Hace algunas
fechas, tuvimos la oportunidad de disponer en este espacio y en la biblioteca
Dulce María Prida, ponentes que nos hicieron ver la necesidad de poner veto a
los desmanes que la raza humana está realizando y el riesgo que ello conlleva.
Hoy también hablaremos de ello, pero de una manera profunda y analizaremos que
es la vida y su biodiversidad.
El ser humano ha
pasado de vivir en sus inicios fusionado con su entorno, donde extraía sus
necesidades, a ver esa biodiversidad que le rodea como un terreno propio que
puede moldear a su antojo en busca de otras necesidades que dejaron de ser
básicas hace muchos años: de ser una interacción a convertirse en explotación.
Los bosque, los
océanos, en definitiva, los espacios que nos rodean, son un conglomerado de
formas de vida que con su asociación y compromiso, conduce a la creación de estos ecosistemas
tal como los conocemos: Un ejemplo muy especial son los corales, que si bien
representan un reclamo turístico, la evolución les ha conferido la labor de
protegernos de los tsunamis, generan alimento y protección para miles de
animales ya que en ellos habitan el 32% de las especies marinas e incluso entre
sus componentes, se producen medicamentos contra el cáncer.
Este ejemplo no
desmerece al resto, bosques, desiertos, llanuras, tundras o la alta montaña,
donde las especies tanto animales como vegetales, de todos los tamaños, han
creado a lo largo miles de años una comunidad que evoluciona en el bien común,
dentro de un equilibrio que solo el homo sapiens ha tenido la torpeza de
alterar y espero que no llegue el día en el que ésta, la tierra y sus
ocupantes, nos hagan devolver todo aquello que le hemos quitado
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