Cuenta una historia, puede que más bien una leyenda, quizás sea una tradición o quién sabe si un cuento o simplemente un mito o una bella invención (soy persona que tiene muy claras sus dudas), que la letra Y, la "ypsilon" de los griegos, fue creada por el mismísimo Pitágoras buscando un fin determinado: simbolizar con ella la idea del bien y del mal, lo cual conseguiría representando con su símbolo la imagen de que ambos conceptos son las únicas ramas que nacen del tronco de un árbol.
Monasterio de Santa María de Acibeiro, Pontevedra |
Exvoto griego donde aparece la letra Y ΑϹΚΛΗΠΙΩ ΚΑΙ ΥΓΕΙΑ ΤΥΧΗ ΕΥΧΑΡΙϹΤΗΡΙΟΝ ([Dedicado] a Asclepios e Higeia como agradecimiento) |
La comparación nos resulta conocida en nuestra cultura,
conocemos que en el Paraíso Terrenal había un árbol muy similar, el de la
ciencia del bien y del mal.
Santa María la Real de Nieva, Segovia |
Ntra. Sa. de la Concepción Ochánduri, La Rioja |
Génesis 2,16 y 17
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: de todo árbol
del huerto comerás; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás
de él; porque el día que de él comieres, morirás”.
En la Edad Media, tan pitagórica en tantos aspectos de la
arquitectura y escultura, la Y es el símbolo del comportamiento del hombre que
se enfrenta a una elección. La vida es una constante sucesión de disyuntivas
frente a las que hay que elegir un camino a seguir; el hombre se enfrenta
continuamente a una Ypsilon permanente que le ofrece dos expectativas bien
opuestas. Ignorancia o conocimiento, virtud o pecado, premio o castigo, el bien
o el mal, el valor o la cobardía, afrontar las situaciones o evadirlas, todas
las opciones están representadas por una o por otra rama del Árbol Ypsilon,
solo hay que elegir un destino y procurar hacerlo por la rama correcta.
Santa María la Mayor Almenara de Tormes, Salamanca |
Y todo llega a estos siglos medievales por doble vía.
Una, los textos pitagóricos traducidos por los árabes; la otra, la mano del
cristianismo, que atesora consejos comunes con el pensamiento pitagórico, tal y
como se enuncia en algunos versículos bíblicos en los que un protagonista se
enfrenta a una elección, para así dejar claro que el hombre es libre y él es el
único que forja su sino:
San Adrián de Moneixas, Lalín, Pontevedra |
- "Él fue quien al principio hizo al hombre, y le dejó en manos de su propio albedrío."
- "Él te ha puesto delante fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano."
- "Ante los hombres la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará."
Nuestra Señora de las Vegas. Requijada, Segovia |
Estos mensajes del libro Eclesiástico, capítulo 15,
versículos 14,16, y 17, ponen al ser humano ante sí mismo: tiene libertad para escoger
el camino entre el pecado y la virtud; el primero le conducirá inevitablemente
a la muerte espiritual eterna y el segundo le llevará a las puertas abiertas de
la recompensa para su vida eterna. Fuego y agua, dos opuestos perpetuos, luz y
oscuridad, belleza y fealdad.
Monasterio de San Martín de Castañeda Sanabria, Zamora |
La Y es desde Pitágoras el símbolo del libre
albedrío y de la libertad del hombre para tomar decisiones que marcarán su vida,
y nuestros canteros así lo entienden, han tenido que conocer de alguna manera
al filósofo de Samos, quien hace más de un milenio y medio dominó la ciencia de
los números que ellos manejan y cuyo secreto guardan celosamente,
transmitiéndolo solamente a los miembros de su logia que han alcanzado el grado
suficiente de conocimiento para utilizarlos. El grafismo que les regala la
letra Ypsilon sirve a la perfección para simbolizar esta idea, pero para los
más despistados, si además se representa a un hombre en la apertura del ángulo,
ya tenemos todo lo que necesitamos: el hombre parado en la encrucijada en la
que ha de escoger uno de los dos caminos que se le presentan. Equivocarse puede
ser nefasto; el románico no obliga ni prohíbe, solo aconseja, y con este
símbolo nos está recordando desde el pasado que la vida es una constante
elección y el destino del hombre es fruto de sus elecciones. Lo que elija, es cosa suya.
Antonio García Francisco.
Madrid, mayo de 2024
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