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martes, 16 de febrero de 2021

SIRENAS Y NEREIDAS ROMÁNICAS, ¿SABEMOS DISTINGUIRLAS?

 

Es de sabiduría popular que una sirena es una criatura marina cuya mitad superior corresponde a un cuerpo de mujer, y cuya mitad inferior es la de un pez. Así lo hemos visto siempre y esta es la imagen que se nos aparece cada vez que pensamos en una sirena.

¿Pero estamos seguros de que es así?

En la mitología griega, donde por primera vez tuve noticia de su existencia siendo un niño, y fue viendo una película de Ulises, se las define de una manera muy diferente.

Las sirenas acosando a la tripulación de Ulises.


Se dice que eran unas hermanas y que sus padres fueron Aqueloo, el dios del río del mismo nombre, y Calíope, la musa de la elocuencia, y que se llamaban Parténope, Leucosia y Ligea, pero hay otras versiones tradiciones que aseguran que eran cuatro, otras que cinco y alguna relaciona hasta ocho.

También dice de ellas la mitología que la diosa Ceres las convirtió en aves porque se negaron a socorrer a Proserpina cuando fue secuestrada por Plutón para arrastrarla a los infiernos, aunque la versión de Ovidio asegura que fueron ellas las que pidieron a los dioses alas para poder volar en su busca por toda la tierra.

El primer testimonio que tenemos sobre las sirenas aparece en la Odisea de Homero, cuando Circe le dice a Ulises

primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa”.

 Y aquí tenemos a nuestras sirenas de la Odisea:

Plato griego representando a Ulises escuchando el canto de las sirenas

Una de sus principales características era su voz, ya que poseía una inmensa dulzura y musicalidad. Gracias a su don, atraían a los marineros de los barcos; éstos quedaban tan embelesados con tan bella música que saltaban del barco para poder escuchar mejor, pereciendo ahogados en las aguas. Las sirenas tenían una obligación, y era que, si algún hombre era capaz de oírlas, pero no se sentía atraído por ellas, debían morir. Odiseo (Ulises), al regreso de la guerra de Troya, tuvo que atravesar el mar de las sirenas y, siguiendo el consejo de Circe, ordenó que toda la tripulación de la nave se tapase los oídos con cera para no escuchar el canto. Mientras tanto, él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos para escucharlas, ordenando que viesen lo que viesen no le desataran. Así logró escuchar a las sirenas, las cuales, cumpliendo con su obligación, decidieron que debían morir.

Duratón, Segovia. Canecillo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción


 Parténope se lanzó al mar. Su cuerpo fue arrastrado hasta la costa, donde fue enterrada con grandes honores, construyéndose también un pequeño templo en su honor, alrededor del cual se fundó un pueblo, Parténope, que tiempo después cambió el nombre por Neápolis, la actual Nápoles.

Leucosia fue arrastrada hasta una isla del mar Tirreno, a la cual dio su nombre, y Ligea fue arrastrada hasta Terina, hoy la ciudad italiana de Nocera.

En otra leyenda, los Argonautas escaparon de las sirenas porque Orfeo, que estaba a bordo de la nave Argo, cantó tan dulcemente que consiguió anular el efecto de la canción de la perdición. El resultado fue el mismo, las sirenas, tan avergonzadas por la victoria de Orfeo como por la huida de Odiseo, se arrojaron al mar y perecieron.


 

San Isidoro dijo de ellas en sus Etimologías (XI, 3, 30-31): “En realidad eran unas meretrices, las cuales arruinaban a quienes se acercaban, y estos, se veían luego en la necesidad de simular el naufragio. Tenían alas y uñas porque el amor vuela y hiere. Se dice que vivían en las olas porque las olas crearon a Venus”.




En el arte románico son representadas tal cual son descritas en la antigüedad. Su primer historiador, Homero en el duodécimo libro de la Odisea, no nos describe cómo son. Pero para Ovidio, son aves de plumaje rojizo y cara de virgen; para Apolonio de Rodas, de medio cuerpo arriba son mujeres, y abajo, aves marinas.

Labros, Guadalajara. Iglesia de Santiago Apóstol

            Hecha esta larguísima introducción, llegamos a la escultura románica. Está claro lo que dice El Fisiólogo, el gran bestiario medieval: 

“El Fisiólogo dijo acerca de las sirenas: […] hay animales en el mar llamados sirenas y como Musas cantan armoniosamente con sus voces, y los navegantes que pasan cerca de ellas, si oyen su canto, se arrojan al mar y perecen. Y tienen la siguiente forma: la mitad hasta el ombligo de mujer y la otra mitad hasta abajo de oca”.
Zamora. Iglesia de Santa María Magdalena 


             Queda, pues, establecido, que su origen es grecorromano y parece ser que en un principio representaban los peligros de la navegación, nada más que eso, aunque partiendo de esta base fue fácil llegar a deducir que se dedicaban a seducir con sus cantos a los navegantes para arrastrarlos a la muerte y después devorarlos.

 

Requijada, Segovia. Iglesia de Nuestra Señora de Las Vegas



En el románico, los navegantes son los creyentes que, en su travesía por la vida, escuchan el peligroso canto, símbolo del pecado, y unas veces se dejan arrastrar y otras no.

Iglesia de Ntra. Sra. del Valle. Monasterio de Rodilla, Burgos (Fotografías de Pedro Lozano Huerta)

Pero por influencia de la cultura egipcia, que nos llegó a través de la árabe, según el contexto en el que estén esculpidas, también pueden simbolizar el alma de los difuntos que se perdieron por el camino del más allá. Por tanto, esta criatura puede tener diferente significado según donde se encuentre.

Llegados a este punto, inevitablemente surge una cuestión: 

entonces, ¿qué son esos seres mitad mujer y mitad pez que también vemos en los capiteles y canecillos de las iglesias medievales?

Ntra. Sra. de la Asunción, Duratón - Ntra. Sra. de la Natividad, El Olmo (Segovia)

Pues son nereidas, aunque poco a poco en el imaginario popular fueron asimiladas a sirenas. Esto se debió a que en algún momento la sirena comenzó a representar la voluptuosidad, y su canto fue el símbolo de lo que la Iglesia consideraba las falsas doctrinas. ¿Y qué mejor símbolo que una mujer nadando impulsándose con una cola de plata ondulante y lasciva? Ahí comenzó a confundirse sirena con nereida.

Una arpía y una nereida juntas en la portada de la iglesia de Sn Andrés en Soto de Bureba, Burgos


Las nereidas eran las cincuenta hijas de Nereo, dios de las olas del mar, y Doris, diosa de la generosidad del mar. Se las consideraba ninfas del mar Mediterráneo y como tales vivían en las profundidades; no obstante, emergían a la superficie para ayudar a marineros en peligro, siendo los argonautas los más famosos de entre los que socorrieron mientras viajaban en búsqueda del vellocino de oro.

Posteriormente, varía la leyenda y se dice que han sido vistas nereidas, llamadas náyades, que viven en aguas dulces de manantiales y arroyos.

Fuente de la Nereida. Jardines de Aranjuez, Madrid.


Eran representadas en  un principio con piernas, pero como montaban en delfines,  en el siglo VII se llegó a fusionar ambas imágenes, apareciendo tapada la cabeza del delfín con el cuerpo de mujer. A ello contribuyó la observación de pinturas antiguas semiborradas descritas en el Liber monstrorum de diversis generibus (VII-VIII), donde por primera vez la sirena pasa a tener cola de pez 

Las sirenas son doncellas marinas, que seducen a los navegantes con su espléndida figura y con la dulzura de su canto. Desde la cabeza hasta el ombligo tienen cuerpo femenino, y son idénticas al género humano; pero tienen las colas escamosas de los peces, con las que siempre se mueven en las profundidades”.
Ventana ermita de San Salvador. Santibáñez de Esgueva, Burgos. Fotografía Pedro Lozano Huerta 

Ermita S. Salvador. Santibáñez de Esgueva. Nereida bicaudal y músicos. Pedro Lozano Huerta
Ermita S. Salvador, Santibáñez de Esgueva, Burgos. Capitel exterior. Foto Pedro Lozano Huerta

Las nereidas, como queda dicho, eran unas divinidades de las aguas, manantiales y arroyos, quedan establecidas a partir del siglo VII como seres fantásticos con cabeza y tronco humanos, normalmente mujer, aunque también puede ser un hombre barbudo. La parte inferior de su cuerpo es una cola de pez, aunque, por influencia de la Leyenda de Tritón, pues las leyendas se van acumulando formando un sedimento cada vez más fuerte, también pueden ser dos colas, llamándose en este caso bicaudales

Iglesia de San Esteban Protomártir.Pineda de la Sierra, Burgos.


Iglesia de San Esteban Protomártir.Pineda de la Sierra, Burgos.
Un sagitario dispara una flecha a la nereida


Como ya dijimos, vivían en el fondo del mar, pero acostumbraban a subir a la superficie para ayudar a los marineros en peligro, pero luego el cristianismo se ocupó de decir que en realidad subían para engañarles y llevarlos a la perdición. Pasaron de salvar del peligro a crearlo.

Monasterio de San Pedro el Viejo, Huesca. El mismo motivo que en Pineda de la Sierra, Burgos, el sagitario dispara una flecha a la nereida. Los peces que porta la nereida en las manos representa a las víctima que han sido atrapada con su música  engañosa.

Monasterio de San Pedro el Viejo, Huesca.
Nereida que ha atrapado a unas víctimas.



Nereida que ha atrapado una víctima.  Iglesia de Nuestra Señora del Valle, Monasterio de Rodilla, Burgos.
 
Fotografía de Pedro Lozano Huerta.

Sigue trabajando la leyenda y se empieza a decir que solían aparecer a mediodía, por lo que normalmente en las iglesias se las representa por lo general en puertas, ventanas y fachadas que dan al Sur, aunque esto no excluye su ubicación en otros puntos.

Santa Marta del Cerro, Segovia. Iglesia de Santa Marta.
Una nereida en la ventana del ábside orientada al Este


Como vimos, eran seres amables que ayudaban a los navegantes, no como las sirenas, que la imaginación las convirtió en monstruos que trataban de atraerlos para devorarlos. Pero sigue creciendo la leyenda cuando se descubre que había un grave peligro para los mortales: si las descubrían se volvían locos. Esto no las convierte en seres malignos, pero la semilla está sembrada, pues como cantan y tocan instrumentos musicales, rápidamente se convierten en un símbolo de los vicios y tentaciones con que los humanos pierden la razón el día que los descubren, atraídos por los cantos y músicas perversas que los placeres mundanos incluyen.

Iglesia de San Juan Bautista, en Cerezo de Arriba, Segovia.
Ventana del ábside con nereidas a la izquierda y sirenas a la derecha.

Ya está servida la interpretación. Por diferentes caminos, sirenas y nereidas han llegado a ser unos seres negativos que representan los peligros del amor y la seducción en que un humano se deja envolver sin control; son también las tentaciones, llegando en algunos extremos a relacionarse con el pecado de la lujuria. La diferencia es que las sirenas utilizan sus cantos engañosos para atraer a los hombres mientras que las nereidas utilizan su belleza femenina, incluso algunas veces aparecen representadas con un peine y un espejo en las manos.

Nereida con peine y espejo como armas de seducción. Basílica de la Asunción de Ntra. Señora en Colmenar Viejo, Madrid. Siglo XV. 
La cifra 1953 que aparece corresponde al año de una restauración del templo.

San Pedro de Teverga, Asturias. Nereidas y sirenas conviviendo en un capitel


Todos los bestiarios acaban con un colofón moralizante para sus víctimas, los incautos que:

“… se deleitan con los placeres concupiscentes y lujuriosos del mundo, y quienes se dejan seducir por los actores, comediantes y músicos. Se van sumiendo en un profundo sueño en el que pierden toda su energía y se convierten en víctima de sus enemigos.”

Pero que nos quede muy claro: la criatura que todos conocemos como sirena, ser híbrido de cabeza y torso de mujer y cola de pez, es en realidad una nereida. No seamos vagos, por favor, y llamemos a cada cosa por su nombre. 

Arpías en la galería porticada de Ntra. Sra. de la Asunción en Duratón, Segovia.


Y no confundamos a las sirenas con las arpías, criaturas de las que hablaremos otro día.  No tienen nada que ver unas con otras, salvo la apariencia a primera vista por su cuerpo de ave. ¿Os habéis fijado en la cola de serpiente que presentan las arpías?

Post scríptum.

También existe para nuestro asombro y admiración, la imagen de la Virgen María representada como una nereida. Tiene su templo y culto en la isla de Lesbos, en el puerto de Skala. En esta imagen, la Virgen María aparece en forma humana en su parte superior, mientras que en la inferior tiene el cuerpo de un pez. Nadie sabe qué fue lo que llevó al desconocido artista popular a retratar a la Virgen María de esta manera.

Panagia Gorgona, Virgen María. Lesbos.



"… Frente al puerto pesquero se levanta sobre un mar magnífico la capilla de Panagia Gorgona”

“… Subsiste todavía, si bien medio borrada por el viento y la sal del mar, una imagen de la Virgen de lo más extraño que pueda concebirse en toda Grecia y en la entera cristiandad. La cabeza es similar a la de los frescos en que se representa a la Virgen con el Niño […]  Pero los ojos son verdes y extraordinariamente grandes y, a partir de la cintura, el cuerpo es el de un pez de escamas azuladas. La imagen sujeta un barco con una mano y con la otra un tridente parecido al que lleva Poseidón, según los grabados y libros escolares.” Stratis Myribilis, La Virgen Sirena.

Una explicación lógica es que, en un pueblo de pescadores, los habitantes que se identifican con el mar y sus tradiciones, quisieron "casar"(una vez más, y van…) la fe cristiana con las leyendas locales. Algunos pueden pensar que el enfoque del artista ha superado los límites. Pero el icono de la Virgen Sirena, desconocido para muchos incluso hoy, es ahora parte de la tradición popular griega.

Antonio García Francisco.

Madrid, Febrero de 2021

Fotografías propias y de Pedro Lozano Huerta.

Bibliografía consultada:

Anónimo, EL FISIÓLOGO, Bestiario Medieval. Ediciones Obelisco, S.L. 2000

Pseudo Aristóteles. Fisiognomía. Anónimo Fisiólogo. Editorial Gredos, 1999

HERRERO MARCOS, JESÚS. Arquitectura y Simbolismo del Románico en Valladolid. Ars Magna Ediciones, 1997

HERRERO MARCOS, JESÚS. Bestiario Románico en España. Edic. Cálamo 2010











6 comentarios:

  1. ¡Perfectamente claro! Nereidas y sirenas controladas en los capiteles románicos. Muchas gracias por enseñarme a verlas. Ya estoy deseando conocer a las arpías.
    Este blog cada día esta mejor ¡y los audios también!

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  2. Las arpías ya están publicadas. Otra obra maestra de nuestro amigo Antonio. Totalmente de acuerdo con lo de las entradas, lo de los audios.....no se no se, pero gracias

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  3. El nombre de María ya anuncia su relación con el mar. En latín (mare, maris) observamos un nominativo plural: maria.

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  4. ¡Qué tiempos aquellos de estudiante de latín con trece años! Ya ni me acordaba, tercera declinación con dos modelos, uno para sustantivos masculinos y femeninos y otra para los neutros. Poco recuerdo para mi mala suerte, pero sí esto porque casualmente el modelo de los masculinos y femeninos era hostis-is y el de los neutros era mare-is. ¡Lo que me costó aprender esas diferencias en los casos! Pero de algo sirvió; aunque nunca lo relacioné con María, con la e veces que escuché decir Stella maris, estrella del mar...

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  5. Mi nombre es Nereida ya conocía la leyenda pero siempre hay algún detalle q se nos escapa y este artículo lo demuestra , GRACIAS MILES

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  6. Muchas gracias por tu comentario, Nereida, nos alegra que hayas encontrado interesante la entrada. Por nuestra parte, procuramos ser muy rigurosos en lo que publicamos y contarlo de manera coloquial para que guste a todo el mundo. Saludos cordiales.

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