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martes, 16 de marzo de 2021

La anfisbena, otra criatura mitológica


Hay dos criaturas que nacieron de sangre derramada con violencia.

Una es la erinia, que nació de las gotas de sangre que derramó Urano cuando fue castrado por su hijo Cronos.

La segunda criatura es la anfisbena, nacida de la sangre que goteó en la arena la cabeza decapitada de la gorgona Medusa, cuando Perseo, que la llevaba en un saco, sobrevoló el desierto libio.


Sobre unas arenas similares a estas cayó la sangre de Medusa
y nacieron las anfisbenas. Desierto de Wadi Rum, Jordania

Hoy estoy vago y, pudiendo hablar de ambas criaturas, lo haré solamente de la segunda, la anfisbena, cuyo nombre viene del romano amphisbenae, y este del griego, amphis, ambos lados, y bainein, andar. Unido, significa “que anda o puede andar para ambos lados”. Otro día contaremos la historia de Urano, Gea, Cronos y las erinias.

Anfisbena. Mitad negra y mitad blanca.

Voy a hacer un adelanto para poner en situación el relato: en su versión más sencilla, una anfisbena es una serpiente con una cabeza en cada uno de sus extremos, lo que la permite desplazarse, a gran velocidad, en ambos sentidos. El nombre no se refiere a sus dos cabezas, se refiere a la posibilidad de moverse en dos sentidos. Y que no se me olvide: según los clásicos griegos, en un principio se alimentaba de hormigas.

Iglesia de Santa Eugenia. Salinillas de Bureba, Burgos.

Aunque ya se tenía noticia de su existencia por Lucano, siglo I, la primera descripción formal la hace Plinio el Viejo en el siglo I en su Naturalis Historia:

La terrorífica Amphisbaena con su doble cabeza, disminuyendo gradualmente…”

“La anfisbena tiene cabezas gemelas, es decir una también al final de la cola, como si no le bastase con verter veneno por una boca”. Plinio, siglo I.

Iglesia de San Miguel Arcángel. Arcos de la Llana, Burgos.



Anfisbena en un códice de la Biblioteca Nacional de Francia

Lo importante en este momento es que parece ser que ha cambiado su régimen alimenticio, pues nos dicen que ha dejado de alimentarse de hormigas para empezar a hacerlo a base de cadáveres. ¿Será eso posible? Esperemos a nuestra rica Edad Media europea en general, y española en particular, para ver si es cierto. 


Iglesia de Santa María de Piasca, Cantabria


Anfisbena en un escudo de armas


Queda claro que Las anfisbenas son serpientes con dos cabezas. Pero no con dos cabezas y una cola, sino con una cabeza en el extremo opuesto de la otra. En otras palabras, las anfisbenas son serpientes sin cola. Al ver una de las cabezas de una anfisbena, nos imaginamos que al otro extremo hay una cola. Pero no hay tal cola. En el otro extremo vuelve a haber otra cabeza. Una cabeza que de nuevo nos sugiere una cola inexistente. Así son las anfisbenas. Manuel Liz. Cuatro anfisbenas. Universidad de la Laguna (Tenerife)


Anfisbena en un códice de la Biblioteca de Cambrai

    En el siglo VI, San Isidoro de Sevilla la menciona en sus Etimologías, diciendo de ella:

“La anfisbena tiene dos cabezas, una en el lugar correspondiente y otra en su cola. Puede moverse en dirección de cualquiera de las dos cabezas, con un movimiento circular. Sus ojos brillan como faroles. Única entre las serpientes, la anfisbena sale con el frío. [...] Con sus dos cabezas y la capacidad de desplazarse en dos direcciones, la anfisbena se convirtió en la representación del bien y el mal."

Ya le hemos encontrado una simbología a nuestra criatura: representa al bien y al mal en un solo lote. Tan claro lo tenían nuestros antepasados, que pintaban una parte de la anfisbena, la que hacía el bien, de color blanco, y la otra, la que hacía el mal, era pintada de negro.


Iglesia San Juan Bautista, en Tozalmoro, Soria. Portada

Iglesia San Juan Bautista, en Tozalmoro, Soria. Detalle de la portada















Iglesia San Juan Bautista, en Tozalmoro, Soria


Llega la Edad media y los escritores se ponen a fantasear. Así, a la anfisbena le regalaron unas alas y unas escamosas patas de gallina. Incluso, algunos la representaron con unos cuernos en una cabeza y orejas de perro en la otra, por lo que quedó transformada en un dragón de dos cabezas. Así apareció en diversos manuscritos medievales,

Biblioteca Real de los Países Bajos y Bestiario de Aberdeen


<<El Tesoro de Brunetto Latini —la enciclopedia que éste recomendó a su antiguo discípulo en el séptimo círculo del Infierno— es menos sentencioso y más claro: “La anfisbena es serpiente con dos cabezas, la una en su lugar y la otra en la cola; y con las dos puede morder, y corre con ligereza, y sus ojos brillan como candelas”>>. Jorge Luis Borges, Margarita Guerrero. El libro de los seres imaginarios.


Anfisbena. Iglesia de San Miguel Arcángel. Bercedo, Burgos

Iglesia de San Miguel Arcángel. Bercedo, Burgos

y nuestra culebrilla de dos cabezas, comedora de hormigas, empieza a mutar. Se transforma como les ocurrió a las arpías, que de hermosas mujeres con alas pasaron a ser horrorosas criaturas malolientes; o como el basilisco, que de ser también una culebrilla con corona pasó a tener cabeza, alas y patas de gallo y cuerpo de serpiente. Con sus patas de pollo primero y sus alas después, queda en la escultura románica a expensas de la versión que el maestro quiera tallar según su mucha o poca fantasía.


Palacio de Oriosaín, Navarra

Pero no es un capricho esta trasformación, ni mucho menos. Dijimos que la anfisbena ya desde tiempos de San Isidoro es tomada por la “representación del bien y del mal”. Tomo las palabras del Diccionario de símbolos, publicado en blogderománico.es, porque es una explicación breve, clara y concisa: 

Anfisbenas en la glesia de Santa María Magdalena, Zamora

“Por lo demás, el fabuloso animal, parece que se convirtió, como consecuencia de su facultad de poder desplazarse en dos direcciones y además contrarias, en una representación del bien y del mal en casi toda Europa. En algunas culturas y épocas se dotó de alas a la parte del bien, e incluso se adoptó el color blanco para distinguirlo del lado maligno, que solía ser negro. Las alas no eran más que un recurso para describir su tendencia a ascender hacia lo celeste o espiritual, mientras que su lado negro se proveía de patas que se agarraban desesperadamente a la tierra para impedir el ascenso, imágenes que persistirán en heráldica.”

Anfisbena en la iglesia de San Andrés. Soto de Bureba, Burgos

        Y comienzan a cohabitar en nuestras portadas y fachadas ambos tipos de anfisbenas: las reptilescas y las aladas. Así es como las conocemos hoy en día. 


Iglesia de Santa María del Puerto. Santoña, Cantabria



Iglesia de Santa María de los Reyes. Grijalba, Burgos

 

            Podríamos dar el tema por finalizado en este momento, es lo que se hace en todos los manuales, pero siempre me gusta retorcer un poco más el brazo a la situación. ¿Por qué seguimos?

Pues porque dejé en el aire una pregunta: ¿es posible que abandonaran su dieta hormiguil para comenzar a alimentarse de cadáveres, como dijo Catón que hacían en sus campañas libias? ¿Y en qué momento lo hicieron?

El momento en que empezaron a comer cadáveres, no fue ni más ni menos que aquél en el que fue necesario lanzar mensajes moralizantes, y eso que las serpientes no fueron animales con demasiadas connotaciones positivas, aunque algunas tenían, pese a lo que opinan sesudos estudiosos. Como siempre, la función creó el órgano y la necesidad creó la función.

Tenemos un par de casos que corroboran el hecho de que dejasen de comer hormigas. Seguramente habrá muchos más, pero solo recuerdo dos.

Anfisbenas devorando humanos.
Iglesia de San Pedro, castillo de Loarre, Huesca.


Uno, está en la iglesia de San Pedro, una verdadera maravilla encerrada en el castillo de Loarre, Huesca. En su ábside, tenemos un capitel en el que se representa a dos personajes vestidos con prendas talares, que están siendo mordido-engullidos por una de las bocas de sendas anfisbenas, mientras que la otra boca parece como que sirviera de sujeción en el capitel mediante el recurso de morder el collarino. Esta escena ha sido interpretada como un castigo a los opositores a la reforma Gregoriana, concretamente al obispo-infante García. Una cabeza, quizás la que hace el bien, devora a los disidentes. La otra, la que tal vez haga el mal, muerde su base, el capitel de la iglesia, o tal vez la base de la Iglesia, con mayúscula. 

Anfisbenas devorando humanos.
Iglesia de San Pedro, castillo de Loarre, Huesca.

Y si esto no nos convence, recordemos el diccionario de símbolos: las patas sirven para agarrarse desesperadamente a la tierra, como no tienen patas, lo hacen con la otra boca.  Nunca tenemos que olvidarlo: hay tantas interpretaciones como intérpretes, incluso varias interpretaciones por intérprete.


Anfisbenas devorando humanos.
Iglesia de San Pedro, castillo de Loarre, Huesca.

El segundo caso de anfisbena devoradora de cadáveres la encontramos en la portada de la iglesia del ex monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva, en Asturias. También San Pedro, como en Loarre.

Portada que ya fue objeto de una detallada interpretación por mi parte en este mismo blog de Radio Cangas, a la cual remito a quien desee conocer los detalles. Aquí solo diré que una cabeza, la de las alas, la que hace el bien, ha devorado ya a un personaje del que solo quedan las piernas, mientras que otra, la que hace el mal, trata de evorar a un personaje al que los ángeles están salvando. 

Tremendo, ¿verdad? El bien hace justicia y el mal, como mal que es, solo quiere hacer daño.


San Pedro de Villanueva. Asturias

Los seguidores del blog ya saben sobradamente quién es cada uno de esos dos hombres víctimas de la anfisbena. Dos reyes. Se especula al cabo de los siglos con que uno mató a otro y se representa al matador como a un oso, el cual, posiblemente para obtener el perdón de Dios por su pecado, edificó una iglesia. Sin más comentarios. La historia completa está escrita en las piedras del monasterio, a las cuales remito al lector en la entrada de este blog publicada el día 29 de noviembre de 2020, pero con una alusión al Evangelio de San Lucas, 16,13, que dice:

"Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."

              El rey que mató al otro rey no podía amar al poder y querer decir que también amaba a Dios. Es la portada de un monasterio, los monjes nunca dieron puntada sin hilo. 

Aquí sí que sería posible acabar, pero me parece oportuno dejar relatadas otras propiedades de las anfisbenas, no solamente su simbología referida al bien y al mal.

 Simultáneamente a esta simbología que fue la definitiva que tuvo, todo el mundo sabía en la Edad Media, porque el conocimiento venía de muy atrás, que el peligro de la anfisbena para la mujer embarazada estaba en que, si se cruzaba una en su camino, irremediablemente abortaría, a menos que la mujer llevase otra anfisbena viva en una caja o como amuleto, en cuyo caso no tendría ningún problema. De acuerdo con esto, las mujeres poderosas llevarían brazaletes y gargantillas con la forma de una anfisbena.

El remedio contra la mordedura, tanto de la anfisbena como de su pariente, el áspid, era también muy conocido: bastaba beber orina de tortuga extraída directamente de la vejiga de este animal y mejor aún si se mezclada con escarabajos machacados.

Pienso que este bulo lo lanzaron los físicos, boticarios y pícaros de la época para vender cualquier sabandija con un certificado de ser una auténtica anfisbena y orina caliente de sabe Dios qué alimaña, o incluso propia, como si fuera de tortuga.

Por último, y ahora sí que acabamos, queda lanzar al aire unas preguntas:

 ¿alguien cree hoy en día en las anfisbenas?

¿Han existido?

¿Existen?

Tal vez sea un capricho de la genética, pero aquí dejo este artículo aparecido en el diario La Vanguardia de Barcelona el día 16 de septiembre de1980, para que nadie diga que no es muchas veces la realidad la que supera a la ficción.

Diario La Vanguardia, 16 de septiembre de 1980


Diario La Vanguardia, 16 de septiembre de 1980


Diario La Vanguardia, 16 de septiembre de 1980

Pues nada que objetar si el Cuarto Poder asegura que existen.

 

 

Antonio García Francisco

Madrid, marzo 2021



Fotografías propias y de Pedro Lozano Huerta.




NOTA: 
Hemos recuperado equipos que teníamos averiados y ponerlos a punto lleva un poco de tiempo, por lo que los primeros 12 minutos el audio ha generado una pequeña distorsión, de la cual os pedimos disculpas. Poco a poco vamos perfilando para dar algo en lo que desde Radio Cangas estamos obsesionados, y es dar el mejor audio posible,máxima que intentamos cumplir en todas nuestras grabaciones.
Mil disculpas

3 comentarios:

  1. Gracias por la información. Como bien se dice en Santa Maria de Puerto de Santoña existe una representación de anfisbena en el capitel izquierdo de la puerta Sur. https://sobreleyendas.com/2009/02/16/maravillas-de-la-mitica-insula-taprobana/ En este enlace dan información sobre su origen mitológico. Un saludo.

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  2. Gracias por el comentario, Juncal. Efectivamente, si la anfisbena era partida por la mitad, los dos trozos se volvían a juntar. Desconocía la leyenda de la isla de Taprobana, gracias por contárnosla. Me ha venido inmediatamente a la memoria la misteriosa isla de San Borondón o de San Brandán, situada cerca de las Canarias, una isla que aparece y desaparece a voluntad, pero para que nos hagamos una idea, España y Portugal pactaron en el siglo XV que, aunque aún estaba por ganar, pertenecía a España. Hace dos años empecé a desarrollar una teoría acerca de ella por unos capiteles románicos que se repiten por Burgos y Cantabria que me da la impresión de que hacen referencia a ella, pero la tengo un poco abandonada; si logro encajar todas las piezas la traeré al blog. Nuevamente, recibe nuestro agradecimiento y gratitud por dedicar tu tiempo a leernos, es una alegría que nos hace intentar superarnos en cada artículo.

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  3. Gracias por esta entrada magnífica. Me ha hecho pensar que con la anfisbena se riza el rizo de la dualidad simbólica de la serpiente, que tantas veces aparece en la biblia representando a la vez al bien y al mal; la serpiente que mata y salva.

    "... sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas." (Mt 1:16)

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