Cada
28 de diciembre celebramos el día de los Santos Inocentes y cada año tenemos que
andar con mucho cuidado para que no nos gasten una broma y, al mismo tiempo,
para gastarla nosotros sin que nos pillen.
No
obstante, hay algo que no cuadra bien en este día. Si lo que se conmemora es la
matanza de niños que tuvo lugar hace más de dos mil años, ¿por qué lo hacemos
gastando y recibiendo bromas? Siempre me
llamó la atención que se junten dos cosas tan dispares: la pena y tristeza de
la muerte de tantos niños se celebra con la alegría y la guasa de las bromas.
No
es una casualidad que los hechos ocurridos en tiempos del rey Herodes y Jesús
compartan el término “inocente" con la situación de hoy.
La
historia nace, cómo no, en plena Edad Media. En dicha época, la Iglesia pugna
todavía (y pugnará durante muchos siglos más, al menos en España), por eliminar
las fiestas paganas sustituyéndolas por fiestas religiosas, y la broma y la
chanza de este día están vinculadas a la cultura pagana. Pero viene aún de más atrás.
Había
entre los romanos la costumbre de celebrar las fiestas Saturnales, que tenían
lugar entre el día 17 y el 23 de diciembre. Lo que se celebraba era el fin del
período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo período de luz, o
nacimiento del Sol Invictus, el 25 de diciembre.
Se
iniciaban con una ofrenda al dios Saturno y se abría un período en el que la
gente intercambiaba regalos. Eran días de fiestas, banquetes y jolgorio porque
ya se habían acabado las tareas agrícolas de invierno y en celebraciones se
permitía que participara toda la población. En uno de estos banquetes se
repartía entre los esclavos una torta hecha con higos, dátiles y miel en cuyo
interior se escondía un haba, lo mismo exactamente que hoy en día con el típico
roscón de reyes. Pues bien, el afortunado esclavo al que le salía esa haba en
su ración, intercambiaba su papel en la casa con el amo, de manera que pasaba a
ser amo por un día durante el que podía expresarse libremente criticando la
posible mala organización, vestido con la toga mientras que su amo vestiría el
gorro de pico y realizaría los trabajos más penosos para que se diera cuenta
del valor de un siervo.
Esta
costumbre perduró hasta la Edad Media, celebrándose siempre en los días de finales de año, en ellos los miembros del pueblo llano se convertían en gobernantes durante algunas horas,
en las cuales aprovechaban para dictar las normas más disparatadas con obligación
de ser acatadas por todos los que se cruzaran en su camino, y no fue solo en
España, sino en toda Europa.
En
Castilla era la fiesta del Rey de Gallos o del Rey de Inocentes; en otros
sitios era la Fiesta de los Locos, o la Fiesta
de los Pájaros, con distintos nombres en unos sitios o en otros, pero en todos
se jugaba a cambiar el orden establecido y generalmente coincidía con el día 28
de diciembre. De común acuerdo con las autoridades legalmente establecidas, se
elegía a un “rey” que paseaba por la población con su séquito de bromistas, organizando todo tipo de chanzas. Pero la cosa llegó a ser tan pesada que en algunos sitios se acabó por prohibir la fiesta
ya en el siglo XIV porque se hacían insoportables, de manera que hay más
documentos relatando el porqué de la prohibición paulatina desde el siglo XIV
al XVIII, en el que desaparece totalmente, que otros relatando la propia fiesta, aunque para conocerla es
suficiente con lo que hay.
Las
bromas eran de todo tipo: el “rey de gallos” se paseaba con sus
alguaciles, que llevaban vara de autoridad y una caja recaudatoria, y ponía una
multa, por ejemplo, a los que iban caminando por el sol para acto seguido
cruzar la calle y ponérsela a los que caminaban por la sombra. U obligar a los
transeúntes a caminar a cuatro patas y rebuznando, cacareando o mugiendo, con obligación de
hacerlo o de pagar multa. O darle un azadón a algún infeliz que se cruzara con
la comitiva y obligarle a cavar surcos en la corriente de agua de un arroyo,
con multa si no los podía hacer… Pero no todo el mundo se lo tomaba a bien,
había disputas con los que no querían someterse, salían las espadas o los puñales
a expresar su opinión y era fácil acabar con heridos o incluso con muertos.
Este fue uno de los alicientes que impulsaron a las autoridades verdaderas a
suprimir los festejos.
Con
la prohibición desapareció la fiesta del Rey de gallos, pero las bromas se
siguieron gastando. Por ejemplo, como había sido la matanza del cerdo hacía
pocos días, entraban en las casas, se llevaban los embutidos que se estaban
secando en las varas y dejaban colgados en su lugar zapatos viejos, trapos, ratones muertos, cualquier cosa. Después
eran devueltos los embutidos, pero previa requisa de la comisión de recuperación,
que había servido para una suculenta cena. O se entraba también de noche a una
casa y se cambiaban de sitio todos los muebles, o se sacaban las vacas de las
cuadras de los vecinos y se metían en cuadras ajenas, de manera que al día siguiente toda la población andaba revuelta reuniendo su ganadería. La imaginación no descansaba.
Hoy
en día la broma va más encaminada hacia la tomadura de pelo, generalmente haciendo
circular una noticia posible, pero falsa, y es costumbre que en prensa y
televisión se hagan eco de alguna que nos arranca una carcajada, o provocando
situaciones tan absurdas que dejan descolocada a la inocente víctima. Creo que
todos recordamos el programa de televisión “Inocente, inocente”, en el que se
ponía en situaciones más que comprometidas a famosos, famosillos y famosetes.
También hay empresas que se dedican, previo pago,
a gastar bromas telefónicas durante todo el año, las graban y luego se las
pasan al que las encargó para que se burle del inocente que "picó".
Y también hay poblaciones, sobre todo de la
Comunidad Valenciana, en las que ha vuelto la tradición tal y como se abandonó
en el siglo XVIII, pero siempre dentro de unos cauces más civilizados que aquellos
por los que discurría el jolgorio, cuando fueron prohibidas y en las que
acababan con gente en el hospital.
Por último, hay que decir que el día 28 de diciembre solamente se gastan bromas en España y en países hispanoamericanos. En los países anglosajones, así como en Francia, Alemania, Italia, Bélgica y otros, se celebra una fiesta similar el 1 de abril conocida como Día de los tontos o Fools Day.
Pero volviendo a España, tal
vez haya otras explicaciones de la ligazón de la matanza de niños en tiempos de
Herodes con las bromas del día de los Inocentes actuales, pero creo que si las
hubiera, esta sería la más adecuada.
Antonio
García Francisco, Navidad 2020
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