Poco tengo que decir del tema que nuestro amigo y
compañero nos mostrará en la ponencia de este viernes. México, es uno de esos
países que guarda en sus adentros tantos misterios como aquellos que ya fueron
descubiertos. Sus grandes masas vegetales cubren con su manto una biodiversidad
tan rica como numerosa. Lugares mágicos como los cenotes, pozos de agua dulce
venerados por los Mayas y que siguen en su lucha particular con las masas
vegetales que los rodean en ese esfuerzo de captar la luz entre tanta espesura
o culturas indígenas como los Lancadones descendientes de los antiguos mayas,
que son conocidos por sus conocimientos ancestrales y su conexión con la
naturaleza.
Méjico es ese destino tan enigmático donde se mezclan
un sinfín de culturas que dan fruto a un crisol que le convierte en referente
de esa Hispanoamérica que en él tuvo su centro de poder, no tenemos que olvidar
que su capital a principios del siglo XIX era el centro cultural, económico y
social y que, aunque muchas referencias históricas no se hagan eco de ello, con
un desarrollo superior a ciudades como París o Londres, y no lo digo yo
«a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
el naturalista, geógrafo y explorador Alexander von Humboldt (…) dejó muy claro
que México estaba mejor que Alemania»

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