Esta entrada no
es de ahora, es un articulito que escribí el año pasado para una publicación
local, pero Manolo no hace más que recordarme el blog y me he acordado de ella,
de manera que, como no me cuesta trabajo compartirla, aquí transcribo tal cual
la presenté en su día, con sus seguros errores y sus posibles aciertos, conservando la dedicatoria a Dulce María Prida que en su día le dediqué. Espero que sea de vuestro agrado.
Dedicado a nuestra amiga Dulce María, que estará en el cielo explicando los capiteles del monasterio de San Pedro de Villanueva a todos los miembros de la Corte Celestial. Dulce, vives y estarás siempre en nuestros corazones.
Dijo Albert
Einstein que la imaginación es más importante que el conocimiento y, al menos
en esto de interpretar símbolos, creo que se cumple. No tenemos libro de
claves, pero tenemos nuestra poderosa imaginación, que es capaz de volar,
encontrar respuestas y hacer que de ellas surjan nuevas interrogaciones. Y lo
mejor de todo, es que todos tenemos imaginación, mayor o menor, pero todos
tenemos.
Vamos a ver si
con la intuición somos capaces de sacar un mensaje escrito y oculto en las
piedras desde hace casi mil años; para ello vamos a comparar dos portadas
distantes entre sí quinientos kilómetros en línea recta y casi de la misma
época, cincuenta años arriba, cincuenta años abajo.
Ahora creo que
sería el momento adecuado para ver las fotografías de las portadas,
observarlas, memorizarlas y seguir leyendo, pero las colocaré por orden y será más sencilla la tarea.
La primera
corresponde a la iglesia de Nuestra Señora del Río, en Castroserna de Arriba,
Segovia, mientras que la segunda está en la iglesia de Santa María de Mezonzo,
en La Coruña. Las dos tan lejanas y las dos con tan cercano mensaje.
Nuestra Señora del Río. Castroserna de Arriba, Segovia |
Voy a describir la segoviana: vemos en primer término un arco polilobulado que lleva tallado en cada lóbulo una flor tetrapétala, éste es un arco muy común en la zona: Duratón, Turrubuelo, El Olmo, Sotillo… que yo conozca en Segovia, que en Guadalajara hay al menos otros dos, claro, puede que haya más, seguro que las hay, yo no conozco todo.
Vemos que las flores de los lóbulos no son iguales en todos, y que luego vienen unas arquivoltas de las que nos interesa es la exterior, también con un motivo muy común en la zona (y en toda España): un zig-zag que los que saben llaman dientes de sierra o dientes de perro, dependiendo del ángulo, pero que yo prefiero llamar “las Aguas Bautismales”, porque en el fondo son eso: un símbolo del agua del bautismo. Las tenemos por todas partes.
Bien, ya
tenemos elementos para empezar el juicio de esta puerta. El que se acerca a
ella lo primero que ve que tiene que superar para traspasarla son “las Aguas
Bautismales”, es decir, se le está dando un mensaje mediante el cual le dicen
más o menos: “vas a pasar del mundo terrenal al mundo celestial, y para
pertenecer al pueblo de Dios lo primero que tienes que haber hecho es pasar por
la pila bautismal”. De hecho, en muchas iglesias todavía se conserva el
baptisterio fuera del recinto, en la galería porticada o en un cuartito anexo,
de manera que primero se bautizaba ahí a la persona y luego entraba en el
templo, lo hay aún en varios sitios. Por último, en la chambrana, una fila de
billeteado, no es de taqueados jaqués, pero tanto da, que representan los
altibajos de la vida.
Seguimos. Los lóbulos del arco polilobulado forman ocho senos y cada lóbulo, como he dicho, tiene una flor de cuatro hojas. Vamos a recurrir a la “numerología bíblica”. En ella, el número 3 está asociado a la Divinidad, y más concretamente, a la perfección divina; entonces, el número 4 es lo siguiente a la perfección de Dios, o sea, la creación, la plenitud, la simetría, la suma del 3 y el 1, y siempre hace referencia a todo lo que fue creado. Generalizando, es considerado el número del mundo. Y… ¡oh casualidad! ¡hay nueve flores! En la misma numerología bíblica nueve es el cuadrado de tres, y tres es el número de la perfección divina, algo completado, así como también el número peculiar del Espíritu Santo.
Dije que nueve es el cuadrado de tres, nueve es El Tres Veces Más Grande. No es sorpresa, por lo tanto, descubrir que este
número indica “finalidad” en los asuntos divinos, la representación de juicio o
de la obra terminada, completada. Jesús muere en la cruz a la hora novena. Hay
nueve frutos del Espíritu Santo, lo que representa a un cristiano completo
(Gálatas 5,22 “…el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley”).
Pero lo más importante, Dios lleva a cabo su Creación en siete días, el octavo
es el primer día que el hombre vive solo y el noveno todo está funcionando.
Pues oigan, ya
vamos teniendo elementos de interpretación, pero he dicho que los nueve lóbulos
forman ocho senos. ¿Y qué representa el 8?
Ya lo he
anticipado, no puedo guardar un secreto. Es uno de los números más interesantes
en la interpretación bíblica. Partamos del 7, el número de la perfección, de la
obra acabada, del perdón (perdonar setenta veces siete de Mt 18,21-2), y el número 8 es el
día siguiente a la perfección de la obra acabada, la suma del 1, el número
asociado a la Divinidad (asociado, pero no representativo, pues Dios no tiene
número ni medida), más el 7, la perfección, y esta suma representa el primer día de vida
después de la creación, asociado a la Resurrección (primer día después de la
resurrección de Cristo), a la Renovación (del arca de Noé salieron 8 personas).
Pero menos paja y más grano. quedémonos con que el 8 representa la Salvación,
la resurrección, el paso a una nueva vida, es el día siguiente a la culminación
de la Creación, el día en que el hombre empieza su vida.
Vamos, pues, a ello.
De afuera hacia adentro, es decir, de la chambrana al interior, tenemos que la
vida terrenal está llena de altibajos y peligros (billeteado o taqueado), pero
que a través del sacramento del Bautismo (el zig-zag), accederemos al mundo
espiritual de Dios, el interior del templo, pues habremos sobrepasado los
límites de la perfección (las flores de 4 hojas), lo cual nos ha sido
facilitado a través del Espíritu Santo (el número 9 de los lóbulos) y así
iniciaremos una nueva vida, la vida de la Renovación y la Resurrección que nos
auguran los 8 senos formados por los 9 lóbulos.
Iglesia de antiguo monasterio de Santa María de Mezonzo, La Coruña |
La puerta gallega es menos compleja: nueve lóbulos que forman ocho senos nos llevan a una puerta presidida por el número tres. Con lo que ya hemos aprendido en Segovia podríamos decir que, para pasar del mundo terrenal al mundo espiritual del interior del templo, habremos de contar con el número 9 (el número del Espíritu Santo) y pasar por debajo de él, los 9 lóbulos, que nos conduce a través del número 8 de los senos, la Renovación del primer día después de la Creación, el primer día del hombre sobre la tierra, hasta el 3, los tres lóbulos del arco de la puerta, que nos recuerda una estrecha relación con la Divinidad porque nos hemos hecho hijos suyos, nos hemos aproximado a Dios, entramos en el mundo del templo dejando atrás el mundo de los hombres.
Se puede hablar mucho más, se puede discutir esto que digo, faltaría más, hay tantas interpretaciones como intérpretes, ojalá se hiciera, porque cualquier saber que no suscita dudas o preguntas es un saber muerto o, al menos, dormido.
Yo,
modestamente, lo único que hago es considerar que, el verdadero descubrimiento
de la simbología románica no es buscar nuevas vistas a lo que tenemos delante,
sino que lo importante es buscar con unos ojos nuevos, con una mirada lateral
que nunca hemos usado, en lugar de buscar con una mirada frontal con la que
hemos mirado siempre.
Antonio García Francisco.
Madrid, mayo de 2021
Amigo mío, yo solo te hago llegar el sentir de tus seguidores, los cuales te echan de menos y me hacen participes de ese sentimiento que has creado en torno a un tema, el románico. Solo espero que tengan la suficiente paciencia y no me tiren los trastos.
ResponderEliminarAsí que querido amigo, la culpa solo tiene un responsable y eres tu, Tu y tu forma de contarnos esas cosas que sientes cada vez que levantas la vista hacia un capitel, un canecillo, una portada o simplemente cuando nos cuentas una de las millones de anécdotas que jalonan tus experiencias románicas, o fuera de ellas.
Muchas gracias paisano