Cuando Rudolf Hertz, Marconi o el propio Tesla,
tuvieron la genialidad de soñar con la comunicación inalámbrica, hicieron que
nuestro mundo se hiciera más pequeño.
A partir de 1888 que se realiza la primera transmisión
sin cables con ondas electromagnética, el mundo de la comunicación cambió de
nivel, un nivel que a lo largo de los decenios cada vez se ha vuelto más rápido y accesible.
El siglo XX ha sido el siglo más tecnológico de la
historia de la humanidad. Los
desarrollos llevados a cabo por el ser humano, han puesto a nuestras
disposición avances que el hombre del siglo XIX sólo podía leer en las novelas
de Julio Verne.
Estos avances nos han permitido volar como Ícaro,
sumergirnos en el mundo perdido del capitán Nemo, pasearnos por la Luna y dar la
vuelta al mundo en menos de 80 días. Ingenieros y visionarios llevados por su
afán de progreso, nos han permitido disfrutar de…... .un mundo mejor??
Es esa la pregunta que muchos de nosotros nos hicimos
cuando empezamos a ver nuestros montes y ciudades plagados de antenas. Si
primero fueron aquellos repetidores a pilas que
allá por los años 70 hombres como mi padre mantenían en lugares remotos
para llevar la señal de la primera cadena a la zona rural, hoy estos se han
transformado en enorme torretas de decenas de metros de altura, las cuales
rompen en muchos casos con la armonía de entorno en post de las nuevas formas
de comunicación y sus necesidades. Polémicas estéticas aparte, su servicio nos
permite comunicarnos inalámbricamente con nuestros familiares y amigos, pero a
costa de que??? sus emisiones en qué grado nos afectan?
Hoy tendremos, como siempre, a todo un experto en la
materia:
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