A lo largo de estos
últimos años nuestro conocimiento del románico ha seguido una línea de subida
exponencial que nos ha permitido ver más allá de las piedras que forman sus
capiteles y canecillos. El arte románico nos ha demostrado que existen otras
formas de escribir. Unos conceptos que sólo podemos contemplar si cambiamos
nuestra percepción de las cosas y nos trasladamos a la Edad Media.
Una vez inmersos en
ella, y gracias a un buen intérprete, contemplamos un mundo que se esconde a
plena vista, maravillosamente esculpido como fiel reflejo de las tablas de
Moisés, donde la piedra es también la protagonista. Si seguimos aplicando párrafos bíblicos, así mismo podemos afirmar que aquellos
canteros escribían recto en renglones torcidos. La complejidad de sus obras así
nos lo hace ver.
La interpretación
de todos esos trabajos se basa en amplios estudios que pueden durar meses ya
que no todo lo escrito es interpretable, ni todo lo interpretable se ha
escrito. Estos estudios suelen venir en un alto porcentaje, de manos de
personas que en muchas ocasiones solo su vocación y su enorme esfuerzo las
avala con lo que la dificultad de asentar sus descubrimientos es difícil en
muchos casos e imposible en otros. Esas interpretaciones chocan en diversas
formas y maneras con lo establecido, privándonos de ver lo que otros no quieren
o no saben.
Para seguir
descubriendo más historias, más relatos, más mensajes ocultos, nos visita hoy en esta emisora escolar un
viejo amigo que seguro conocéis muchos de vosotros y para aquellos que no, pues
se lo presento
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