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miércoles, 16 de noviembre de 2022

Perspectivas liberales de la institución libre de enseñanza

 

Desde que el ser humano pulula por este planeta, su afán por aprender le ha puesto a lo largo de miles de años en un punto de necesaria necesidad de instruirse y evolucionar.

Esta hambre de conocimiento y su transmisión condujo a que los pueblos más evolucionados quisieran dejar plasmados sus conocimientos y  desarrollasen la escritura. La prueba más antigua la tenemos en la Tabla de Kish de origen sumerio con una datación que la sitúa al menos a 3500 años antes de Cristo.

Los estudiantes egipcios tenían un silabario donde estaban ordenados los signos usuales con pronunciación y significado. Cuando estos los memorizaban, pudiendo copiarlos sin mirar ni equivocarse, se consideraba que ya sabían leer y escribir. 

Los griegos combinaban algo que en estos tiempos está prácticamente en desuso, como es la tradición oral, que junto con la escrita hicieron avances trascendentales.

 Los romanos formaban a sus alumnos en la literatura latina y griega y dividían en lo que los historiadores llaman la  instrucción primaria, lectura y clases de oratoria 

La caída del imperio romano trajo un tiempo de confusión que sumió a la Europa romana en un caos. Las escuelas fueron cerradas y toda la educación recayó en los monasterios donde se impartía principalmente la enseñanza de textos religiosos. 

A ello se sumó que solo los hijos de familias acomodadas fueron los beneficiarios de esta educación y se centraban principalmente en aquellos que iban a seguir la vida monástica. Un ejemplo claro de la necesidad de comunicar a aquellos que no sabía leer lo tenemos en el románico, donde los escultores grababan en pìedra las escenas cotidianas, históricas y religiosas, y las colocaban en los lugares donde los asistentes a las misas pudieran “leer” a modo de viñeta pétrea aquello que a los constructores querían que supieran. 

Así estaríamos durante varios siglos, donde la educación de la clase más acomodada sería el ejemplo de unos países decadentes e ignorantes en su mayoría.

 En el  siglo XVIII las ideas ilustradas hacen conciencia sobre la necesidad del conocimiento y la educación para el desarrollo de los pueblos, donde el papel del estado es pieza clave en la educación. Esto marcó el inicio de la puesta en valor de nuevas formas y direcciones dejando un poco de lado a la iglesia católica. No obstante el resurgimiento del romanticismo hubo menos énfasis en la razón y desafío a la autoridad y más apoyo para el nacionalismo emergente y la asistencia obligatoria a la escuela.

 

El siglo XIX trajo consigo la gran debacle social en esa España a partir de la guerra de la independencia. La proporción de analfabetismo alcanzaba cifras alarmantes  en 1856 encontramos una España culturalmente deprimida. El índice de analfabetismo supera el 80 %, la mitad de los niños en edad escolar están sin escolarizar, algo más del 42 % del profesorado de instrucción primaria no posee titulación específica y más del 60 % de las escuelas no tienen el material técnico ni arquitectónico adecuado.( HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA (1857-1975). UNA VISIÓN HASTA LO LOCAL Manolo Garrido Palacios

Para hablarnos de uno de los grandes problemas de la sociedad española del siglo XIX tenemos caharlaremos con

 

 

Fernando Álvarez Balbuena

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