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martes, 2 de marzo de 2021

El Basilisco en la escutura románica. Veneno en la mirada.

 

Estoy seguro de que si preguntáramos en una encuesta qué es un basilisco, la respuesta sería, en un altísimo porcentaje de los encuestados, incluidos universitarios, un rotundo “no lo sé”.

Y sin embargo, tras ese nombre se oculta uno de los mitos más ricos de todas las épocas en lo que a criaturas fantásticas se refiere.

Sobre los basiliscos se ha escrito tanto que se hace difícil pretender algo nuevo a estas alturas. Lo sencillo sería definir y poner fotografías, pero hay que intentar  hacerlo de una manera diferente.

 Lo mejor será comenzar por su etimología y continuar con las descripciones que hicieron los historiadores antiguos, hasta llegar a la Edad Media y, ya de paso, hasta nuestros días.

Basilisco

Es una criatura procedente de la mitología griega; del griego toma su nombre, basilískos, pequeño rey, y se le describía como una serpiente tan nociva, que incluso de su mirada surgía tal cantidad de veneno que podía matar helando el corazón.  

Basilisco

Tal y como ocurrió con las arpías, poco a poco se le fueron agregando nuevas características, pero siempre conservando su esencia de reptil. Pasó a ser un híbrido de serpiente y dragón alado para acabar como serpiente alada con patas y cabeza de gallo.

Basilisco


En la antigüedad era descrito como una serpiente muy especial, con una corona, que anda vertical. 

Basilisco

La serpiente basilisco … es la provincia de la Cirenaica quien la genera, su largo no pasa de doce dedos, tiene como marca una mancha blanca sobre la cabeza, que se parece a una diadema. Su silbido espanta a todas las serpientes. No anda, como las otras, por una serie de ondulaciones, sino que avanza manteniéndose alta y derecha sobre la mitad de su cuerpo. Destruye los arbolillos, tanto por su resuello como por su contacto; abrasa las hierbas, quiebra las piedras, tanta fuerza tiene su veneno. (…) Y sin embargo este monstruo –se ha hecho a menudo la prueba para los reyes que le deseaban ver muerto– no resiste el veneno de las comadrejas: que la naturaleza no ha creado nada sin contrapartida. Se guarnecen estas en las cuevas de los basiliscos, que encuentran fácilmente por la infección del terreno. Matan al basilisco por el olor que exhalan, y mueren: así termina el combate de la naturaleza consigo misma.” Plinio, Historia Natural, libro VIII


 Queda claro: el basilisco mata con la mirada y la comadreja mata al basilisco con su mal olor.

En el Antiguo Testamento podemos encontrar al menos seis referencias al basilisco, en cuatro libros distintos. La más aterradora se corresponde con esta:

No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá basilisco, y su fruto, ceraste volador. Isaías 14,29 (Cerastes son las víboras del desierto).

Basilisco


En el siglo VII, San Isidoro ya ha recogido todas las leyendas en las Etimologías y nos da una idea resumida:

“Basilisco es nombre griego; en latín se interpreta régulo, porque es la reina de las serpientes, de tal manera que todas le huyen, porque las mata con su aliento y al hombre con su vista; más aún, ningún ave que vuele en su presencia pasa ilesa, sino que, aunque esté muy lejos, cae muerta y es devorada por él. Sin embargo, le vence la comadreja, que los hombres lanzan a las cavernas en las que se esconde el basilisco. Cuando éste la ve huye y es perseguido hasta que es muerto por ella. Nada dejó el Padre de todas las cosas sin remedio. Su tamaño es de medio pie y tiene líneas formadas por puntas blancas. Los régulos, como los escorpiones, andan por lugares áridos, pero cuando llegan a las aguas se hacen acuáticos”. San Isidoro. Etimologías, XII

Pero es un poco más adelante de esta recién iniciada Edad Media cuando más nos interesa. Es el momento en que aparece transformado en lo que conocemos hoy, pues ya ha quedado firmemente establecido que el basilisco nace de un huevo de gallo viejo, incubado sobre estiércol por un sapo. Eclosionado el huevo, surge una criatura con cabeza, cresta y alas de gallo y cola de serpiente, sin estar muy claro cómo es el cuerpo, que puede ser el de un gallo o el de un humanoide. 

Basilisco


            Y así es como lo veremos representado a partir de ahora.

Iglesia de Santa María la Real de Sangüesa, Navarra.
Detalle del basilisco de la portada.


Iglesia de Santa María la Real de Sangüesa, Navarra.
Detalle del basilisco de la portada.

Basilisco acosado por una comadreja. Grabado S. XVII. Wenceslao Hollar.
Han tenido la precauición de envolver a la comadreja en ramas de ruda,
remedio infalible contra el mal de ojo.

 Y llegados a este momento, ya todo el mundo lo tenía claro: los únicos métodos seguros de matarlo eran con el canto del gallo, el cual le aterrorizaba hasta el punto de hacerle morir, o con una comadreja, la cual era el único animal capaz de vencerle con su olor, si bien al coste de morir también ella misma. 

“Es enemigo capital del Basilisco la comadreja: porque no solamente viva le mata, o persigue, empero también quemada y bebida con vino, es único remedio contra sus mordeduras a las cuales se aplica útilmente cruda, y despedazada.”

Dioscórides. Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos.  Libro sexto, cap. LIX «De los mordidos del Basilisco»

El mito de que la comadreja lo mataba surgió de la descripción que hizo Plinio, un revoltijo confeccionado con base en los rumores que corrían entonces sobre tres animales: las cobras de la India, una serpiente de los desiertos africanos llamada Lytorhynchus diadema y las mangostas que cazaban serpientes. Un conjunto de creencias que llegó a inundar las mentes humanas de griegos y romanos que querían conocer los peligros a que se sometían los viajeros que atravesaban los desiertos africanos.


Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Duratón, Segovia.
Canecillo con un basilisco.

Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Duratón, Segovia.
Metopa con un basilisco.

Este debiera haber sido el punto de partida para nuestro relato, pues es cuando empieza a aparecer en capiteles y canecillos y es aquí donde los bestiarios comienzan su historia. 

Nuestro basilisco se ha convertido en un ser monstruoso que puede adoptar diferentes formas reptilescas o humanoides, quedando establecido su papel de mensajero y representante de los demonios, a los cuales puede ayudar conduciendo almas al Infierno o en funciones de pesaje de almas, psicostasis, junto al arcángel San Miguel. Eso, además de secar árboles y matar seres vivos con la mirada, y partir piedras con el aliento.

Iglesia de San Román abad. Cerezo de Abajo, Segovia.
Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción,  San Martín del Rojo, Burgos.
Basilisco humanoide conduciendo condenados al infierno.


Y cosa curiosa, en todos los pesajes de almas en que interviene un basilisco, se puede ver que está haciendo trampas. O intentándolo.

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa, Rebolledo de la Torre.
En el pesaje de almas, el basilisco hace trampas con la rodilla.

Iglesia de Santa María, Wamba, Valladolid.
El basilisco está haciendo trampa con la pezuña.

Catedral de Nôtre Dame, París.
Descaradamente el basilisco humanoide hace trampas.

Podríamos resumir que, independientemente de lo que significó en la antigüedad, en el mundo cristiano, el basilisco siempre fue la viva imagen del diablo. Dice El Fisiólogo:

“…el basilisco representa la figura del diablo, asesino de humanos. Y habiendo llegado el diablo y envidiando el lugar del paraíso que dio el Señor Dios a Adán y Eva, habló por medio de la venenosa serpiente, diciendo la serpiente en los oídos de la misma Eva: «Del fruto del árbol del medio del Paraíso, el que os dijo el Señor Dios que no comierais, comed, y en el momento en que os lancéis y comáis, se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conociendo lo bueno y lo malo.”

Iglesia de San Martín de Tours. Vizcaínos de la Sierra, Burgos.

Su origen dio lugar a grandes debates, en muchos casos con elevadas dosis de comicidad, sobre todo cuando algunos reconocidos filósofos y teólogos cristianos, entre los que no faltó san Alberto Magno, se enzarzaron en el importante asunto de si el bicho nace de un huevo de gallo, o de gallina, o de serpiente, después de su eclosión parece un pato; o no lo parece; o el huevo no tiene cáscara pero sí una piel durísima que no puede romperse; o la piel es muy fina; o que el huevo lo incuba un búho con una víbora, o un sapo; incluso que es fecundado por el propio infierno…

Iglesia de San Miguel, Sotosalbos, Segovia.
Basiliscos picoteando serpientes.


En estas polémicas, el mito del basilisco rebasó con holgura la frontera de la Edad Media, traspasó el Renacimiento, se enseñoreó y acomodó por la literatura de nuestro Siglo de Oro y la del Barroco. Los ojos esquivos de la dama serán como los del basilisco y matan con su mirada al rendido amante.

Ermita de Santa Cecilia en Vallespinoso de Aguilar
Basilisco humanoide dispuesto al pesaje de un alma en presencia de San Miguel.



Ermita de Santa Cecilia en Vallespinoso de Aguilar.
El basilisco se aferra a un platillo de la balanza del pesaje de almas.

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa. Rebolledo de la Torre, Burgos.
Un basilisco se va a llevar el alma de un avaro.

Cervantes utiliza tres veces la palabra en el capítulo XIV del Quijote;

“El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera”

 unos años antes lo había nombrado Mateo Alemán en el Guzmán de Alfarache 

“Que si preguntáis deseando saber qué sea la causa natural, no se sabe otra más de que la piedra imán atrae a sí el acero, el heliotropo sigue al sol, el basilisco mata mirando, la celidonia favorece la vista. Que, así como unas cosas entre si se aman, se aborrecen otras, por influjo celeste.”

Iglesia e Santa María la Real. Valdeolea, Cantabria.


En la segunda parte del Lazarillo de Tormes también se alude al basilisco

“En mi vida te vi, ni te conozco; pero si por los efectos se rastrea la causa, por lo que de ti he experimentado creo no hay sirena, basilisco, víbora ni leona parida más cruel que tú.”

Iglesia de San Cipriano. Oquillas, Burgos.

Iglesia de Santo Domingo de Silos. Millana, Guadalajara.

Iglesia de San Pedro. Olite, Navarra.


El gran don Francisco de Quevedo ya sospechaba que todo era un cuento y dedicó un largo romance burlesco al basilisco:

(…)

Ansi, pues, nunca a tu cueva

se asome Santa Lucía,

que si el mal quita a los ojos

desarmará tu malicia.

(…)

Si está vivo quien te vio,

toda tu historia es mentira;

pues si no murió, te ignora,

y si murió, no lo afirma.

(…)

Iglesia de San Martín, Segovia.



Iglesia de San Martín, Segovia.

Pero la cosa siguió y siguió hasta que en pleno siglo XVIII, el benedictino fray Benito Feijóo afirmó que no negaba que existiera una sabandija que matara con su aliento venenoso, pero sí que negaba que matara con la vista. La polémica surgió inmediatamente. Al cabo de veinticinco años se seguía refutando furibundamente al padre Feijóo, y en el año 1750 tuvo que ser el rey de España, Fernando VI, quien, ya harto de la polémica, decidió a favor del benedictino: el basilisco no mataba con la mirada.

Iglesia de Santa María la Mayor. Aguilar de Bureba, Burgos.

Pero la discusión continuó. En 1784 se seguía insistiendo, como demuestra el caso del capuchino francés Joseph Romain Joly en su obra  La Geographie Sacrée et les monuments de l’historie sainte   

“Los modernos han considerado el basilisco como un animal fabuloso. Más después que la Escritura ha hecho mención de él, como de un reptil existente, que es nombrado con los otros animales dañinos, su existencia es incontestable.”

El público general continuó creyendo en la existencia de la criatura y su capacidad de matar con la mirada, llegando así a la segunda mitad del siglo XIX, bien sobrepasados los Siglos de la Razón y de Las Luces.  A partir de ahí, el mito comienza a decaer hasta llegar al olvido, quedando como un personaje residual de cuentos para niños, a quienes se solía asustar con el basilisco para impedir que jugaran en bosques o en terrenos donde sus padres no querían que estuviesen.

Iglesia de San Vicente de Serrapio. Aller, Asturias.

Ruinas del monasterio de San Pedro de Plecín. Alles, Asturias.

Monasterio de San Juan de los Reyes, Toledo. Siglo XV 


        Hoy en día, el basilisco es un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de las personas, muchas de las cuales solo tienen referencias por la expresión “Estar hecho un basilisco”, utilizada para señalar que alguien tiene un gran enfado, al punto de poder llegar a ponerse violento, pero ignorando lo que es el basilisco.

 Quizás lo fuera para todo el mundo si la serie cinematográfica de Harry Potter no lo hubiera vuelto a resucitar, aunque solo haya sido para usarlo en una película y de manera muy sui géneris, rayando en lo estrafalario.

Preparando el basilisco en la película de Harry Potter.

Pasó de serpiente a gallina y de gallina a gallo con cola de serpiente o demonio con forma de hombre y cabeza de gallo a causa de su viaje y dispersión desde Grecia a toda Europa; nunca perdió su capacidad de matar con el veneno de la mirada, fue muy temido y, a pesar de ello, muy utilizado durante la Edad Media, cuando se popularizó el comercio de "polvos de basilisco", obtenido de cadáveres molidos de esta criatura, remedio infalible para curar todas las enfermedades y como piedra filosofal de los alquimistas para convertir plomo en oro, aunque el único oro que se vio fue el que se pagaba por el producto, que solo estqaba al alcance de los reyes, y por últimmo, fue reducido al olvido más absoluto cuando la razón se impuso sobre la superstición.

Para lo que a nosotros interesa, quedémonos con la idea medieval: una criatura con cabeza de gallo, cuerpo reptilesco, a veces con patas de gallina, o humanoide con piernas, que mata con la mirada y representa al demonio en muchos de sus negocios con las almas de los pecadores.

Antonio García Francisco.

Madrid, marzo 2021


Fotografías propias y de Pedro Lozano Huerta.

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Bibliografía consultada:

Anónimo. Fisiólogo

Bueno Sánchez, Gustavo. Otogenia y Filogenia del Basilisco. El Basilisco, revista de materialismo filosófico. Oviedo. (*)

Herrero Marcos, Jesús. Bestiario románico en España. Ediciones Cálamo, 2010

Ríos, E. J. Bestiario de la Mitología Griega. Semper Eadem Ediciones, 2021

(*) La revista El Basilisco fue fundada por Gustavo Bueno en 1978 como revista de filosofía, ciencias humanas, teoría de la ciencia y de la cultura, para facilitar “la publicación regular de trabajos cuyo común denominador fuera el estar concebidos desde una perspectiva filosófico-crítica (materialista)”. Desde 2008 El Basilisco se subtitula revista de materialismo filosófico. Se imprime en soporte vegetal, y su versión digital se difunde libremente. 








2 comentarios:

  1. ¡Genial, Antonio y Manolo!
    Es estupendo ver esta entrada y escucharos en la grabación hablando de una criatura que tiene milenios de historia y tradición que se están difuminando rápidamente.
    En el pueblo de mis antepasados, en la montaña central asturiana, toda persona mayor de 50 años sabe que algunos gallos ponen una vez en su vida un inquietante pequeño huevo y que, si consigue incubarlo, nacerá de él un basilisco; un ser tan repugnante, que es capaz de matarte con la mirada. Las madres decían desde bien pequeños a sus hijos, que podrían combatirlo con un espejo que le mandara de vuelta esa mirada.
    Hoy las madres ya no cuentan esas historias tan antiguas y tan fantásticas. ¡Menos mal que siguen escritas en el arte del románico y que estáis ahí para que sepamos leerlo y disfrutarlo!
    Ya sabemos que hoy nadie se lo cree -esto del huevo de gallo y el basilisco- pero seguiré llevando en el bolso un espejito. Solo por si acaso...

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Geli. No se deberían perder las leyendas y tradiciones, porque si lo permitimos, es seguro que perderemos una buena parte de la identidad que nos transmitieron nuestros antepasados. La leyenda continúa, si alguna vez alguien encuentra el huevo del gallo en el establo o en el muladar, tanto si está el sapo como si no, no debe destruirlo, eso sería inútil. La única manera de impedir que nazca el basilisco consiste en lanzar el huevo por encima de la casa y que caiga al otro lado sin rozar ninguna parte del edificio. Método científico demostrado y comprobado empíricamente durante muchos siglos. :)

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