La Península Ibérica ha sido testigo de infinidad de invasiones a lo largo de su historia. Su condición de puente entre dos continentes, era un caldo de cultivo a la hora de ser utilizada en ambos sentidos y su dominio representaba el control de esas expansiones.
El reino de Asturias es un ejemplo claro de las reacciones de esos pueblos invadidos. Desde que Pelayo clavó la pica en Covadonga, la cruzada que se inició fue de capital importancia y, me atrevería a decir, dejándome llevar por mi condición de asturiano y cangues, que decisiva a la hora evitar las razias árabes al otro lado de la cordillera pirenaica.
En el puro aspecto militar, la formación en el frente de puntos de defensa ante un invasor, condiciona a éste a dispersar fuerzas, las cuales son necesarias para conseguir superioridad en un posible punto de ruptura y le incapacita por falta de efectivos, además de presentarse peligros en su retaguardia.
EL reino de Asturias se convirtió en uno de esos puntos calientes de la invasión árabe de Europa y si Covadonga supuso un rechazo a la línea de penetración, tras ella y con las sucesivas incursiones sobre la m
eseta de los cristianos, obligó a estos a fijar fuerzas que bien podía utilizar en pretensiones más ambiciosas al otro lado de los Pirineos.
El Reino de Asturias representa el símbolo de la lucha y crea las bases para el inicio de la Reconquista, una cruzada 8 siglos que libró a Europa de
Hoy hablaremos de esa importante etapa de la historia de España con todo un experto:
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