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martes, 23 de marzo de 2021

Las Erinias.

 

Dije en otra entrada de este blog, que dos criaturas nacieron de la sangre derramada con violencia. La anfisbena, ampliamente descrita hace poco, que nació de las gotas de sangre que cayeron de la cabeza de Medusa sobre las arenas del desierto libio, cuando Perseo lo sobrevolaba con ella en la mano, y las erinias.

Las otras criaturas, las erinias, nacieron de las gotas de sangre que cayeron sobre la tierra cuando Crono o Cronos, lo mismo da, castró a su padre, Urano.

Giorgio Vasari, S. XVI. Cronos (Saturno) castra a su padre Urano, el dios griego del cielo
antes de Zeus


Nos vamos a meter en un jardín, porque esto de hablar de mitología griega es un jardín tan espeso que parece una selva, pero es imprescindible para darnos de cara con lo que significan las erinias.

Urano era el dios que representaba al Cielo. Estaba casado con su madre Gea, que representaba a la Madre Tierra.

Empieza el lío.

Según nos cuenta Hesíodo en la Teogonía (relato en el que se narra el origen y generación de los dioses griegos), después del Caos surgió Gea, la cual, sin mediar “el grato comercio”, concibió por sí misma y parió a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas

Nos dice Hesíodo:

“Acostada con Urano, alumbró a Océano, de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe, de áurea corona y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre.”

Urano y Gea en una representación de la esfera celeste

Tuvieron muchos hijos, entre ellos los cíclopes, pero Urano los condenaba a vivir en el Tártaro para que no vieran la luz, regocijándose en su maldad. Esto producía dolor a Gea, primero, porque eran sus hijos; segundo, porque El Tártaro no era sino el vientre de Gea, es decir: Urano no dejaba nacer a sus hijos.

Gea fabricó una guadaña con un sílex afilado que entregó a Cronos, “el de mente retorcida”, y este la utilizó para castrar a su padre. Así pudieron salir del Tártaro los hijos retenidos, pero la cosa fue más allá, pues Cronos arrojó al mar los testículos goteantes de sangre de Urano. Cuando cayeron al mar, se formó una espuma y de ella nació Afrodita, pero en su viaje hasta las aguas, gotearon sangre en la arena, y de esas gotas nacieron los gigantes, las Melias (ninfas de los fresnos) y las tres Erinias.

Cronos siguió los pasos de su padre y fue vencido por su hijo menor, Zeus, pero nosotros ya estamos en el punto al que queríamos llegar.  Dejemos el culebrón divino con sus líos y centrémonos en las Erinias, las cuales, como vemos, nacen de la sangre derramada por un acto violento en el seno de la familia.



Aquí es donde ya entra la función que van a recibir: se convierten en perseguidoras y vengadoras de los delitos cometidos en la familia.

Como siempre, como ocurrió con las arpías, en principio eran unas bellas mujeres, como vemos en las pinturas de las cerámicas griegas, pero poco a poco fueron siendo transformadas. Primero, con los romanos, pasaron a ser unas ancianas feas. Después, se las añadieron serpientes por cabellos. Acabaron siendo representadas en la Edad Media por unas criaturas aladas, híbridas de serpientes con cabeza y patas de perro. Es sencillo de comprender. Si ellas eran unas perseguidoras incansables de los que asesinaban a un familiar, pronto fueron identificadas con los remordimientos y eso, queramos o no, causa verdadero pavor en los hombres.


Rubens: Las Erinias.

Hemos de tener en cuenta que las Erinias son fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos, por lo que no estaban sometidas a la autoridad de Zeus, lo cual hacía que hasta los propios dioses las temieran. Si eso era así, imaginemos el pánico que causaban a los simples mortales.

Llevaban a cabo su justicia sin ningún tipo de piedad, para ellas no había ni oraciones ni sacrificios, nada las conmovía. Rechazaban las circunstancias atenuantes y castigaban todas las ofensas contra la sociedad y la naturaleza, tales como el perjurio, la violación de los ritos de hospitalidad y, sobre todo, lo repetiré siempre, los crímenes o asesinatos contra la familia.  Perseguían al asesino del familiar en venganza, hostigándole hasta hacerle enloquecer y solo cesaban en su persecución si el criminal encontraba a alguien que le purificase de sus crímenes. Precisamente por esta furia castigadora, los romanos las denominaron “furias”, y de ambos modos son conocidas.

Eran tres; Alecto, “la implacable, la que no descansa”, que castigaba los delitos morales tales como la cólera, la ira o la soberbia; Megera, “la cólera terrible”, la más terrible de las tres Erinias, encargada de castigar todos aquellos delitos que se cometen contra la institución del matrimonio, especialmente los de la infidelidad, y Tisífone, “la voz de la venganza”, que castigaba los delitos de sangre entre familiares.

Escena de la obra teatral "Las Euménides" en un plato griego del siglo IV a.C.

Autores hay que afirman que eran las instigadoras de esos delitos, la verdad es que no sé de qué fuentes beben para afirmarlo.

También hay autores que aseguran que los mortales utilizaban una perífrasis para referirse a ellas y no llamar su atención. Dicen que consistía en llamarlas “las Euménides”, las bondadosas. Nada más lejos de la realidad. Lo sucedido nos lo cuenta Esquilo en su obra titulada precisamente Las Euménides.

Otra vez el jardín de los líos. Es lo que tiene la Mitología.

En esta obra se escenifica la absolución de Orestes por matar a su madre. De manera muy general, Apolo, a través del oráculo de Delfos, indujo a Orestes a matar su madre, Clitemnestra, diciéndole que esta, en unión de su amante, mató a su marido, el rey Agamenón, padre de Orestes. 

Orestes mata a su madre; las Erinias inician la persecución, y enloquece. Cuando ya le tienen acorralado, se refugia en el templo de Apolo, el dios le purifica, es decir, le perdona su crimen, pero es incapaz de protegerle de las Erinias, pues Apolo ha otorgado el perdón divino, pero no puede otorgar el humano. 

 Clitemnestra intentado despertar a las Erinias mientras su hijo es purificado por Apolo. Crátera apulia de figuras rojas, 480–470 a. C., Museo del Louvre


 Más enloquecido aún, Orestes llega a Atenas, donde la diosa Atenea pide iniciar un juicio con un jurado formado por doce atenienses en el Areópago. Las Erinias aceptan que se realice el juicio y se dicte sentencia, pero protestan porque ahora hay leyes que impiden el castigo inmediato y sin contemplaciones de los crímenes de sangre. 

El juicio de Orestes



Las Erinias ejercieron de acusación y Apolo la defensa. Atenea presidía el juicio que terminó con los votos divididos, por lo que la diosa se inclinó a favor de Orestes, que es declarado inocente. Atenea legisló que cuando en un juicio hubiera empate entre los jurados, el juez se decantaría a favor del acusado. Commo dijeron los romanos, in dubio pro reo.

Las-Erinias acosando a Orestes. Vaso del S.IV a.C.-Museo Arqueológico Nacional de Nápoles

El remordimiento de Orestes, de William-Adolphe Bouguereau.

Detalle



    En ese momento, Atenea produce la transformación de las Erinias en Euménides, (entre los versos 1002 y 1003), sobrenombre con el que se resaltan las nuevas cualidades de las diosas: la bondad y la reverencia que se corresponden con el cambio de sus vestiduras negras por el color púrpura, lo cual también coincide con el momento en que la ciudad les otorga, a partir de ese instante, nuevas prerrogativas y un culto con el que se les reconocerá como protectoras y benevolentes, pero siempre vigilantes del cumplimiento de la justicia en relación con los homicidios en el ámbito familiar.

No es, pues, una perífrasis. Es una metamorfosis. No es, pues, una manera de ocultar su nombre. Es, simplemente, que se han transformado. Las Erinias han adquirido por su comprensión, el estatus social en el Olimpo, al que tanto aspiraron.

“Las Euménides deben su nombre a la formación coral que danza y canta en la orchestra, y que está compuesto por personajes vestidos de negro, encarnando a las diosas llamadas Erinias, quienes al aceptar la absolución de Orestes impuesta por el jurado de Atenas, se convierten en Euménides, como ya se ha mencionado, y se revisten al punto de mantos color púrpura”.

(Pineda Avilés, David Antonio. EL HIMNO DE LAS ERINIAS: ANÁLISIS DEL CORO EN LAS EUMÉNIDES. Revista de Iniciación en la Investigación del teatro clásico grecolatino y su tradición, 2017)

         Esto es muy importante porque en la tragedia griega, el coro cantaba lo que el pueblo quería escuchar, y en este caso, se está reconociendo el perdón de los delitos atendiendo a las cirunstancias atenuantes o eximentes, el cual solo podían otorgar los humanos y que era, como vimos, el que le faltaba a Orestes.

Posteriormente, Orestes realiza una nueva purificación a manos de las Cárites, diosas del perdón, y ofrece un sacrificio a Manía, diosa de la locura y la demencia. 

Juicio divino, juicio humano y purificación. Tres elementos a tener en cuenta.

La mitología romana las recogió bajo los nombres de Furias, pero con la misma función: ser las perseguidoras de los delitos ya comentados. Y aquí fue donde comenzó su metamorfosis. Desde ser mujeres hermosas pasan a ir adornadas con serpientes enroscadas en sus cabellos, armadas de látigos y antorchas para castigar, y con sangre manando de sus ojos en lugar de lágrimas, hasta convertirse en criaturas con cuerpo de serpiente, cabeza y patas de perro con alas.

En la Eneida de Virgilio, Tisífone lleva un látigo y un manojo de serpientes

“Tisífone al instante, látigo en mano, salta vengadora y azota a los culpables, y azuzando con la izquierda el manojo de sus horrendas sierpes llama en su ayuda a la tropa feroz de sus hermanas. Se descorren entonces con hórrido chirrido sobre sus goznes las sagradas puertas.” Libro VI, 570

Ovidio la describe con una vestimenta humedecida de sangre y con serpientes en la cabeza en vez de cabello en un acto de purificación:

“Tras haber hablado Juno de esta manera, Tisifone, según tenía revueltos los blancos cabellos, los movió y, apartando de su boca las culebras que la tapaban, dijo así: No hay necesidad de largos rodeos; da por hecho lo que ordenas. Deja ya este reino abominable y vuelve a respirar el aire de un cielo mejor. Regresa alegre Juno y, cuando se disponía a entrar en el cielo, la Taumantia Iris la purificó con agua de rocío. Sin dilación, la violenta Tisífone toma una antorcha empapada en sangre, se reviste de un manto encarnado que gotea sangre, se ciñe con una retorcida culebra y abandona la casa. La acompañan en su camino el Luto, el Pavor, el Terror y la Demencia, de tembloroso rostro.” Ov. Met., Libro IV, 473 – 485.

Lo imoportante: sigue apareciendo la purificación que hace que las furias perdonen el delito. 



Hablar de las erinias en la Edad Media sería muy sencillo si nos remitiéramos exclusivamente a las descripciones que de ellas dan los manuales de Arte Románico: apenas dicen nada.

Pero está claro que cumplían una función que se extrae de todo lo anteriormente dicho. Resumiendo:

a)  Eran las encargadas de vengar delitos en el seno de la familia, principalmente los de sangre (fratricidio, parricidio, matricidio, homicidios y asesinatos de familiares) y perjurios.

b)   Los delitos perseguidos por las erinias eran susceptibles de ser perdonados por los dioses mediante actos de purificación, pero ellas continuaban atormentando a los autores de los mismos hasta que obtuvieran el perdón de los hombres.

Representadas como dijimos como una serpiente con cabeza y patas de perro con alas, suelen ir acompañadas de un guerrero que se enfrenta a ellas armado de escudo y espada. Viene a ser una lucha del hombre contra los remordimientos, y es muy difícil escapar de ellos.

Santa María de Bareyo, Cantabria

Santa María de Piasca, Cantabria

Iglesia parroquial de San Esteban. Nieva, Segovia.

Erinias en la ermita de Santa Catalina. Hinojosa-Tartanedo, Guadalajara

Ermita de Santa Catalina. Hinojosa-Tartanedo, Guadalajara

Ermita de Santa Catalina. Hinojosa-Tartanedo, Guadalajara

Iglesia de Santa María la Mayor. Abajas, Burgos

Ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso, Palencia

Iglesia de SAnta María. Yermo, Cantabria

Iglesia de Santa María Magdalena, Zamora

Igleia de San Julián y Santa Basilisa, Rebolledo de la Torre, Burgos

Iglesia de San Juan Bautista. Moarves de Ojeda, Palencia


En el Monasterio de San Pedro de Villanueva, en Asturias, se nos cuenta la posible historia de un crimen cometido entre miembros de una familia. Un hombre asesinó al rey, que era su cuñado, para hacerse con la corona. Allí, al final de la historia, una anfisbena devora al asesino con su cabeza destina a hacer el bien, mientras que la cabeza destinada a hacer el mal pierde a su presa, probablemente el alma del rey asesinado.

Anfisbena de la portada del monasterio de San Pedro de Villanueva, Cangas de Onís, Asturias.

Ese nuevo rey, cuenta la Historia, así, con mayúsculas, la Historia oficial, ante la insistencia de su esposa, hermana del fallecido, tal vez para acallarla al mismo tiempo que a su conciencia, mandó edificar un templo en honor del rey muerto, tal vez como acto de purificación por su delito/pecado. Así obtenía el perdón de la Divinidad como Orestes obtuvo el de Apolo.

Pero ahí estaba el cantero para firmar un acta notarial escrita en piedra, y nos la dejó siglos después, cuando la iglesia fue reformada, en un capitel del interior, donde un guerrero armado de espada y escudo lucha contra una erinia.

Erinia en San Pedro de Villanueva

¿Nueva purificación o es que el anónimo escultor asumió el papel de las erinias y seguía atormentando a la memoria del homicida? Tal vez el rey constructor tenía el perdón de la Divinidad, como Orestes tuvo el perdón de Apolo, pero le faltaba el perdón de los hombres, como el que obtuvo Orestes en el Areópago. 

Erinia en San Pedro de Villanueva

Todo pudiera ser, yo me he ceñido a mis normas, y coinciden en lo que hay en la iglesia del ex monasterio: nadie daba puntada sin hilo, todo es símbolo; hay que tratar de conocer la historia que nos quieren transmitir y, como siempre, hay tantas interpretaciones como intérpretes.

 


Como epílogo, podríamos decir que Dios puede perdonar el pecado a través de la Iglesia y sus sacramentos, administrados por sacerdotes. Pero para decidir sobre el delito, solamente la Justicia humana, administrada por humanos, es competente. Tanto en tiempos de Esquilo como en nuestros días.

En un sentido más amplio, las Erinias representan la rectitud de las cosas dentro del orden establecido, son las protectoras de las Leyes Naturales.  Nadie puede burlarlas, no hay defensa contra ellas, ni escudo ni espada en la Edad Media, ni oraciones ni sacrificios en las antiguas Grecia y Roma, ni medicinas ni terapias en nuestros días, porque representan a los remordimientos que pueden conducir a un culpable hasta la locura.

Y persiguen con saña y celeridad a los autores, toman la forma de remordimientos y quizás de ahí venga su nueva forma de serpiente-perro con alas. 

Dios puede perdonar el pecado; los jueces pueden absolver de un delito, pero la conciencia seguirá siendo perseguida por las Erinias. Y cuando las Erinias aceptan las nuevas leyes que atienden a circunstancias atenuantes y eximentes para "la purificación", dejan de ser agentes de venganza para ser las Euménides, las bondadosas, las justas.


Antonio García Francisco.

Madrid, marzo de 2021







3 comentarios:

  1. ¡Magistrales la entrada y el audio! Las referencias a la mitología clásica en el arte románico es constante y si no se tienen estas referencias es imposible entender. Gracias por explicarlo tan bien, ¡no paro de aprender con vosotros!

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  2. Para mi las mas grandes,el perdón de los hombres por encima de la de los dioses. Necesitábamos alguna en estos tiempos.
    Muchas gracias por todo

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  3. Gracias por el comentario, Geli. Efectivamente, el conocimiento de lo que es la criatura puede dar muchas pistas del porqué de que esté donde está.

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