Al analizar un poco más profundamente que la simple contemplación el alero del monasterio de San Pedro de Villanueva, descubrimos que encierra al menos tres líneas muy diferentes en lo que a mensajes y personajes esculpidos se refiere.
Tres líneas,
tres guiones o grupos de personajes, y una información inesperada. Una línea la
podríamos denominar como mitológica; otra, popular y una tercera la
encasillaríamos como moralista. Y de regalo, una curiosa información sobre
algunos personajes relacionados con el monasterio, la cual pasa desapercibida
hoy en día y quizás lo haya pasado durante siglos.
Dibujo recreando el ábside del monasterio de San Pedro de Villanueva |
A esta
conclusión se llegó tras el estudio que se decidió realizar en abril de 2022,
cuando D. Ignacio Bosch, director del Parador Nacional de Cangas de Onís,
propuso al final de una charla sobre simbología románica en la que un servidor
tuvo el honor de ser el ponente, la posibilidad de dar una interpretación
lógica a todas las figuras esculpidas en el monasterio. Dicho y hecho. En 2023
ya pudimos hablar convincentemente, en otra conferencia llevada a cabo en el mismo
lugar, acerca de las esculturas del exterior del ábside de la iglesia monacal y la ventana del mismo.
La intención de
esta entrada es dar a conocer el resultado de los trabajos interminables para
llegar a buen puerto con esta empresa: fotografiar desde todos los ángulos
posibles, analizar una y mil veces las fotografías obtenidas, nuevos viajes
para volver a comprobar in situ, consultas en la Biblioteca Nacional, en la
Hemeroteca, en el Archivo Histórico Nacional y, sobre todo y más fructíferas, a asturianos conocedores de su
Historia y Mitología que fueron quienes de alguna manera más ayudaron en los casos más difíciles.
Antes de
empezar con las tres líneas simbólicas, es imprescindible hablar de tres
personajes importantísimos en la construcción del monasterio.
No, no teman,
no les voy a inundar con nombres y fechas. No es mi estilo, entre otras cosas
porque tengo memoria de pez para ambas cosas, soy incapaz de acumular ese tipo
de datos.
A poco que nos
fijemos, podremos observar la existencia de dos rasgos comunes en las figuras
esculpidas: todos los personajes nos brindan unos ojos saltones, casi redondos,
como si fueran huevos, y algunos de ellos, además, unos labios gruesos, como
los belfos de un caballo. ¿Por qué? Los de los hocicos prominentes son hombres
ocupados en actividades de trabajos manuales relacionadas con el monasterio, mientras que en
los otros claramente se nota que son monjes en actitudes piadosas o personas sin relación. El magister
está estableciendo distinciones entre legos y monjes, caras vulgares y caras de
rasgos más nobles. Es su estilo propio.
Un pescador y un labrador. Ver los grandes labios y el arco bajo el que se encuentran que indica que son criados o legos al servicio del monasterio. |
Un tullido apoyado en la muleta. La palmeta del fondo nos indica que está en el mundo exterior al monasterio |
¿Y quién sería ese magíster?
¡Vaya usted a saber!, es lo primero que nos diría cualquiera que nos estuviera
hablando del monasterio…
Pues eso es lo que
acabamos de descubrir: quién fue ese magíster.
Retrato de Sancius, nombre imaginario, posiblemente el maestro de San Pedro de Villanueva |
Resulta que hay un canecillo en el absidiolo del lado de la epístola en el que podemos contemplar a un hombrecito con algo extraño en las manos. Tiene crespina en la cabeza, detalle que, unido al hábito talar (que llega hasta los talones) nos revela que probablemente es un monje. Este hombre tiene abundante barba, símbolo de que es hombre experto y probablemente sabio o, como mínimo, de gran carácter. Su posición es la de sentado, señal de que ha acabado un trabajo y está descansando. Y tiene en las manos algo que, bien pensado, no es tan extraño como parecía en la primera impresión: es una filacteria.
Pero, ¿qué es eso? ¿Inventando
palabras? No, por supuesto que no. Una filacteria es una banda de piedra, de
obra o de madera, generalmente imitando un pergamino, con algo escrito, que
suelen ser leyendas o rótulos identificativos de quién lo porta, entendiendo
como leyenda “un grabado que acompaña a algo, generalmente a una imagen para
complementarla o explicarla”, según la RAE.
Catedral de Santiago de Compostela. La filacteria nos informa de que el personaje retratado es el Apóstol Santiago. |
Lonja de Palma de Mallorca, S. XV La filacteria nos informa de que el personaje retratado es el "Defensor de la Mercadería" |
Nuestro modesto y cansado personaje con crespina, ojos saltones y hábito talar, nos muestra su filacteria con un humilde mensaje que le va a identificar: su marca de cantero.
No necesita más, con eso será reconocido en su tiempo y se sabrá en tiempos
venideros que Sancius, o Sanxo, o Suavi, o tal vez Saurino, quizás Sança o
simplemente Sanç, fue el escultor del alero de San Pedro de Villanueva. ¡Bravo
por ti, pasaste a la posteridad con tu modesto me fecit!.
Monasterio de San Pedro de Villanueva. La filacteria nos informa de que estamos ante Sancius (nombre ficticio), posiblemente el maestro de Villanueva, autor de las esculturas del alero de la iglesia |
Castillo de Loarre. Sancius, nombre de un cantero que salió del anonimato dejándonos su firma |
Pero no es el
único personaje retratado en San Pedro de Villa nueva. A la vuelta de la
esquina como quien dice, en sendos canecillos, uno en el ábside central y otro
un poco más escondido, en el absidiolo del lado del evangelio, tenemos dos
caras muy significativas.
¿Por qué
sabemos que son retratos? Porque solo existen estas dos caras y sus rasgos son
muy aclaratorios.
El primero nos
presenta a un hombre barbado, señal como dijimos de sabiduría, experiencia y
edad, pero acompañado de otros atributos muy identificativos: al fondo, el
respaldo de un estalo (un estalo es el asiento de los monjes en el coro); en la
cabeza, una crespina, el tocado de lana que usaban los monjes en el monasterio
para preservar la cabeza del frío; los ojos ahuevados, característica de
nuestro pequeño magíster de San Pedro de Villanueva, cerrados, indicio
inequívoco de que está en oración o que es hombre de oración.
Al fondo el estalo, símbolo del coro del monasterio. Crespina en la cabeza, símbolo de ser monje; ojos cerrados, símbolo de ser hombre de oración, y barba de hombre sabio. |
¿Quién es?
Todavía no lo sabemos, pero vamos a ponerle en contraposición con el otro
retrato. Este segundo canecillo, más escondido, como dejando el espacio
principal al anterior personaje, nos presenta también a un hombre, pero éste
tiene, por el contrario, los ahuevados ojos muy bien abiertos, señal de que
está en el mundo, lo cual nos confirma la palmeta que tiene detrás, o sea, está
o vive en el exterior del monasterio, ya no lleva crespina, sino que muestra un
peinado cabello y la consabida barba de hombre de ciertos conocimientos. Está
situado en el absidiolo del lado del evangelio, tímidamente semiescondido.
Palmeta al fondo que indica que está en el mundo. Ojos saltones muy abiertos. Cabello sin crespina y barba de hombre experto. |
Sumemos: dos y
dos son cuatro, tanto si sumamos de arriba hacia abajo o como si lo hacemos de
abajo hacia arriba: estamos contemplando la cara de los dos hombres que dieron
trabajo a nuestro magíster de la letra S; nuestro buen Sancius (este
nombre me gusta porque era muy común en aquella época y bien pudiera haber sido
el suyo), el cual, en agradecimiento, les retrató para los siglos venideros: el
abad que encargó las obras y el maestro constructor que las ejecutó. De ambos
dependía el sustento de Sancius y de su familia; Sancius era un hombre
agradecido porque de bien nacidos es ser agradecidos y el agradecimiento se
expresa con obras y no con palabras, porque obras son amores y no buenas
razones.
Hemos
descifrado quiénes son los tres protagonistas responsables de las figuras que
hoy contemplamos en San Pedro de Villanueva: el buen abad (don Rodrigo le
nombran en el Manuscrito de Villanueva de Fray Juan del Saz) que encargó y pagó
las obras; el experto maestro constructor de nombre desconocido, que las
proyectó, dirigió y en definitiva llevó a cabo, y el hábil tallista Sancius que
ejerció a la vez de notario y de fotógrafo para conocimiento de las
generaciones venideras. Ha llegado el momento de empezar a describir la línea
mitológica de las esculturas del alero.
Pero este cuento ya está resultando muy largo. Mejor será dejarlo para la próxima entrada, que dicen que lo bueno gusta pero lo mucho cansa.
Nos citamos en este mismo sitio en una nueva
entrada, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide.
Antonio García Francisco
Madrid, mayo de 2024
Muy ilustrativo y didáctico, gracias también por las explicaciones
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y por dedicar tu tiempo a leer la entrada. Espero volver pronto con más "descubrimientos".
EliminarMuchas gracias por la investigación y por la divulgación. Me parece muy interesante.
ResponderEliminarA la espera de la línea mitológica...
Gracias siempre a ti por pararte a leer mis escritos. Estoy a punto de empezar a escribir sobre las tres líneas que, siempre a mi entender, sigue el guión del alero; la primera será la mitológica, solo necesito lograr mi objetivo de todos los años por estas fechas: ponerme en paz con la Delegación de Hacienda. Cosa de unos días, supongo, y de nuevo en la trinchera.
EliminarMuy interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero seguir escribiendo sobre el monasterio y su mensaje.
EliminarMuchísimas gracias, Don Antonio. Cuantos veranos,de niño, recorrí los vericuetos de ese "Conventu"...Me vienen infinidad de emotivos recuerdos, con otros niños de los que algunos ya no están con nosotros...
ResponderEliminarMuy buen relato e información. Gracias. Ya sé leer un poquito más estas imágenes!
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