lunes, 3 de junio de 2024

Yo soy el casto José

          Esta mañana muy temprano he salido de Navajún, Logroño, donde estuve ayer realizando gestiones mercantiles. Al cabo de hora y media de viaje hacia Madrid, estando en la provincia de Soria, sentado en la mesa de un bar frente a la iglesia románica de San Miguel en Almazán, mientras degustaba unas delicias de cerdo (torreznos sorianos) con un café para desayunar, y como no tenía prisa en llegar a casa, he decidido desviarme para pasar por Beleña de Sorbe, provincia de Guadalajara, total, media hora más de viaje y unos pocos kilómetros de diferencia con el valor añadido de la recompensa de poder contemplar su mensario.

    Tranquilidad, no vamos a mostrar el archiconocido mensario, al menos hoy, sólo nos vamos a parar en la portada, sí, pero ante un detalle: el primer capitel de la izquierda.

      Estamos ante la conocida escena del casto José huyendo de la mujer del eunuco Putifar que, coronada de flores, pretende retenerle por la capa, y tras ella aparece la figura de hombre que por burlón capricho cruel del escultor representa al impotente y encolerizado esposo con el cabello revuelto y pies de macho cabrío para mejor resaltar su condición de sentirse engañado.


José huye y se deja la capa en 
manos de la esposa de Putifar



La esposa de Putifar coronada de flores


Putifar


    



















Pero dejemos que lo cuente la Sagrada Escritura.

    Dice así Gn. 39,

"10 Ella insistía en hablar a José día tras día, pero él no accedió a acostarse y estar con ella.  
11 Hasta que cierto día entró él en la casa para hacer su trabajo y coincidió que no había ninguno de casa allí dentro.  
12 Entonces ella le asió de la ropa diciéndole: «Acuéstate conmigo.» Pero él, dejándole su ropa en la mano, salió huyendo afuera. 
13 Entonces ella, al ver que había dejado la ropa en su mano, huyó también afuera y gritó a los de su casa diciéndoles: 
14 - «¡Mirad! Nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros. Ha venido a mí para acostarse conmigo, pero yo he gritado, 
15 y al oírme levantar la voz y gritar, ha dejado su vestido a mi lado y ha salido huyendo afuera.» 
16 Ella depositó junto a sí el vestido de él, hasta que vino su señor a casa, 
17 y le repitió esto mismo: «Ha entrado a mí ese siervo hebreo que tú nos trajiste, para abusar de mí; 
18 pero yo he levantado la voz y he gritado, y entonces ha dejado él su ropa junto a mí y ha huido afuera.» 
19 Al oír su señor las palabras que acababa de decirle su mujer: - «Esto ha hecho conmigo tu siervo»- se encolerizó."


Del mensario ya si eso hablaremos otro día que vayamos con menos prisa.

Antonio García Francisco
Madrid, junio 2024

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