Muchas veces me oirán decir que,bajo mi punto de
vista, a los libros de historia se les tenían que agregar varias páginas todos
los días. La historia la tenemos que tratar como un ente vivo capaz de asumir
las modificaciones que con investigación y esfuerzo, los historiadores la van
perfilando hasta llegar a nuestros días, donde nos daremos cuenta de que ese
camino nos convirtió en lo que somos ahora. La historia debe reflejar la verdad
y nada más que la verdad.
Un capítulo sin escribir, de esos que faltan, es el
peso de las mujeres en acontecimientos tan importantes como la exploración de
las américas, tema del libro que se presentará en la biblioteca Dulce María
Prida del Parador de Cangas de Onís. Ellas fueron junto a sus maridos en pos de
un sueño y soportaron por igual los riesgos inherentes de tales empresas. La
mayoría pasaron desapercibidas, pero hubo otras que escribieron sus nombres con
sangre y demostraron ser dignas de todo reconocimiento en una sociedad donde
solo la figura del hombre parece ser digna de mención.
A su vez, la propia naturaleza del español le ha hecho
asumir todo aquello venido de fuera como lo mejor y los acontecimientos que
nuestros ancestros vivieron, en muchos casos, son suplantados por otros allende
los Pirineos, dejando sin reflejar las aventuras increíbles que fueron capaces
de hacer un puñado de hombres y mujeres a miles de kilómetros de su tierra y
con los recursos de la época.
La exploración de estas tierras es una historia épica
donde la valentía y el arrojo, suplanta al sufrimiento, la falta de medios y
los peligros de unas tierras desconocidas.
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