gritos de espanto. Entonces Jesús, descendiendo de las rodillas de su madre, se puso en pie delante de los dragones, y éstos lo adoraron, y se fueron. Y así se cumplió la profecía de David: Alabad al Señor sobre la tierra, vosotros, los dragones y todos los abismos.” 
Giovanni Battista Lucini, siglo XVII

 Más adelante tiene lugar el episodio de los leones:

“…Igualmente los leones y los leopardos lo adoraban, y los acompañaban en el desierto. Por doquiera que iban José y María, ellos los precedían, señalaban la ruta, e, inclinando sus cabezas, reverenciaban a Jesús. 

(…)

Los leones hacían camino con ellos y con los bueyes y los asnos y las bestias de carga que llevaban los equipajes, y no les causaban ningún mal, sino que marchaban con toda dulzura entre los corderos y las ovejas que José y María habían llevado de Judea, y que conservaban con ellos. Y andaban también por entre los lobos, y nadie sufría ningún mal. Entonces se cumplió lo que había dicho el profeta:
"Los lobos pacerán con los corderos, y el león y el buey comerán la misma paja".
Porque había dos bueyes y una carreta en la que iban los objetos necesarios, y los leones los dirigían en su marcha.”

         Aquí tenemos un ejemplo de la importancia del trabajo de campo. Nos hemos permitido interpretar que en estos dos capiteles del monasterio de Santa María de l’Estany, Barcelona, se representa esta escena narrada en el apócrifo. Abriendo marcha, a la derecha, los leones. Detrás, en el capitel de la izquierda, la Sagrada Familia.

A la izquierda la Sagrada Familia, a la derecha los leones.

El más conocido es el relato denominado "el milagro de la palmera", el cual nos cuenta que la Sagrada Familia y sus acompañantes, agobiados por el calor, el hambre y la sed, hacen un alto en el desierto. Cobijada bajo la sombra de una palmera, María, sedienta, ve los dátiles, demasiado altos para tomarlos. El Niño Jesús ordena a la palmera que clave sus raíces hasta llegar a un manantial y que se incline para que María pueda beber agua dulce y comer los frutos, calmando su hambre y su sed. Como premio a la devoción del árbol, los ángeles plantarán una rama de palmera en el Paraíso para esperar la llegada de los santos.

A la mañana siguiente, partieron, y, en el momento en que se ponían en camino, Jesús se volvió hacia la palmera y dijo:

— Yo te concedo, palmera, el privilegio de que una de tus ramas sea llevada por mis ángeles y plantada en el paraíso de mi Padre. Te quiero conferir este favor, para que se diga a aquellos que hayan vencido en cualquier lucha: Has obtenido la palma de la victoria.
Y, mientras decía esto, he aquí que un ángel del Señor apareció sobre la palmera, y, tomando una de sus ramas, voló hacia el cielo con ella en la mano.

       Iglesia de  San Esteban. Moradillo de Sedano, Burgos, S. XII

 


Iglesia de S. Vicente Mártir, Pelayos del Arroyo, Segovia, cuadro del Maestro de los Claveles, S. XV

            El milagro del campo de trigo: la familia iba perseguida por los soldados de Herodes. Al llegar junto a un hombre que estaba sembrando el campo le dicen que cuando lleguen los soldados les diga que vio pasar por allí a los tres en el momento de la siembra. A continuación se produce el milagro y el trigo crece y madura estando listo para cosechar. Al preguntar los soldados si habían visto a los fugitivos, el hombre dice la verdad: les vi que pasaron cuando estaba sembrando este trigo. Los soldados piensan que eso fue hace varios meses y renucian a la persecución.

            En el cuadro anterior del Maestro de los Claveles vemos una alusión a la derecha, un labrador mostrando las espigas a los soldados; en estos otros de Patinir, siglo XVI, muy lejos del románico, se aprecia también el detalle:



Por último, el milagro de la caída de los ídolos de Sotina y la conversión de Afrodisio.

Llega la Sagrada Familia a Sotina y entran en el templo de los trescientos sesenta y cinco ídolos, pues los habitantes de la ciudad adoraban a uno distinto cada día del año. Nada más entrar Jesús, los ídolos caen al suelo. El gobernador, Afrodisio quiere castigar a Jesús, pero en lugar de ello, le adora como Dios.

Santa María la Mayor de Rávena, Siglo V
Santa María la Mayor de Rávena, Siglo V. Detalle. La Virgen viste como una emperatriz y San José y el Niño lo hacen como nobles de la corte.
La caída de los ídolos. Manuscrito del siglo XV
               La caída de los ídolos. Icono ruso del siglo XVII

El tercer y último episodio que se destina a la Huida a Egipto, es el regreso a Israel. Narrado en los Evangelios de Mateo y Lucas, es pasaje muy escueto:

"Diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel; que muertos son los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y á su madre, y se vino a tierra de Israel." (Mt 2, 20-21)

"Mas como cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron á Galilea, á su ciudad de Nazaret. "(Lc 2,39)

       Poco que decir a este respecto: la misma escena de José, María, Jesús y el borriquito, pero con el niño más crecido.

Como anécdota curiosa y ejemplo de interpretación, el autor de estas líneas tuvo dudas en el capitel de Santa María la Real de Nieva, Segovia.  ¿Se trata de la Huida a Egipto o es el Regreso a Israel? La respuesta la da el propio capitel. Arriba hay una estrella en realce a la espalda y otra que está rehundida al frente, el mensaje es claro: dejan atrás el país de la luz, de la estrella brillante, Israel, para adentrarse en el mundo desconocido de las tinieblas, de la estrella escondida, Egipto. 

Dato curioso: los naturales del pueblo aseguran que la Santísima Virgen María va cantando una nana al Niño, el cual sonríe. Así nos lo contaron y así lo contamos.


¿Realmente canta la Virgen y sonríe el Niño?

Hasta aquí esta entrada que cierra el conjunto dedicado al ciclo litúrgico de la Natividad del Señor. 

Solo os decimos como los juglares medievales: si os ha gustado, con vuestro aplauso (no vamos a pedir monedas) nos sentimos bien pagados.


Antonio García Francisco

Enero 2021

6 comentarios:

  1. Muchas gracias por su muy interesante investigación y aportación.
    Saludos desde Guadalajara en México

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  2. Gracias amigo. En el nombre del autor y en el mío propio, muchas gracias, encantados de que le hubiera gustado
    Un saludo desde Cangas de Onís

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  3. ¡Cuantísimas cosas no había visto antes en los capiteles Románicos de la huida a Egipto!
    Gracias por enseñarme a mirar mejor.

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  4. Muhas gracias por vuestras palabras, es agradable ver que gusta lo que preparamos con tanto cariño.

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  5. Patricia Grau-Dieckmann9 de mayo de 2022, 1:00

    De pura casualidad llegué a este artículo, buscando más datos sobre la Huida a Egipto. En verdad, es muy buen trabajo y muy claro. Hace años publiqué mi tesis sobre el tema Viajes de la Sagrada Familia entre los siglos V y XV:
    (file:///Users/patricia/Downloads/73352-Article%20Text-4564456602505-1-10-20210104%20(6).pdf).
    Felicito al autor pues se trata de un muy buen artículo con aportaciones interesantes.
    Patricia Grau-Dieckmann

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