Desde que el ser humano pulula por este planeta, su
afán por aprender le ha puesto a lo largo de miles de años en un punto de
necesaria necesidad de instruirse y evolucionar.
Esta hambre de conocimiento y su transmisión condujo a
que los pueblos más evolucionados quisieran dejar plasmados sus conocimientos
y desarrollasen la escritura. La prueba
más antigua la tenemos en la Tabla de Kish de origen sumerio con una datación
que la sitúa al menos a 3500 años antes de Cristo.
Los estudiantes egipcios tenían un silabario donde estaban ordenados los signos usuales con pronunciación y significado. Cuando estos los memorizaban, pudiendo copiarlos sin mirar ni equivocarse, se consideraba que ya sabían leer y escribir.
Los griegos combinaban algo que en estos tiempos está
prácticamente en desuso, como es la tradición oral, que junto con la escrita
hicieron avances trascendentales.
La caída del imperio romano trajo un tiempo de confusión que sumió a la Europa romana en un caos. Las escuelas fueron cerradas y toda la educación recayó en los monasterios donde se impartía principalmente la enseñanza de textos religiosos.
A ello se sumó que solo los hijos de familias acomodadas fueron los beneficiarios de esta educación y se centraban principalmente en aquellos que iban a seguir la vida monástica. Un ejemplo claro de la necesidad de comunicar a aquellos que no sabía leer lo tenemos en el románico, donde los escultores grababan en pìedra las escenas cotidianas, históricas y religiosas, y las colocaban en los lugares donde los asistentes a las misas pudieran “leer” a modo de viñeta pétrea aquello que a los constructores querían que supieran.
Así estaríamos durante varios siglos, donde la
educación de la clase más acomodada sería el ejemplo de unos países decadentes
e ignorantes en su mayoría.
El siglo XIX trajo consigo la gran debacle social en
esa España a partir de la guerra de la independencia. La proporción de
analfabetismo alcanzaba cifras alarmantes
en 1856 encontramos una España culturalmente deprimida. El índice de
analfabetismo supera el 80 %, la mitad de los niños en edad escolar están sin
escolarizar, algo más del 42 % del profesorado de instrucción primaria no posee
titulación específica y más del 60 % de las escuelas no tienen el material
técnico ni arquitectónico adecuado.( HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA
(1857-1975). UNA VISIÓN HASTA LO LOCAL Manolo Garrido Palacios
Para hablarnos de uno de los grandes problemas de la
sociedad española del siglo XIX tenemos caharlaremos con
Fernando Álvarez Balbuena
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